Capítulo 21

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Los días se le antojaron eternos y no sabía a qué venía esa sensación. Eliane estaba acostumbrada a grandes momentos a solas, imaginando. Era una soñadora, como la llamaba su padre. Pero ahora, todo se sentía tan vacío, como si le faltara algo invisible que no lograba precisar, casi como el aire, que siempre estaba ahí que uno no lo notaba, pero si te faltaba bien podías morir.

Se levantó de su sofá, tan solo días atrás había estado ahí mismo, soñando con imposibles y ahora, todo había trucado en una graciosa realidad. Bueno, quien sabía que tanto de su sueño se correspondía con lo que estaba pasando pero había que aceptar lo que tenía, ¿cierto?

No podía quejarse de nada. Había pasado dos días en casa y, mañana, a esa misma hora, Aidan llegaría. Sintió ligeras cosquillas en su estómago por la anticipación de verlo y se extrañó de ello, pero qué más daba, con Aidan nada era como debería ser... ni nada se sentía como debería.

Sus padres habían caído prácticamente en shock por la noticia de su compromiso. Pero eso fue nada en comparación a su reacción cuando les dijo quién era. Tenía que decirles de quien era hermano, necesariamente, porque ellos pensarían que era Liam si no les decía y eso sería peor, mucho peor.

Habían conocido a Liam y lo habían apreciado bastante. Su ruptura los sorprendió hasta que conocieron que se había casado con Kate. Tuvieron lástima de Aidan y, aunque fueran sus padres, también la habían tenido de ella, lo sabía. Pero eso era precisamente lo que quería evitar. Si Aidan veía tan solo un rastro de lastima...

No quería perderlo. Tendría que asegurarse que sus padres entendían lo importante que era para ella que no mencionaran nada del pasado. Y eso sería bastante difícil, por no decir imposible.

Nadie que ella conociera, había sido capaz de no referirse al parecido de Aidan con Liam. Es que, claro, era imposible que alguien NO lo hiciera.

Y había otro problema. Imaginó que la cena sería solo ella y sus padres. Sus hermanos vivían lejos y sus tíos también. Pero no, justamente, habían decidido que toda la familia se reuniría. No todo era malo, pensó positivamente. De su familia, solo su hermano, su padre y su madre conocieron a Liam. Nadie más, pero seguro hubieron fotos.

¡Basta! No iba a empezar a enumerar todo lo que podría salir mal. Necesitaba calmarse, pensar con claridad y cruzar los dedos. ¿Qué más daba ya?

–Tenemos noticias, Lia –la voz de su padre resonó en la puerta–. ¿Puedo pasar?

–Claro papá –esbozó una pequeña sonrisa–, ¿qué sucede?

–Tu madre y yo hemos decidido que en la cena de 31 de diciembre solo estaremos tus hermanos, tu y yo. Iremos con la familia "grande" –rió– al día siguiente, para una comida de Año Nuevo. ¿Te parece mejor?

–Sí, padre. Gracias –se levantó a besarle en la mejilla–. Estoy muy preocupada...

–Se nota mi pequeña Lia –la miró con ternura–, pero tu madre y yo haremos el mejor esfuerzo, a pesar que esta situación no nos convence del todo –suspiró–. Es tu vida, tú sabes lo que haces.

–Sí papá, lo sé –confirmó enérgicamente–, créeme.

–Te creo y es por eso que te apoyamos –sonrió–. Ahora iremos a adecuar la habitación de huéspedes para tu... novio.

–No creo que sea necesario, papá –Lia lo detuvo–. Seguro tendrá un lugar donde quedarse.

–Mmmm –soltó su padre, con sospecha–. ¿Tiene mucho dinero?

–No lo sé –Lia lo miró, espantada–, y no es por eso que me caso, de cualquier manera.

–Bien Eliane, porque no es eso lo que te hemos enseñado tu madre y yo.

–Lo sé, lo sé padre –lo tranquilizó, poniéndole una mano en el brazo–. Ve tranquilo, que jamás se me pasaría hacer algo así por dinero.

–Entonces, ¿por qué?

Lia cerró la boca de pronto. No sabía que responder a eso. ¿Por qué lo hacía? Bueno, Aidan había sonado muy razonable cuando le había explicado las ventajas de hacerlo, pero ¿por qué ella había aceptado? ¿Por lo razonable que sonaba él o había algo más?

–¿Eliane? –su padre la miró, preocupado.

–Sí, bueno... –su mirada siguió perdida– me parece una buena idea. Es lo que deseo y... también Aidan.

–¿Te parece una buena idea? ¿Así nada más? –el tono de su padre era amenazadoramente tranquilo–. ¿Qué parte, exactamente, te parece una buena idea? ¿Casarte o que él sea el hermano de tu ex novio?

–¿Cómo? –soltó alarmada–. Padre, mi decisión de casarme no tiene nada que ver con Liam, si él estuviera totalmente fuera de la ecuación sería un alivio completo pero eso significaría que quiero cambiar algo de Aidan, cuando no es así. No existe absolutamente nada que yo quiera diferente en él, es leal, sincero, puede hacerme reír y delinear los profusos límites de mi imaginación, me escucha y me entiende, puede sonreír de una manera que nadie más lograría hacerlo, animándome y retando a la vez. Aidan tiene los ojos más hermosos del mundo porque no mienten, porque cada una de sus emociones se refleja en ellos y cuando soy partícipe en ello, no hay nada que me haga más feliz, porque... –se calló de pronto. Su padre estaba sonriendo, ampliamente, de una manera indulgente y casi orgullosa. ¿Había escuchado lo que estaba diciendo? Defendía a Aidan pero él parecía haber oído que ella había descubierto un nuevo planeta o algo parecido.

–No lo puedo creer –murmuró su padre emocionado–. Realmente, no lo pensé posible en este corto tiempo ahí...

–¿De qué hablas? –se sentía totalmente confundida.

–Mi pequeña Eliane –la abrazó–. Nada me deja más tranquilo que verte así de feliz. Eso es todo lo que necesito saber para darle la bienvenida a él. Cualquiera que puede poner esa sonrisa en tus labios y hacer brillar tus ojos merece tenerte y estar en nuestra familia.

Se quedó boquiabierta. ¿De verdad su padre ahora aceptaba a Aidan, sin siquiera verlo? ¿Por qué? ¿Por lo que había dicho? Pero si era solo la verdad...

–¡Estas enamorada, Lia!

Como un balde de agua fría, Lia escuchó las palabras de su padre que se repetían una y otra vez. ¿Qué? ¿Qué había dicho? ¡No, estaba tan equivocado!

Abrió la boca para decírselo, pero volvió a callar. Era lo mejor, así nadie de su familia se preocuparía. Si su boda era por... –inspiró profundamente para pensar en esa palabra– "amor" –era lo mejor que podía hacer, con ironía aún– nadie más opinaría en que debería abandonar la idea.

Una boda. Su boda. Por amor.

De entre todas las cosas, por amor. Y eso, le supo agridulce. Porque tenía la firme convicción que no era así pero su mente no lograba siquiera formular la negativa para que llegara a sus labios.

¿Realmente estaba considerando la idea de "amor"?

¡No! ¡Noooooooooo! –se dio un puntapié mental– eso jamás podía ser así. Ella no amaba a Aidan. Aidan no la amaba a ella. Todo era confianza entre ellos, lealtad y una gran amistad. Claro que los besos eran estupendos, pero eso no significaba nada.

No, ese sentimiento traicionero no existía. ¡Rayos, no existía!

Entonces, por qué... ¿por qué de todos los nombres que podía darle a la razón para casarse con Aidan, la única que se manifestaba en su mente era esa?

Estaba perdida. Eso era todo. ¿Podía haber otra razón? ¡Sí, sabía que la había! Y, más le valía encontrarla antes de la llegada de Aidan.

Suspiró. Lo sentía, muy profundamente. Estaba perdida.

InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora