Liam sintió a Lia removerse en sus brazos y escuchó un susurro. Abrió los ojos intentando enfocarse en el presente, dejó que su mano vagara por el cabello de Lia y suspiró. ¿Qué iba a hacer con su estúpido sentimiento imposible?
Porque era lo más estúpido tener a una mujer estupenda a tu lado y, sin embargo, solo pensar en formas de arruinar todo por algo que no sería jamás. Sí, él había considerado sus sentimientos... pero, ¿y los de Kate?
Ella pudo haberlo besado porque creía que era Aidan. Exactamente, eso es lo que había pasado, un error que no debió suceder jamás. Sí, fue lo más absurdo siquiera considerar un final feliz en un enredo de semejante proporción.
No, lo único que necesitaba era hablar con Kate. Pero no sabía si tendría el valor. Escuchar que no lo amaba, esa era la mayor probabilidad. Y él, él se sentía cada vez peor de solo considerarlo. Él debería amar a Lia. Lia...
–¿Liam? –Lia rió ante la abstracción de él–. Debe ser algo muy importante –lo miró atentamente–. Espero que no alguien... –soltó en broma.
¡Si supiera que cerca había estado!
–Mi amor, no pasa nada –sonrió Liam despreocupadamente–. Me distraje con tanto frío... no me gusta mucho este clima.
–¿De verdad? –preguntó extrañada Lia. Aún le faltaba mucho por aprender de él. Jamás habría pensado que no le gustara el frío.
–Bueno, creo que la calidez me gana siempre.
–Como tus ojos –comentó Lia y él la miró sin entender–. Es lo que siempre transmites, Liam. Lo hemos hablado con Kate, ¿sabes? Tú transmites una perpetua calidez. El color de tus ojos es el de un lago que jamás se altera, sus aguas permanecen en paz.
–¿Poesía? –rió Liam abrazando a una apenada Lia–. No sabía que mis ojos eran motivo de tantas especulaciones.
–Amo tus ojos –Lia lo miró fijamente–. Son tan sinceros...
Liam no pudo escuchar nada más de las palabras de Lia. Ella lo creía sincero y confiaba en él. Él nunca podría mentirle... sabía cómo hacerlo, pero no quería. Lia no sería la mujer que él amaba con locura, pero la amaba con un sentimiento un tanto más tranquilo y pacífico; aquel que lo empujaba a mantenerla a salvo y protegerla. ¡Dios, si tan solo pudiera evitar dañarla de cualquier manera!
–Y yo te amo a ti –dijo Liam con voz baja–. Lia, realmente cambiaste mi vida cuando te conocí. Solo quisiera...
–¿Sí, Liam? –Lia pasó una mano por su mejilla, tratando de obtener una sonrisa de aquel inusualmente serio Liam.
–Quisiera amarte como tú mereces –Liam tocó su frente con la de ella–. Como tú lo mereces.
–¡Liam yo te amo tanto! –Lia no alcanzó a comprender todo lo que esas sencillas palabras encerraban–. Lo estamos haciendo bien, créeme.
–Sí, eso pensé... –Liam volvió a cerrar sus ojos mientras Lia se levantaba por una taza de chocolate caliente.
Sin duda, las sorpresas estaban apenas comenzando. Y Liam sintió un mareo por tantos vertiginosos pensamientos.
***
Lia despertó de lo que le pareció la pesadilla más vívida que había tenido. Afortunadamente, ahora estaba cómodamente recostada en su cama mientras miraba la pequeña lámpara colgada en su habitación. En su... ¿su habitación tenía una lámpara como esa?
¡Claro que no! –pensó levantándose de golpe y sintiendo como si miles de luces parpadearan en sus ojos.
Esta no era su habitación. Nada había sido una pesadilla. Estaba ahí, muy presente y seguía preguntándose: ¿qué la impulsó a llegar ahí? ¿Revivir el dolor? Esa vena masoquista era desconocida para ella. ¿Escuchar de nuevo todos los comentarios a los que estaría sometida? Sí, si hubiera recordado todas las murmuraciones sin duda habría desistido de tamaña estupidez.
Pero no, ella nunca solía escuchar la voz en su cabeza. ¿Por qué? Simplemente porque la había fallado catastróficamente con Liam y no iba a dejar que eso volviera a pasar. Ella tontamente creyendo que el amor existía y el amor riéndose de ella con crueldad, apuntando con ironía a su novio y a su mejor amiga e ignorando su existencia. ¿Confianza? ¿Cuál?
No existía un solo ser humano totalmente confiable. Y no, no era pesimismo sino realidad. Ella tampoco era confiable, ni mucho menos. ¿Y eso que llamaban amor? No, eso era un mito que se inventaron los traidores para justificar sus arrebatos. Seguía sin entender la gran diferencia que hacían entre "amor" y pasión. Eran las mismas estupideces, el mismo eclipse de la mente, las mismas empalagosas palabras y sentimientos de un momento... desechables.
¿No para todos? Pues ella había hecho algo muy mal porque para ella si había sido así y, aún no podía imaginarse que había hecho para enojar tanto al dios del Amor. Porque aquella magnífica actuación solo podía provenir de un odio desmedido hacia ella. Había hecho que perdiera dos personas amadas en una sola ronda. ¡Sí que valía la pena amar!
Intentó despejar su mente y respirar con calma. No todo era tan malo como parecía, ¿cierto? Bien podría planear una venganza loca y descabellada, como en las telenovelas. Sí, bien podría disfrutar no ser solo ella la chica tonta que había quedado sin nada.
Se rió de sí misma, como de costumbre. El humor había sido una de las formas que había encontrado de remediar esa situación. Porque, que más podías decir cuando todos te miraban con lástima y pronunciaban: "lamentable" "lo siento" "que tristeza" con la misma palabrería inútil que habrían usado para lamentarse un dulce que había caído al suelo. Nada.
Recorrió la habitación y miró por la ventana. Ella no podía hacerlo sola. La primera vez no lo había logrado sola y ahora no sería la excepción. Miró hacia aquella cabaña y supo al instante lo que haría.
Miró brevemente el espejo, se arregló el cabello y tomó una chaqueta de lana. El frío era intenso y sacudía los árboles con rudeza. Ella deseaba volver a sentir ese escalofrío... ese calor de un día de verano... algo.
Aún sin proponérselo volvió su mirada hacia el ventanal que miraba al lago. Lo supo al instante, no era una certeza... solo lo sabía. Ahí estaban ellos. Sintió nuevamente una ligera ira recorrer sus terminaciones nerviosas. Ella que había pensado que en esos años se había atenuado todo. Después de todo, parecía que el tiempo no curaba todas las heridas.
Caminó con lentitud, como resistiéndose a revivir todo lo que había pasado. Había logrado sobrevivir, pero por poco. Justamente cuando uno pensaba que no habría esperanza alguna, un rayo de luz se abría paso entre tanta desesperación.
–Aidan...
–Te esperaba –él se encogió de hombros y extendió un termo en su dirección.
–¿Qué es esto?
–Chocolate caliente. Imaginé que tendrías frío.
–Gracias –Lia esbozó una breve sonrisa y se lo acercó a los labios. Aidan la contempló con gran cariño e inconscientemente devolvió la sonrisa.
–De nada, Eliane –su rostro volvió a su seriedad habitual, sin embargo Lia captó la intensidad de su mirada. Breve pero profunda– ¿Repetiremos el paseo de la última vez?
–Sí. Nada como revivir encantadores recuerdos –remarcó sarcásticamente.
Y así se dirigieron por el mismo sendero. Juntos, sabiendo lo que el otro sentía aun sin hablarlo. Las palabras no eran necesarias para sentir la magnitud de la noticia que habían recibido hacía tantos años.

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Invierno
RomanceAidan y Liam Blake son hermanos gemelos y una vez habían sido amigos... hasta que ya no lo fueron. Eliane y Kate fueron una vez las mejores amigas... y todo se terminó. Aidan, Kate y Liam se conocían desde niños. Eran muy unidos... hasta que todo se...