Capítulo 11

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Kate despertó aún en los brazos de Liam que respiraba suavemente junto a ella. Sonrió al sentir su mano sobre su vientre. Realmente lo amaba más de lo que alguna vez habría podido imaginar. De una u otra manera, siempre lo había amado, de distintas maneras, pero no podía recordar un momento en que dejara de amar a Liam. Simplemente, era imposible. Y, cuando una sentía algo tan grande por alguien, no había límites posibles que impidieran lo que debía ser. Ella lo aprendió, tal vez no actuó como debía, tal vez debió esperar pero Liam había salvado su vida. Él había sido el único que llegó a ella cuando estaba en el más lamentable estado de su depresión. Liam...

Sí, su mejor amigo Liam había estado ahí para ella. Cuando nadie más podía entender nada, él sí. Porque solo los dos pasaban por el mismo dilema, el único dilema sin respuesta correcta. Había pasado horas, hundida en su pensamiento, sintiendo la mayor culpa que pudiera existir y al mismo tiempo el temor de que Liam no sintiera lo mismo por ella era extremo. Ella no lo entendía, ¿cuándo Liam dejó de ser el mejor amigo de siempre y se convirtió en el hombre de su vida? Es que no era lógico, esas cosas no sucedían... no lo hacían. Lloró mucho, creyó volverse loca, sintió que caía sin remedio.

Aquella mañana de invierno ella había tocado fondo. La presión era demasiada y se recostó en la nieve. No sentía nada... nada. Y, como enviado del cielo, Liam había acudido en su ayuda. Sus palabras no fueron nada "extraordinario" sino los sentimientos reflejados en ellas. Admiración, coraje, vida, cariño... amor. Liam la amaba, se notaba en cada una de sus palabras y gestos, con cada movimiento él la animaba a vivir por un futuro... por la felicidad, juntos. Sintió sus brazos alrededor suyo y se sintió perdida. Más perdida que nunca y al mismo tiempo, como si hubiera llegado a donde pertenecía. No había nada más que decir... solo una boda que cancelar.

Pero eso era más "fácil" pensarlo que hacerlo. De pronto, todo se precipitó cuando Aidan descubrió lo que ya no podían ocultar, no podían articular palabra y ella solo sintió un nudo aún mayor en su garganta. Sí, era una cobarde pero, ¿qué podía decir? Lo único que hizo es tratar de calmar a Aidan y mirar cómo su mejor amiga Lia corría. Sintió que no podía más... todo eso la superaba. De pronto, nuevamente se sentía segura en los brazos del hombre que amaba: Liam.

Nunca supo lo que había pasado por la cabeza de Liam al tener que decidir por el futuro de los cuatro. Muchas cosas habrían sido diferentes si él hubiera seguido a Lia, si negaba sentir nada por Kate, si repetía que eran tan solo amigos o simplemente se alejaba. Pero no lo hizo, incluso, accedió a casarse cuando ya Kate se había resignado a todo lo que venía sobre sí.

Sí, Liam no era hombre de compromisos largos y ¿matrimonio? No, jamás contempló celebrar la boda de Aidan con Liam. Eso no era lo que ella quería, eso le sentaba mucho peor. Pero, había sido tan egoísta que cuando pensó cancelar todo y la madre de Aidan y Liam se presentó a obligar la celebración de la boda, ella suspiro de alivio. No había sido su mejor actuación y no estaba orgullosa de eso, sin embargo se había sentido tan perdida.

Ella no se lo pidió a Liam. De hecho, había hablado con Aidan, que ni siquiera le dirigió una mirada. Sólo se limitó a decir: "Por obvias razones, la boda se cancela, bueno al menos conmigo no cuentes". Era totalmente esperable pero, se sintió devastada. ¿Qué iba a hacer? Solo faltaban días y ella no podía terminar con eso sola. Aidan era un caballero y se ofreció a cancelar y pagar lo que fuera necesario pero no quería hablarle más que lo que se refiriera estrictamente a negocios.

Accedió e intentó pensar con calma, Liam había estado a su lado, apoyándola en todo lo que necesitara. "Un novio" –había pensado con ironía pero sin llegar a pronunciarlo–. Y, efectivamente, la familia de Aidan y Liam era de aquellas de largas tradiciones y alta sociedad, un escándalo no estaba contemplado y su madre puso el grito en el cielo.


"Me da exactamente igual quien se case" –había dicho con voz fría–, "pero aquí se celebrará una boda."

Aidan la había mirado con abierta hostilidad y se giró murmurando un seco "hasta mañana, madre" y ella solo se había quedado en shock por sus palabras, preguntándose qué rayos iba a hacer. Nuevamente, de verdad necesitaba un novio con urgencia, porque era más que evidente que Aidan no se casaría ni aunque su vida dependiera de ello. Tendría que ser ella... no había otra alternativa.

Claro que hubiera podido renunciar a todo y decírselo a su familia, pero ella no podía hacerles eso. Sencillamente, habían invertido tanto en la boda y la ilusión de que su única hija contrajera matrimonio... no, ella no podía.

Así que esperó una propuesta del cielo, una solución que era imposible pero ella sabía que tenía que esperar que fuera posible lo imposible. Y así fue... el día de su boda caminó hacia el altar con la mirada en alto, no estaba segura de nada ni si todo era tan solo una locura que lamentaría más tarde, no importaba más. Se vio reflejada en los ojos celestes de Liam, quien sonrió con su habitual calma. Ella sonrió también. Miró a su madrina, Lia, que miraba sin ver nada en realidad y la fría mirada de Aidan. ¡La felicidad se sentía!


Y, podía sonar egoísta, y seguramente lo fue, pero nada de eso le importó. Simplemente siguió a su corazón y aunque hubo tanto daño no fue voluntariamente. Habría dado todo porque las cosas no se dieran así, pero no podía engañarse ni engañarlos más con algo que no sentía. Una boda era demasiado como para realizarla con alguien que no estaba segura de amar... sí, fue la locura más grande de su vida y aún recordaba todas las maliciosas murmuraciones, pero ahí estaba, feliz y realizada. Tal vez había otra manera, no obstante el destino ya estaba dado y de una u otra forma esto habría terminado pasando. ¿Podía seguir culpándose por lo sucedido? Aún no se sentía del todo bien por haberlos perdido, pero siempre podía solucionarlo. Para eso los había invitado, quería hablar con Aidan y Lia, lograr que la escucharan. No sabía si lo lograría, mas quería intentarlo. Sabía que nadie lo creería, ellos menos, pero realmente los había querido y eran personas importantes en su vida; lo habían sido y hubiera deseado que eso no hubiera cambiado.

Y si era sincera, sabía que nunca habría una manera correcta de romper con Aidan y estar con Liam. Jamás hubiera sido el momento adecuado y el amor había podido más que ella. Liam...

Liam abrió sus ojos con calma y sonrió al sentir a Kate en sus brazos. La estrechó un poco más para besar despacio su cabeza y notó que estaba despierta. Le retiró su cabello e hizo que se girara para darle un beso.

–¿Has descansado, amor? –preguntó Liam tocando su rubio cabello.

–Sí, tan bien –sonrió Kate, estaba radiante y su rostro reflejaba serenidad. Era tan perfecta, como un ángel.

–Cada vez que te miro, siento que no podré dejar de hacerlo. Eres hermosa Kate, eres perfecta y todo en ti es increíble. Cada día me asombras más... no pensé que sería posible estar así con alguien, para toda la vida. Contigo sí, desde siempre te imaginé en mi vida. Aún sin saberlo, ya te amaba. Te amo.

Kate lo estrechó aún más y apoyó su cabeza en su pecho con una enorme sonrisa y suspiró.

–Cuanto te amo, Liam –se acercó aún más a él–. No creía posible sentir más intensamente, pero contigo lo imposible es posible. La felicidad no tiene límites. Realmente no podría imaginar a nadie más que tú junto a mí.

Liam miró el cuerpo de su esposa apoyado en él y se sintió el hombre más afortunado del mundo. Lo era, simplemente lo tenía todo.

–¿Liam?

–Hummm –murmuró.

–Podría preguntarte algo.

–Claro Kate, lo que quieras –respondió Liam con una sonrisa.

–¿Qué fue lo que pasó que hizo que te decidieras a casarte conmigo en tan poco tiempo? –mientras Kate formulaba la preguntaba, la sonrisa de Liam se congeló en su rostro–. Sé que no te gusta recordar lo que pasó, pero ¿por qué?

–¿Realmente es necesario que lo diga? –Liam se resistía a la idea.

–No, solo quería saberlo –suspiró Kate–. Tú no asumías compromisos y...

–Temía tanto perderte de nuevo –susurró él–. Yo no podía soportar la idea.

InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora