Capítulo 57

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~Relata _____________(tn)

-¡VETE DE AQUÍ! –grito con fuerza, apartándome de la cama y haciendo que se mueva, lo que me hace perder el equilibrio y salir volando de la camilla. Ambos hombres corren a mi ayuda, y cuando sus brazos para levantarme se encuentran, se echan una mirada mortal.

-¿Qué no has entendido bien? –le escupe Javier, -¡Que te largues!

-¡Tu no me vas a venir a decir que hacer! –le espeta Fernando en su contra. Lo retira con un solo empujón, y me ofrece el brazo. Una verdadera cara de horror sale involuntariamente de mi cara, sin temor a lastimar a Fernando. “Al fin y al cabo,” agrega mi conciencia, “Él te ha mandado al hospital”.

-Javieeeeer… -siseo, pero Fernando hace una cara de enfado debido a mi llamado de ayuda. Javier se recupera y se impulsa con la pared para sacarlo del camino con otro empujón.

-¡Quítate, pendejo! –grita Fernando sin temor. Como una pequeña nota, como una leve brisa en mi cara, se me viene a la mente el hecho de que aún estoy débil por una contusión y estoy acá, tirada en el suelo, con mi corazón disparado, llena de furia, dolor y miedo, casi desnuda de no ser por el hecho de que llevaba una bata azul con puntos pequeños, que apenas me llegaban al último tercio de mi muslo. Recupero un poco la compostura y me paro, y así descalza, me preparo para salir corriendo. 

Javier descubre mi plan antes de que Fernando, que está a punto de estallar de coraje. He descubierto que Fernando tiene problemas con la ira: puede ser que él ya lo supiera y que fuera una de las razones por la cual aún va con Delia. 

Todo esto vino como un rayo en mi mente, porque al segundo después, Javier le estampa un puño en la cara a Fernando. Lo vi todo en cámara lenta por el nerviosismo: la cara de Javier en plena furia, por querer protegerme, lo cual aún se me hacía un poco extraño después de todo; y luego la cara de Fernando, que a pesar de que se lo esperaba, el haberse distraído un solo segundo le afecta. Sin embargo, él es fuerte y solo se desestabiliza, no se cae, no se marea. Y antes de que pueda haber otra tragedia –me era suficiente con imaginarle la nariz rota o por lo menos, con una gran mancha morada- entra una enfermera. Me ve a mí, en una esquina, y después a Fernando que terminaba de recuperarse del golpe.

-¡Ustedes dos, FUERA! –grita, y se vuelve a la puerta: -¡SEGURIDAD!

Fernando actúa mientras puede: le devuelve el puñetazo enseguida. Javier fue más listo: movió la cabeza a su derecha, y solo le logró dar al hombro. La enfermera estaba verdaderamente espantada: me asombraba que fuera la primera cosa así que ha visto. Tal vez, después de todo, la vida en un hospital si sea muy aburrida. 

Antes de que Fernando pueda espetar otro tiro, llegan dos guardias de seguridad, uniformados de blanco con azul marino. Uno, el que parece estar en mejor condición, le detiene el puño y le tuerce el brazo con violencia, y me entra la desesperación, así que salgo corriendo por él. 

-¡Suéltelo, por favor! –fue más un gemido que un grito, mucho menos una oración. Javier me voltea a ver, y puedo leer sus facciones diciéndome ‘¿Qué rayos haces?’, y entonces me detengo y las lágrimas corren por mis mejillas, porque siento que me traiciono a mi misma con mis impulsos. Como magia, siento como Javier me compadece, pues sabe lo que siento. El otro guardia de seguridad voltea a ver severamente a Javier, pero él me rodea la cintura antes de que puedan siquiera tocarlo. El guardia dio media vuelta y se fue: supongo que pensó que era aprobado por mí… Y lo era. Era al único que quería ver: Ni siquiera a mis padres, ni siquiera Leslie. Solo Javier. 

Ambos nos limitamos a llorar en silencio, y aunque no estoy segura de porqué Javier llora, el hecho de que suframos juntos me relaja, sé que no estoy sola en esto. Así que lentamente lo atraigo para sentarnos juntos en la camilla, aunque al cabo de unos minutos, terminamos recostados, y yo hecha un ovillo en su pecho.

Enferma e Inteligente / NovelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora