Un pequeño impulso

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Capítulo 37: Un pequeño impulso


A decir verdad, lo único interesante en el resto del año fueron las cosas con mi padre. El resto fue bastante aburrido, a excepción de mis vacaciones, en las que me veía a escondidas con Germán, ya que cuando le dije en dónde estaría, no dudó en conseguir una habitación en un hotel cercano. Por lo que no considero necesario contarlas.

Recién sonó mi nuevo despertador (Un día me cansé de escuchar la misma canción de Aerosmith, y decidí cambiarla por "Walk this way" que la amo. Dicen que es un error fatal poner una canción que te guste como despertador, pero a mí me resulta agradable despertarme con algo que realmente me gusta. En fin, hoy es mi primer día en séptimo año, último en el que estaré en el secundario, y tengo pensado que será un buen año. No lo sé, es sólo un presentimiento, pero tengo fe en él. Luego de mi ducha de la mañana, y ponerme mi uniforme verde al que tan poco aprecio le tengo, bajé por mi desayuno.

Luego de una leída rápida al periódico con la que me mantuve al tanto de las últimas noticias de lo que pasaba en el mundo, y de haber comido mis amados waffles con café, estuve lista para mi primer día del colegio. Este año me despertaría más temprano para evitar llegar tarde, por lo que todavía tenía tiempo de sobra, que me aseguraba una llegada con, al menos, cinco minutos de sobra.

No había acordado con Germán para que venga por mí, pero, como en los viejos tiempos donde apenas nos conocíamos, me lo encontré camino al colegio y me ofreció llevarme, a lo que, por supuesto, accedí gustosa. No lo había visto durante el fin de semana y realmente lo extrañaba. Notaba algo extraño en él cuando me subí al automóvil, por lo que le pregunté qué ocurría.

-Sarah, no seré tu profesor éste año. -¿Qué? ¿Cómo que no?

-¿Por qué no?

-No lo sé, así lo decidió Raquel... ¿Crees que sospeche de algo?

-¿Te refieres a nuestra...? –Germán asintió con la cabeza. –No lo creo, hemos sido discretos y no somos de estar solos en las aulas. –Mi profesor me miró con una ceja levantada (cosa que jamás podré hacer). –Bueno, sí, sí lo hemos hecho muchas veces, pero nunca se dieron cuenta... Wow qué feo sonó eso.

-Sonó algo extraño, pero la idea se me ha cruzado varias veces por la cabeza, nena. –Lo miré amenazadoramente y en su mirada había algo extraño... Decidí volver mi atención a la ventanilla y no volver a hablar... Al menos no de ese tema. Normalmente me lanzaba indirectas, haciéndome notar que quería llegar más allá conmigo, pero jamás se lo permití, ni pienso hacerlo hasta dentro de un tiempo.

Finalmente llegamos al enorme y desproporcionadamente lujoso edificio que es mi escuela. Él decidió salir primero y, cuando estuvo a una distancia considerable, salí yo, cuidando de no ser vista. Apresuré mi paso hasta estar delante suyo y escuché cómo entonces se cerraban las puertas de su impresionante deportivo. Éste verano prácticamente no hablé con Nicole ni con las demás chicas, y curiosamente no estuve interesada en hacerlo. Por el contrario, hablaba prácticamente todos los días con Daniel y Matthew. Éste último, y sin querer ser mala persona, poco a poco ocupó el lugar de Nicole, y ahora era mi mejor amigo junto con Daniel. Con los otros chicos también mejoré mi relación, y la mayoría de los días en los que no estaba con Germán salía con ellos. Por el lado de las antes mencionadas chicas, creo que tampoco tuvieron mucho interés en comunicarse conmigo, ya que supongo que se juntaron durante las vacaciones, y sólo una vez recibí llamado suyo, invitándome a una fiesta a la que no podía asistir, por cierto. Por todas estas cosas pasé de ellas olímpicamente cuando las vi en grupo cuchicheando, y me dirigí hacia el grupo de chicos con los que tanto salí.

Forbidden (2022 - SIN EDITAR) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora