Capítulo 60

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~Relata _____________(tn)

Estaba a punto de salir de la regadera, mis manos se estaban posando en la llave, cuando algo inesperado pasó.

Primero fue del hombro al brazo, como una ráfaga eléctrica recorriéndolo y dejándolo inmune. Me sorprendió tanto sentir eso que, antes del dolor, sentí mucho asombro, y solté un gemido muy extraño. Después, un grito de dolor.

-¿______(tn)? –Mi madre ya se había levantado para abrir las cortinas y ver qué pasaba, pero no podía dejar que viera mi cuerpo lleno de cortadas.

-¡NO, MAMÁ, NO ABRAS! –Solté, un poco enojada. 

-¿Qué pasó? –Se limitó a preguntar, pero respetando mi espacio.

-No lo sé –contesté, cuando se me estaba pasando el dolor. 

-Pero qué…

-…Es que no lo sé –la interrumpí, -Fue como un escalofrío de dolor. Estuvo muy… 

-¿_____(tn)? –Pero era tarde, yo ya estaba revuelta en penas, y me caí al suelo de tanto dolor. La misma ráfaga empezó en mi pierna derecha, y más tarde, en la izquierda. Mis intentos por no dejar que mi madre viera mis cortadas fueron nulas, pero sin embargo, no le importó mucho al ver que me partía del dolor. -¡________(tn)! ¡Estate quieta! –

Pero no podía pronunciar una palabra, mucho menos controlar las áreas en donde me estaba pegando. Hubo un punto, después de un minuto de insoportable dolor, en el que mi madre me cargó porque me quedé tiesa, sollozando, no podía controlar mi cuerpo. Salió corriendo del baño y, desesperada, me puso debajo de las sábanas y salió de la habitación gritando un socorro. Empecé a llorar, más que por el dolor, por el miedo a no saber que me estaba pasando.

Un minuto más tarde, entraron dos enfermeras, y seguido mi madre, un doctor (que no era el que me atendía) y Javier, que en realidad, solo estorbaba en el lugar. Mi madre captó primero que yo en que estoy desnuda y no lo quería aquí dentro.

-Javier, mijito –le dijo mi madre, pero con la mente en otro lado –Yo creo que será mejor que esperes afuera. 

No sé porque, pensé que sería más batalla con él. Pero no, se puso sus audífonos y cabizbajo, se retiró de la habitación, cerrando la puerta con estruendo. 

Era increíble como mis 5 sentidos funcionaban, pero mis brazos y piernas no. El dolor de cabeza empezó a abundar tanto que empecé a cerrar los ojos para evitarme dolor, y lo único que pude hacer en el camino a la sala de urgencias, fue pensar: “Dios, si me vas a quitar la vida ahora, gracias. Y cuida bien de esos que amo”.

No podía estar más confundida: una parte de mí daba por hecho que estaba moribunda y la otra, tenía una esperanza. Esperanza leve, pero esperanza. 

Llegando a la sala de urgencias, no sabía si ya no podía ver bien por las lágrimas atoradas o por el hecho del dolor y el desmayo. Sin embargo, empecé a oír gritos desesperados y a una persona luchando por entrar. Primero pensé que era Fernando, pero mi mente lo descartó en segundos, pues ya lo habían echado de aquí. Pero al oír sus gritos, supe que era él: era él el que se estaba peleando con el personal por entrar a verme. Mi cuerpo reaccionó al espanto en mi cerebro. 

-¡NO! –grité tan alto como pude, y alcé un brazo hacia él. Pude verlo con claridad: con vista de águila, y solo fue un segundo: Su dolor en los ojos. Pude ver todo lo que sentía en ese momento, como si me comunicara a través de esos profundos. Pero después, vino otra ráfaga eléctrica en el brazo que alcé: más fuerte y poderosa. Empecé a revolcar mi cabeza y mi torso del dolor, ya no podía más, y al fin, pensando que era mi último momento en la tierra, los últimos ojos que vi, mi último sentimiento, cerré los ojos, tratando de musitar ‘te amo’, pero mi cara terminó por cubrirse con dolor.

Enferma e Inteligente / NovelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora