Prólogo

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Podía sentir la brisa helada golpeando su rostro y deleitándose en la curva de su mejilla. Respiró hondo y lo absorbió con ansiedad, buscando tomar todo el aire posible de un solo golpe, como si se lo fueran a arrebatar. Olía a invierno, dulce chocolate caliente y biscochos recién horneados. Olía a Navidad.

Con los párpados aún cerrados, podía sentir la nieve caer sobre sus pestañas y resbalar por su rostro, hasta terminar en sus labios. Podía sentir el mundo a su alrededor en un llamado hacia la libertad y la aventura.

Podía sentir todo lo que la esperaba, todo lo que había sido, todo lo que podría volver a ser.

–¿Soñando de nuevo, Lia? –sonrió su padre asomando la cabeza por la puerta entreabierta y aún así ella se resistía a abrir los ojos–. ¿Cuándo cambiarás?

Al sentir los pasos acercándose, suspiró con pesar y miró de reojo, abriendo tan solo un poquito uno de sus ojos.

–¿Qué hay de malo en soñar? –Eliane esbozó una débil sonrisa, cerrando el libro que sostenía en sus manos de un solo golpe–. La vida está hecha de sueños, ¿a qué no?

Sabía lo que seguía. Alguien más que se encogía de hombros o sonreía ante su terquedad o ingenuidad y se iba. Y ella podía volver a cerrar sus ojos y soñar con la nieve. Su blanca navidad que había vivido una vez y jamás la iba a olvidar.

Quería y realmente deseaba que una vez más pudiera regresar al lugar donde la felicidad había tenido un nombre de hombre. Claro, desde ese día había aprendido a no depender de ninguno de esa especie. Pero Dios, realmente volvería a cometer el mismo error mil veces, solo por volver a sentir lo que sintió aquella vez.

Sí, todos podían creer que lo que ella tenía en su cabeza eran solo sueños y fantasías, pero había una realidad mezclada en ellos, como en todo. Tal vez, con el paso del tiempo se había ido desdibujando en su mente, olvidando detalles o aumentando perfección... pero había existido.

Volvió sobre sus pasos al escuchar un ligero alboroto en la cocina. Era 23 de diciembre, y ella no deseaba nada más que tener una blanca Navidad. No obstante, era un año más de abrumadora decepción al ver sus ilusiones rotas porque los sueños no se hacían realidad y el pasado, lastimosamente, el pasado no volvía.

InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora