Capítulo 27

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–Nada importante –Aidan respondió cauteloso–. Solo necesito que me digas Eliane. ¿Está todo bien, cierto? Ninguna duda ni...

Lia contuvo un grito de espanto. ¿Aidan estaba pensando en dejarla?

–Ahora sí que me asustaste, Aidan. ¿A qué te refieres? ¡Pensé que esto lo querías también! –siseó.

–¿Qué? –inquirió él, desorientado–. ¿La boda? ¡Claro que lo quiero, Eliane! De hecho, no puedo esperar a tenerte en mis brazos.

–Oh –Lia se sonrojó ante sus palabras. Sin embargo, respiró hondo y continuó–: entonces, ¿qué ha pasado, Aidan?

–Eliane, promete que no cambiarás de opinión. No podría soportarlo...

–¿Aidan, estás bien? –realmente no podía más de la impresión–. ¿Por qué habría de...? ¿Qué ha pasado?

–Solo dime, ¿estás segura? Nada ha cambiado, ¿cierto?

–No, a menos que tengas un oscuro secreto, sigo tan segura como cuando te dije que sí, Aidan. No podría ser nadie más que tú.

–Bien, Eliane. Te espero –y colgó. ¡Colgó! ¡Aidan había colgado!

Esto no es correcto –murmuró Lia empezando a digitar el número de Aidan–. Colgarle a tu futura esposa sin explicación.

–¿Lia? –su otro hermano.

–¿Ahora qué? –pronunció cansinamente.

–Acabo de ver a tu novio. ¿Qué le pasa?

¿Aidan? ¿Qué hacía ahora Aidan en su casa? ¡Esto ya era de locos!

–¿Dónde? ¿Cómo que qué le pasa? –Lia lo miró con confusión.

–Pues yo que sé. Estaba parado frente a nuestra puerta, ni siquiera había tocado. Lo invité a pasar a la sala y...

–¿Está aquí? ¿Cómo? ¡Pero si acabo de hablar con él hace menos de un minuto! –gritó

–Eso es imposible, hermanita –la miró como si estuviera loca–. Yo estaba hablando con él hace menos de un minuto.

–¿Estás seguro que es él?

–¿Quién más sería? –preguntó sarcástico–. ¿Su clon? –rió.

–Su hermano gemelo –susurró Lia, sin una pizca de humor. ¿Liam? ¿Ahí? ¡No, no, no! ¡Esto era una pesadilla! ¡Tenía que serlo!–. ¿Dónde está? ¿En la sala dijiste? –trató de tomarlo con calma pero, ya estaba corriendo. ¿Liam ahí? ¡No podía ser nada bueno!

Ah, una visita nada agradable. ¿Venía de ver a Aidan? ¿Qué le había dicho? ¿Qué sucedía? ¿Acaso involucrarse con ellos siempre era un error?

Primero Liam, ahora Aidan. Un escalofrío le recorrió. El día de su boda.

Lo encontró de espaldas a la ventana. Por si hubiera tenido alguna duda que era él, con una sola mirada supo que podía ser cualquier otra persona menos Aidan. Sencillamente ese no era su cabello, no era su postura, no era su gusto al vestir, su aroma... no era Aidan.

–¿Liam? –preguntó, más por cortesía y porque no tenía nada que decir.

–¡Lia! –se giró él y asintió–. Tu hermano me ha confundido...

–Lo sé –susurró y trató de determinar a qué había venido por el semblante de él. Pero se veía, como siempre, muy relajado–. ¿Qué haces aquí?

–Esa es una pregunta que me han dirigido varias veces hoy –bromeó, mirándole fijamente. ¿Qué pretendía?–. ¿Cómo estás, Lia?

–Sorprendida –no fingió nada. Mientras más pronto supiera todo, mejor–. ¿Y tú? ¿Qué haces tan lejos de tu casa? –su tono era de desdén.

–Sorprendido también. Algo ofendido, imagino. ¿Te casas y no recibo invitación? Bueno, no podría recriminarte eso, lo sé. Pero, ¿te casas con mi hermano gemelo y aun así? –soltó esperando su reacción.

–Ah –Lia también lo miraba fijamente. No sabía que esperaba que le dijera. Ella le había preguntado a Aidan si los invitaría, a Liam y Kate, pero él había evadido su pregunta y finalmente, le había dado a entender que no. Ella respiró aliviada, no sabía por qué, ya ni siquiera le interesaban ellos. En realidad, le habría resultado igual verlos o no. Sin embargo, Aidan sí parecía decidido a no verlos. ¿Por qué? ¿Los odiaba tanto aún?

–¿Lia? –Liam había estado diciendo algo y ella no le estaba escuchando.

–¿Me decías? –preguntó Lia negando de inmediato–. Ah sí, la boda. Sí Liam, me caso con Aidan hoy. Así que si tienes algo que decir, que sea breve porque debo ir a...

–Sí, bueno –Liam se mostraba sereno, pero se notaba que tenía problemas para decir lo que fuera que iba a decir–. Hoy hablé con Kate –¿qué tenía que ver eso con ella?–; y, me dijo que debería mantenerme al margen, que ustedes son adultos, pero... –él la miró–. Lia, a pesar de lo que puedas pensar, yo te aprecio mucho. Te tengo bastante cariño y... Aidan es mi hermano. Lo conozco, desde que nacimos. Sé que lo pasado le había dolido, pero no pensé que llegaría a tanto –Lia se sentía perdida. ¿Qué trataba de decir?–. Quiero que él sea feliz y tú también, por supuesto. Sin embargo, casarse por vengarse no...

–¿Qué? –su voz salió como un chillido–. ¿De qué hablas?

–¿Tú amas a Aidan? –le preguntó mirándola fijamente–. ¿Lo conoces, Lia?

–Claro que sí –no precisó a cual respondía afirmativamente. Él no era nadie para que ella tuviera que contestar–. No sé con qué derecho crees que puedes venir a decirme lo que siento o no, a quien conozco o no. ¿Qué te pasa?

–Lia, ¿cuánto tiempo conoces a Aidan? ¿Un mes, dos desde que lo reencontraste tras cinco años de no verlo? –Liam sentía ganas de tomarla de los hombros pero se detuvo, lejos–. ¿Cómo puedes casarte con él? Sí, es mi hermano y lo quiero, sin embargo eso no significa que no pueda ver más allá. Él siente un... odio enfermizo por Kate y por mí –respiró hondo y continuó–, no digo que sea injustificado. Yo sé que lo que hicimos estuvo mal, pero no tiene por qué involucrarte a ti. A ti que también te fallé...

Lia estaba en silencio. Las vueltas que daba Liam le mareaban y hacían que se sintiera expectante, a pesar suyo, de lo que iba a decir.

–Si tanto nos odia, seguro quiere... deshacerse de ese sentimiento, compensarlo de alguna manera, ¿cierto? –no esperaba un asentimiento así que continuó–: ¿qué mejor forma qué haciendo lo mismo que le hicimos? –sus palabras eran vacilantes–; es decir, tú eras mi novia en ese tiempo. Tú eras la mejor amiga de Kate también. Todo se compensa... se repite la historia, de alguna extraña manera.

¡No! –pensaba Lia con sus ojos castaños enormes–. ¡Aidan no tiene una mente así de retorcida! ¿Cómo podía pensarlo Liam? ¿Él pedirle matrimonio para desquitarse de ellos? ¡No había manera! Tenía muy buenas razones para casarse, para que los dos se casaran... Pero no se le ocurría ninguna en ese momento. Bien, tal vez Aidan no la amara, sin embargo eso no significaba que... Es decir, no tenía nada que ver que ella hubiera sido... ¡no! ¡Él era leal, diferente!

–Estás equivocado, Liam –pronunció con voz débil Lia y se aclaró la garganta–. Aidan no es así. Y si, tú que eres su hermano, lo ves así, estás muy equivocado. No lo conoces, él no sería capaz de algo así. Aidan es noble, es justo, es inteligente, es...

Liam sonrió. Una extraña sonrisa de tristeza y emoción.

–Pensé que lo querías, para tomar esta decisión –dijo en tono bajo–; pero, no pensé que realmente lo amaras, Lia –Liam la miró–. Solo quiero su felicidad, te lo prometo. Él es mi hermano, solo quiero verlo feliz.

–Y yo quiero que sea feliz, Liam –por un momento, entendió lo que él pretendía–. Lo vamos a intentar porque creemos en lo que vamos a hacer.

–Eso espero –asintió–. ¡Muchas felicidades, entonces! –pronunció saliendo.

InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora