Castigada

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Capítulo 6: Castigada


"Crying" comenzó a sonar el lunes y casi que me pongo a llorar de verdad. Hoy comenzaba mi castigo. Para colmo, parecía que el otoño no llegaba nunca, dado que hacía muchísimo calor, y debía estar al sol casi en el mediodía. Te odio Raquel.

El día en el colegio transcurrió tranquilo. Incluso divertido, diría yo, dado que no hicimos nada importante y nos la pasamos haciendo tonterías. Sin embargo, cuando terminaba la última clase recordé mi castigo, y entonces volví a enojarme con todo.

-Nos vemos –Le dije a Nicole y Daniel cuando fue el horario de salida. Yo, por mi parte, me dirigí al baño a cambiarme para mi castigo. Me había llevado un short viejo y una simple camiseta blanca. Luego me dirigí hacia el parque en donde debía trabajar.

Era simplemente enorme, y había que hacer millones de cosas.

Comencé por barrer un poco, dado que hacía años que nadie entraba aquí y había colchones de tierra en el suelo. Encima parecía que barrer era peor, por la cantidad de suciedad. Cuando había pasado una hora, recién había limpiado la mitad del suelo, que era algo apenas visible, si se miraba el parque completo. Aún faltaban las hojas y la pintura. Me llevaría muchos días terminar esto.

-¿Qué haces aquí, Sarah? Tu horario terminó hace dos horas. –Escuché a lo lejos la voz del profesor Germán.

-Raquel me castigó injustamente por algo que no hice. –Le contesté con furia. Obviamente no hacia él.

-¿Y no dijiste nada?- Preguntó acercándose

-Por supuesto, pero fue inútil.

-Dame eso, ve a descansar un poco. –Me dijo quitándome la escoba de las manos.

-Déjalo, ya no me falta tanto, y en todo caso iba a irme en un rato.

Sin embargo pareció no darle importancia a lo que dije, porque comenzó a barrer. Yo aproveché y fui a comprar refrescos.

Cuando regresé Germán ya había terminado de barrer y estaba quitando las hojas del césped.

-Es en serio, no tienes por qué ayudarme. –Dije.

-Está bien, no me molesta.

Con alguien que me ayude, y con quien pueda conversar, no era tan odiosa la tarea, por lo que decidí ponerme a pintar un poco, decidida a hacer lo máximo posible en pocos días.

Germán se sumó a la pintura unos minutos después.

-Oh Dios, lo siento tanto. –Exclamé cuando, accidentalmente, le di una pincelada en su camisa negra.

-No importa, sólo que gasté fortuna en ella. –Casi muero cuando dijo eso, aunque luego comenzó a reír, dado que fue sólo una broma.

-Maldito. –Le dije mientras volvía a pintar. Sin embargo era una distracción para darle una pincelada en su mejilla, a propósito. Sin embargo cuando me giré para hacerlo, él pintaba tranquilamente sin su camisa, que no estoy segura en qué momento se la quitó.

Cuando salí del pequeño trance, le di la pincelada.

Se sorprendió primero, pero luego respondió con otra y así estuvimos hasta que tropecé y caí, ensuciándome mi pantalón. Germán se inclinó para ver si estaba bien.

-S-sí, estoy perfectamente. –Estuve a punto de pedirle que se cubra con algo. Odio parecer tan hormonada, pero es que soy una adolescente. Además creo que a cualquiera le incomodaría un momento como éste.

-Déjame ayudarte. –Dijo tomando mi pierna, en donde una marca que comenzaba a tornarse violeta era visible.

Me dolió cuando tocó suavemente el golpe, pero no dije nada, sin embargo lo notó porque soltó una silenciosa disculpa.

Me quedé observando su marcado torso por unos segundos, y cuando regresé a la realidad me puse de pie para continuar con mi trabajo. Había comenzado a pintar una pared pequeña así que a la hora ya estaba lista la primer mano de pintura, por lo que me puse a revisar lo que todavía quedaba por hacer. Me dediqué a inspeccionar la pequeña casa que había y Germán observaba el jardín. Cuando salí se dirigía a la piscina, y una malvada idea cruzó mi mente.

Después de lo de hoy, había tomado demasiada confianza con él, y muy probablemente mi mente me repetiría mil veces que era una locura, pero en silencio me puse detrás de él en el momento en que se acercaba al borde, para después empujarlo y que caiga al agua. Se lo merecía, por él caí de la escalera.

-Sarah, maldición, ¡no sé nadar! –Y de la nada el chiste pasó a preocuparme. Bastante culpable le tendí la mano. Mucha inocencia, ya que él hizo fuerza y en un segundo yo también estaba en el agua.

-Te odio. ¡Me preocupaste! –Le dije molesta, a lo que me respondió salpicándome un poco.

Es imposible pensar que alguien así deba imponer la autoridad que tiene. Sin embargo antes había pensado la idea de tirarme un rato a la piscina, así que aproveché a nadar un poco. Germán salió después de un rato, y como la escalera necesitaba una reparación, me ayudó a salir, después de una burla por mi baja estatura.

-¿Adentro habrá algo para secarnos? –Me preguntó.

-No lo sé, no lo creo. Estaba completamente abandonado.

Resolvimos acostarnos en el césped al sol. Era la única alternativa.

-Sarah. –Me llamó Germán. –Creo que va a ser mejor no hablar de esto, puede traer problemas. Y lo siento mucho si te molestó algo, es que olvidé completamente que se trataba de mi alumna. Fue como si estuviese con mi sobrina, o algo así.

-No tienes por qué preocuparte. Además creo que las formalidades se perdieron desde un primer momento.

-Sí, pero esto es distinto. Imagínate a Raquel llegando en este preciso instante. –Reí al imaginarlo, pero comprendí a lo que se refería.

-No diré nada, Germán.

Después de un rato me llevó a casa, donde mi madre me preguntó exageradamente por qué estaba toda mojada. Sólo le dije que decidí meterme a la piscina para no morir de calor, que en efecto, era lo que pensaba hacer. Luego me dirigí a mi habitación a pensar en todo lo que había ocurrido. Sólo pude reír.


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Sabían que votar y comentar te da una mejor salud? Está comprobado científicamente, y sirve tanto como para el lector como para el que escribe, porque hay felicidad de ambas partes.

Esas, y otras excusas...

Aquí foto de Daniel, uno de los pocos personajes que siguen siendo los mismos, aunque con otra fotografía.

Forbidden (2022 - SIN EDITAR) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora