Capítulo 4

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>Relata Fer.

-Bueno… -Comenzó; podía observar como comenzaba a ponerse nerviosa. –Yo… Bueno, yo vengo con Delia a… -Y se rompió a llorar. “Rayos, ¿Qué hago ahora?” Me quedé en shock un momento, era un reencuentro realmente extraño, pero me dio lástima no ayudarla o al menos consolarla. Después de todo, ella solía ser mi mejor amiga. 

Me senté enseguida de ella en la banqueta. No había despegado mi mirada de ella y ella de la mía tampoco. “Mierda, ¡la acera está ardiendo!” pensé, “Pero tengo que aguantar, es solo un momento”. Tal vez venía con la psiquiatra por algo muy malo…

-¿N-necesitas un abrazo? –tartamudeé. Movió ligeramente su cabeza de arriba hacia abajo, en respuesta afirmante. La rodeé con un brazo y ella ladeó su cabeza a mi hombro sin decir nada, un poco más calmada. Instintivamente, también apoyé mi cabeza sobre la suya, depositandoun beso en su frente. 

-Te extrañé. –decidí decir en voz alta después de pensarlo. Yo volteaba al infinito, pero cuando giré a ver su cara ella si me miraba a los ojos, mostrandome una ligera sonrisa la cual yo devolví. Se volvió a recostar en mi hombro y se acomodó. Y así nos quedamos unas cuantas horas, olvidándonos por completo que la banqueta ardía de lo caliente, del ruido del tráfico, y de nuestros problemas… de Lucie…

Lucie.

Lucie era esa típica chica a la que un hombre ama y ella simplemente no le corresponde. Es hermosa: rubia castaña, blanca de piel, ojos miel, delgada y sonriente. Es muy simpática, fiel, con una vida difícil pero es fuerte. Practica voleyball, y saca calificaciones perfectas, la favorita de los maestros. Ella es… perfecta para mí. Pero ella solo puede verme como un amigo, tal vez no me lo ha dicho, pero probablemente está enamorada de alguien más, y daría todo por saber quién es. Daría todo porque ella estuviera conmigo, y nomás conmigo.

El atardecer empezó despacio. Cuando _______(tn) se dio cuenta de ello, se acurrucó más en mi hombro. Desde la tarde en la que apenas me senté junto a ella, cambiamos un solo de posición. Ahora ella, aparte de estar recostada en mi hombro, cruzaba su brazo por el mío y tenía su mano firmemente apretada con la mía. Su rodilla estaba debajo de mi pierna y podíamos oír nuestra respiración, al principio acelerada, y después compasiva. 

-Ya es tarde –suspiré unos segundos después del atardecer. Abrió sus ojos lentamente y después me miró. Sus ojos son tan obscuros que se podían reflejar todas las luces de la cuidad. Ella volteó hacia abajo y se despegó de mí, ayudándonos a levantarnos mutuamente. Nos reímos cuando nos encontramos frente a frente a la orilla de la calle, y nos miramos a ver a los ojos. No había notado que seguíamos tomados de la mano. 

-Siento no haberte respondido tu primera pregunta –dijo _________(tn).

-¿Estas bromeando? No quiero saberla. –Pensé un poco lo que dije. –digo, a menos de que sea tu decisión contarla. 

Silencio, pero no incómodo: más bien, necesitábamos más ese silencio.

-Gracias –susurró, apenas audible. –Lo necesitaba. –Le sonreí y la abrasé una vez más. Cuando nos separamos, pude ver algo que no noté en toda la tarde, algo horrible: tenía cortadas en los brazos y la muñeca, cortadas bastante profundas, llenas de maquillaje… no podían ser hechas por un accidente, lo sabía. Había visto fotos de esto antes, solía ser una moda, ya saben, los "emo". La gente suele reírse de esto muy seguido, se les hace estúpido, y es porque no lo comprenden. Por alguna razón, yo siempre lo entendí.

Tomé su brazo, pero ella lo quitó inmediatamente. Su cara se llenó de terror en ese momento, pero dí un paso adelante y la miré de nuevo a los ojos. Después, dirigí la mirada a su brazo de nuevo, volviéndolo a tomarlo. Su brazo estaba duro de la tensión, pero yo pasé la mano para relajarla, pude sentir todas sus cortadas, cada una de ellas. Cerré los ojos, y le di un beso en el brazo.

-Te prometo... –Comencé, mientras caía una lágrima de mis ojos. Aquella chica, la cual en un realmente insignificante momento de mi vida solía ser mi mejor amiga, en unas horas tocó mi alma. Algo que nadie ha podido hacer hace muchísimo, desde que mi padre murió. –... que no te voy a dejar sola, jamás. –Y nos unimos en un nuevo abrazo.

Enferma e Inteligente / NovelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora