Capítulo 3

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>Relata __________(tn).

-Y, ¿cuantos días han pasado entonces desde la receta nueva? –Preguntó Delia, la psiquiatra. La observé con cuidado apuntar cosas en su libreta. Levantó la mirada y contesté cohibiday despacio.

-Em... una semana o dos –dije. Pasé un dedo por el iPhone, sin motivo, pero necesitaba distraerme. 

-¿Trajiste la receta? –Me preguntó. Accedí y la saqué del bolsillo de mis shorts de mezclilla y se la dí, devolviendo mis manos a las rodillas. No estaba nerviosa ni desesperada, pero necesitaba prestar la atención que tenía en otra cosa que no fuera mi enferma conciencia. 

-Bien _______(tn), es todo por hoy. Puedes reprogramar la cita en unos... quince días, ¿te parece? –No me dejó contestar siquiera- Sigue con la medicación que te di yo y la que te dio el doctor Miranda, ¿de acuerdo? –Se levantó para abrirme la puerta, pero en realidad no me quería ir.

Ese lugar era realmente acogedor. Por alguna extraña razón, me siento como en la playa cuando estoy allí, supongo que por la decoración que le han puesto. Ir con Delia era perfecto, y a la vez tan incómodo; tan especial y a la vez tan absurdo…

-Gracias. –Le dije a la psiquiatra antes de salir. Tomé mi celular y me levanté de mi asiento, que curiosamente se parecían a los que teníamos en casa cuando era una niña. Salí a la calle con la receta, la factura y el comprobante de la siguiente cita en mano. El pequeño consultorio estaba arriba de una casita, y para subir hay que subir unas escaleras muy altas. Apoyandome de la bardita, bajé con cuidado para no caerme. Me senté en la banqueta, a la cual no me pegaba ni una pizca de somnbra, y revisé la temperatura en el celular. Perfecto, 45 grados centígrados. Bueno, son las temperaturas normales del desierto de Arizona. Los tiempos de veranos de Tempe, Phoenix, son horrorosos.

No me quedaba otra opción más que distraerme jugando a algo en el teléfono, mientras esperaba el autobús que se dirige a mi colonia. Los carros hacían ruido y más ruido, resonando insoportablemente en mi cabeza sin parar: "Esto es casi como el infierno mismo".

-¿__________(tn)? –Sinceramente, casi grito del susto que me dió. Volteé asustada hacia atrás, y ahí estaba un viejo amigo que no veía hace muchísimos años. ¿Cómo rayos me reconoció? - ¡Hola! –Todavía estaba en shock. El era muy especial para mí y hacía años que nuestra amistad se había distanciado. Supongo que este es como un reencuentro. -¿Qué haces aquí?

"Oh, mierda". Me preguntó que hago aquí. 

Volteé a ver su cara y se notó que el también se arrepintió de haber preguntado eso... Cerró sus ojos y respiro insinuadamente, mientras escondía unos papeles atrás de él. "Espera, ¿él también viene con Delia? No puede ser… él era un chico tan decente, inteligente, popular"... Algo así como perfecto.

“Él era como tú” dijo la conciencia. “Solía –pasado- ser perfecto. Solía ser artista igual que tú, ¿Recuerdas? Y ahora eres mierda, puede que el también, pero  lo eres más, mucho más”. 

Maldita sea, si soy mierda.

-Eeeeh… -“Ok, piensa ________(tn). ¿Qué le dirás? Puede ser que vine a la pescadería de enseguida… ¿pero por qué razón no traigo el pescado y estoy sentada en la banqueta? Ok, piensa otra. Me peleé con mi mamá y salí a tomar aire… Pero no estoy de humor como para que traten de consolarme falsamente.” Ví el papel que escondía detrás de él, en efecto era una receta de Delia, a su nombre. Pensé en arriesgarme, decirle que vengo con una psquiatra, pero la conciencia me contraatacó. “¿Estás loca? Te va a juzgar de maniaca. ¡No te va a volver a hablar en la vida! Te va a ver como la mierda que eres…”

Por primera vez en mi vida, ignoré totalmente a la conciencia.

-Bueno… -Los ojos se me pusieron vidriosos, quería llorar. Era estúpido, porque hace años que no lo veía, y pensaría extraño de mí. A la mierda todo. –Yo… -"No, lágrimas, no salgan…" -Bueno, yo vengo con Delia a… -Salió la primera lágrima. “Estúpida, estúpida estúpida. Valiste madre”.

Enferma e Inteligente / NovelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora