Capítulo 6

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Kate durmió acurrucada en los brazos de Aidan. A pesar de sus vanos intentos por alejar aquellos pensamientos que no quería reflexionar, se vio asaltada en sueños por las más diversas y locas cosas que podía imaginar una mente febril... y la de ella estaba perfectamente bien; o, al menos eso creía hasta que esa mañana con Liam sucedió lo que había sucedido.

Abrió rápidamente los ojos al sentir la ráfaga de imágenes que se agolpaban en su mente. Sentía como si una daga helada punzara su corazón con solo recordar lo que había pasado. Estaba tan desconcertada... ella había estado segura de que podía diferenciarlos, que podría distinguir al hombre que amaba de cualquier otro, incluso su hermano gemelo. Pero no había resultado así. Había besado a Liam con toda su alma, en ese beso había sentido que la arrebataban todo lo que ella era hasta el momento... sentía la euforia correr por sus venas y el reconocimiento de saber que perteneces a alguien para toda la vida. Todo eso, mientras sus ojos estaban cerrados, parecía ser lo correcto. Porque era el hombre con el que iba a casarse. Era Aidan. Solo que... no era Aidan, era Liam. Liam había sido el hombre que provocó todas esas sensaciones en ella. A solo unos días de tomar una de las más grandes e irrevocables decisiones de su vida, se daba cuenta que podía estar enamorada de su mejor amigo, el hermano gemelo de su prometido.

Esta situación era de locos y ella solo quería despertar a la realidad perfecta que había vivido hasta antes de aquel "accidente". Si tan solo pudiera probarse a sí misma que solo fue cosa de un instante, de una vez... que era un sentimiento equivocado que si se repitiera no causaría nada. Si hubiera una forma de hacerlo, de quitarse esa sensación atenazadora de que estaba cometiendo un gran error, de que los brazos que ahora la cobijaban no eran los correctos y ella... ella no podría ser feliz a su lado. Él tampoco lo sería. ¿Acaso un error podía durar tanto sin ser descubierto?

Porque ella no podía siquiera imaginar dejar de tener todo lo que había vivido con Aidan. No cambiaría una sola cosa porque él era parte importante de su vida. Eran tantos recuerdos, tantos años, tantos sentimientos... ¿cómo podía no ser él el único? Ella había creído que sí, Aidan lo era. Era su novio de años, el hombre perfecto. Tal vez, ¿demasiado perfecto para ella?

Quizá. Más de una vez, lo había considerado así. Pero no era de las personas que se rendían. Ella podía lograr grandes cosas y ser la novia ideal para Aidan. Ahí podía radicar el gran error de todo. Con Aidan, ella quería ser algo más para él, para no decepcionarlo. Con Liam, ella era... simplemente era ella. Kate... la Kate que él decía conocer y amar. ¿Qué tal si en realidad Aidan amaba a la que él creía que era ella y no a ella en verdad?

Tantos pensamientos la estaban mareando. Y no era nada bueno en esta situación, estando tan cerca la boda. ¿Qué debía hacer? ¿Cuál era la decisión "correcta"? ¿Continuar con su decisión hasta el final o no hacerlo?

Ella no era una persona que esperaba las decisiones de los demás para decidir. Si Liam sentía algo por ella o no... eso era irrelevante. A lo que realmente le temía era a terminar todo con Aidan y cometer con eso el error más grande de su vida. ¿Y si Aidan era el único hombre al que iba amar para toda la vida? Terminar con él, días antes de la boda, sería imperdonable. Aidan no la miraría siquiera con el amor que lo hacía ahora.

¡Rayos! En verdad no estaba segura de nada. Dejar las cosas como estaban parecía la solución. No habría daños a terceros como Lia, su mejor amiga. Todo eso estaba bien, en su mente... ¿por qué su corazón seguía acelerándose con solo recordar a Liam junto a ella?


La puerta se abrió suavemente, dando paso al hombre que Kate tanto amaba. Liam la abrazó por detrás y ella recostó su cabeza en su pecho. Suspiró al sentir una tierna caricia en su vientre, cubriendo de inmediato la mano de él con la suya. Suspiró con satisfacción. Era realmente feliz.

Liam abrazaba a su esposa con suavidad. Sentir que llevaba a su bebé era una de las mayores dichas de su vida. Porque la mayor sin duda, hasta el presente momento, era haber unido su vida a Kate. No se arrepentía de nada, ni de una sola cosa si se refería a Kate.

Tal vez no había actuado de la manera más honorable, pero la historia entre ellos era mucho más complicada que eso. Él había hecho todo por estar al margen de la felicidad de Kate y su hermano. Solo que él jamás contó con el hecho de que Kate podría no estar enamorada de Aidan, sino de él. Podía amarlo a él.

Y eso había sido lo que desencadenó una serie de hechos un tanto absurdos e inexplicablemente traicioneros para algunos, románticos para otros, pero sin duda increíbles. Jamás imaginó que pasaría de ser el padrino de bodas al novio. Eso eran cosas que no pasaban en la vida real. Ni siquiera en las novelas. Simplemente no pasaba nunca porque no era correcto. Y, ¿desde cuándo al amor le importaba lo correcto?

Porque él, ni más ni menos, había actuado por amor. Sí, aún sentía remordimiento por haberse dejado llevar por el sentimiento en lugar de buscar la manera de frenarlo, de esperar y no hacer tanto daño a Aidan. No de renunciar, solo esperar. Esa hubiera sido la manera adecuada, de comunicar a tu hermano que amas a su prometida, si existiera alguna claro.

Cerró los ojos sintiendo la rítmica respiración de su bella Kate, él había hecho lo que cualquier otro ser humano, buscar la manera de ser feliz y luchar por alcanzarla hasta el final. Tal vez la vida había sido injusta con él; había puesto a la mujer que estaba destinado a amar hasta el fin de sus días, junto a él, pero lo condenó a mirarla de lejos, a ser su mejor amigo porque Aidan maduró más pronto y se adelantó a su no – planeado amor por Kate. Porque él pensaba que era un amor fraternal, tal vez como su hermana menor o algo por el estilo, aunque no. Él no amaba a Kate así porque en cada mujer que él tenía a su lado la buscaba a ella. O sus ojos no eran lo suficientemente dulces, o su cabello brillantemente rubio, o su sonrisa... Simplemente él buscaba a Kate en otras mujeres y no lo había notado. Cuando lo supo, ya era demasiado tarde. Kate estaba fuera de su alcance y él tuvo que afrontarlo con una sonrisa y seguir como si nada. Sin embargo, inconscientemente tal vez, él siempre lo supo. Estaban hechos el uno para el otro. Iban a terminar juntos. ¿Por qué? Sencillamente porque él hizo todo por evitar alimentar un sentimiento que no sería y Kate mantenía su distancia como un amigo más, y eso no bastó para que el grado de complicidad entre ellos no fuera inmenso. Todos lo comentaban... "¿de verdad eres novia de Aidan? Siempre pensé que Liam era tu novio."

Eso era constante. Kate sonreía y no le daba importancia, por tanto él intentaba hacer lo mismo. Costaba pero de a poco se acostumbro a la idea de que él tendría que ver la vida entera a quien amaba tan cerca y a la vez inalcanzable.

Se resignó a no sentir con la intensidad que sentía por Kate. Intentó apagar ese sentimiento y la llegada de Lia fue perfecta para engañarlo. Pensó que lo había conseguido. Que tal vez estaba tan equivocado y Lia podía ser la mujer de su vida. Él no era un hipócrita, si se involucró con Lia era porque lo sentía... y así fue. Si no hubiera sido por ese beso. Un beso que cambió el rumbo de cuatro vidas...


Abrazó a Lia aún más contra sí. Intentó olvidar lo que había sucedido pero esos ojos verdes lo acosaban incluso cuando intentaba situar otras escenas en su mente. No podía olvidarlo. Él sabía que no sería capaz de lograrlo. Estaba condenado a recordar el sabor de sus labios toda la vida. Aún más, la eternidad sería corta para intentar quitar la memoria más hermosa, perfecta y apasionada de su vida.

Sintió como una punzada de culpabilidad volvía a aguijonar su corazón, insistente y pertinaz, desgarrando la honestidad que él siempre había pregonado. Porque él no engañaba, porque lo que más odiaba era la traición y... ahora estaba traicionando. Pero, ¿cómo decirle al corazón que se detenga? ¿Qué deje de latir al ritmo de un nombre y bombear recuerdos que se debe olvidar? Sí, ahí radicaba el gran problema... él debía hacerlo, debía olvidar y seguir. Enterrarlo y continuar con lo que tenía. Solo que... él no quería.

Tantos años de sueños frustrados y deseos inalcanzables se perpetuaban en unos fugaces segundos. Y podían destruir todo. La ilusión de que había logrado superar miles de sensaciones ahora era derribada por el soplo de un beso... como si fuera un castillo de naipes que no resistía a la fuerza del amor. El amor que él sentía por Kate, en vano un intento de negarlo a sí mismo, presente ahora como nunca antes. No sabía si sería capaz de luchar esta vez. Nuevamente, no sabía si quería luchar contra él.

¿Qué iba a hacer? Solo sabía una cosa, la mujer que sostenía en sus brazos, no debía salir herida. No importaba lo que él decidiera... Lia estaría bien.

InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora