Capítulo 53

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~Relata _____________(tn)

Y entonces, mi amiga Leslie –que se convirtió en valla, la mejor amiga de Fernando, reemplazando mi lugar- me dijo que Fernando me tenía lástima. 

Se formó un hoyo negro en mi corazón: chupó todas las cosas buenas, y las desapareció, dejando solo el sentimiento de… en verdad no había sentimiento para lo que sentía. Me molesté tanto que las lágrimas corrieron involuntariamente y el enojo se filtró en mi voz, gritándole. Esa noche, sin siquiera ánimos para cortarme, me la pasé acurrucada en la esquina de mi habitación llorando como si alguien hubiera muerto, aunque bueno, yo estaba mentalmente muerta.

No fue hasta días después cuando tomé coraje para hablarle.

-Sé que me tienes lástima, ya lo oí por ahí, que lástima que cuando dejé de hablarte dejaste de hablarme. No tienes ni el más mínimo interés, ¿cierto? –Susurré como para mi misma mientras él me pasaba por un lado en el pasillo, pero no había gente. Crucé mis dedos mentalmente porque él lo hubiera escuchado.

-¿Qué? –Cuando me di la media vuelta, él estaba ahí, molesto. Mi orgullo y mi conciencia me decían que debía seguir provocándolo para saber la pura verdad.

-Ya oíste, Fuereña. –La mayoría de la gente lo llamaba por su apellido, lo cual no me gustaba, pero al imitarlos sentí como que era una indirecta de que ya no éramos cercanos.

Él dio un paso adelante, con los puños cerrados. Y yo estaba sollozando por dentro.

-Entonces, -Relajó el rostro para dar un toque sarcástico –¿Qué se supone que escuchaste por ahí?

“¡Retirada, retirada!” pensé, y mi conciencia se revoloteaba de enojo.

-Bah, Olvídalo. –Sonó un poco más molesto de lo que pensé, lo seguía provocando.

-Oh, está bien. –Me di media vuelta y di unos pasos de nuevo a mi camino, cuando me gritó: -Yo también escucho cosas de ti, y no nomás por eso me las creo.

-¿Qué? –Esta vez, si me enojé junto con la conciencia. ¿Me estaba diciendo estúpida?

-Ya oíste, __________(tu apellido). –Y todavía me la aplicaba. El coraje en mi voz se me fue de las manos. 

-¡Pues si no me demuestras lo contrario, no sé qué quieres que crea! –Se quedó impactado, pero pronto recuperó el modo.

-¡Pues eres TAN terca! ¡No te quitaré tus ideas de la cabeza!

-Ni sabías que yo sabía esto. –Mi respuesta ilógica hizo que sacara a relucir lo estúpida que soy. Fernando soltó un gruñido, y antes de darme media vuelta, me preguntó:

-¿Por qué estabas llorando y gritándole a Leslie? 

Mi cuerpo se tensó. No quería dar esa respuesta. 

-No. –Es todo lo que pude pronunciar.

-¿No me vas a decir? –me provocó. Dudé unos segundos, me di cuenta de que estábamos más cerca que antes, casi tocándonos la punta de los zapatos. 

-No. –dije firme. Su puño se endureció, estaba frustrado. -¿Quieres que te diga? 

-No te obligo. 

-¿No? –Bajé la mirada a su puño casi en mi estómago, se sorprendió al verlo y lo retractó. Esto no le quitó ni una pizca de enojo.

Enferma e Inteligente / NovelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora