Investigaciones

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Capítulo 39: Investigaciones


Volví tarde a casa, y como todos estaban durmiendo entré con mi mayor sigilo. Subí despacito la escalera e ingresé a mi cuarto, cerrando la puerta con la misma precaución. Sin embargo, cuando estaba terminando de ponerme mi ropa de dormir, escucho un grito de Adolfo, que al parecer estaba en su estudio, la habitación que está al lado de la mía, a lo cual pegué un salto en el que casi tiro un florero.

Había sido una estruendosa carcajada, y parecía hablar por teléfono.

-Están aquí, no es una broma. Y la infeliz supo todo desde hace tiempo, seguro que los contactó mediante ese amigo suyo. –Hubo una pausa –Sí, por supuesto que él es su amigo, sino no me interesaría por sus amistades. Escucha, no nos preocupemos, lo tengo resuelto. Irá a Inglaterra y trabajará para nosotros, bajo amenaza por supuesto. No podrá negarse, ya verás. –De nuevo hubo una pausa y luego comenzó a decirle a su interlocutor cosas sin importancia. Giré para regresar a mi cama y tiré accidentalmente un objeto que hizo un ruido capaz de oírse a veinte kilómetros, pero al parecer Adolfo no lo oyó. De igual forma temí por mi vida.

Cuando me cercioré de que nada más ocurría, pude dormirme. Mañana debería poner en práctica todas las habilidades que aprendí con Sherlock Holmes.

Al otro día, decidí decirle a Germán lo que había oído. Por supuesto se preocupó, tanto por él como por mí, y me ofreció llevarme a casa a las 10:30 mañana, cuando él se iba del colegio, que coincidía con el recreo. Era un buen momento dado que estaríamos solos en la casa.

Sólo fueron dos horas de clase, por lo que se pasaron rápido. Ahora estamos yendo a mi casa con Germán. Él entrará conmigo y luego me iré a su departamento hasta el horario de salida del colegio. Sólo por las dudas.

Al entrar a la oficina de mi padre, Germán decidió quedarse cerca de la puerta para avisar si alguien entraba. Estábamos casi al lado de mi habitación por lo que, con cuidado, podríamos escondernos si algo sucede. Me acerqué al escritorio y decidí abrir, en primer lugar, los cajones del mismo. Decenas y decenas de papeles y cosas que, al parecer, no tenían mucha importancia. En su mayoría eran facturas y recibos de cosas que no quiero ni saber, pero algo me imagino. En el segundo cajón había otros escritos a mano.

-Germán, ven a ver. –susurré. –Creo que deberíamos sacar copias de esto. Podemos hacerlo en mi cuarto, así no notan la diferencia de tinta.

Germán asintió con la cabeza, pero se quedó allí esperando a que le dé más cosas.

De los cajones no tomé nada más. Pero al cerrarlos, proseguí a revisar una estantería con carpetas: cada una tenía muchos folios, en su mayoría vacíos, pero otros contenían algunos documentos.

-Dámelos. Importan. –Me dijo Germán, que no estoy demasiado segura de cuándo apareció detrás de mí.

Se los dí y seguí rebuscando, pero no había nada importante. Luego fui a otra mesita con un cajón... Y vaya si encontré: Encontré boletos de avión con destino a Londres para una persona, para el día 14/06, o sea, a fin del año escolar. Encontré cartas que, según Germán, eran de un antiguo compañero suyo de trabajo, las respuestas a las mismas que, no sé por qué motivo, eran fotocopias (me hizo acordar a una parte de una película en la que unos ingleses dicen "benditos alemanes que siempre hacen copias de todo", aunque poco y nada tenga que ver), y algunas muestras de diversas sustancias que Germán reconoció como diversos tipos de droga, que decidí dejar allí. Cuando terminé de revisar el cuarto (y eso incluye husmear en el cesto de basura del mismo), nos fuimos con Germán a mi habitación, para sacar copias de todo. Bendita sea la cabeza de mi novio, que tuvo la astucia de anotar en un papel a qué lugar pertenecía cada grupo de papeles, si no estaría perdida ya que Adolfo se daría cuenta.

Hicimos todo tan rápido como pudimos, y luego de ordenar todo como estaba, y ocultar cualquier tipo de evidencia de que alguien estuvo allí, nos fuimos al departamento de Germán, donde, al llegar, examinamos los dos los documentos que habíamos hallado. No importa cuántos papeles vea, o cuántas sustancias tóxicas haya encontrado. Mi cabeza sólo está en ese maldito boleto de avión... ¿sería para mí? ¿Estaré exagerando? ¿Estaré paranoica? Es que... La conversación de anoche y el boleto van perfectas juntas... Todo parece indicar eso, y tengo miedo. Luego se lo diré a Germán a ver qué podemos hacer al respecto. Por ahora, sólo me dedicaré a analizar y estudiar el montículo gigante de hojas que tenemos frente a nosotros.

-En su mayoría son denuncias por contrabando, hechas por diversas organizaciones, personas y eso... Podemos tenerlas, pero poco nos sirven para saber en qué andan estos tipos.

-Al demonio, llamaré a mis padres –Dije dándome por vencida

-No, Sarah, por favor no lo hagas. –Suplicó Germán

-¿Por qué no?

-Porque si saben que estás en peligro no dudarán en ir a casa de Adolfo y hacerles ver que están aquí, con su hija, que les harán la vida imposible, y eso...

-¿Cómo lo sabes?

-Porque yo haría lo mismo si alguien quiere ponerte en peligro. Ahora no hagas idioteces y sigamos revisando.

La bonita frase contrastó bastante con lo que dijo después, pero bueno. No es que él fuera normal, después de todo, por lo que ignoré lo que dijo y seguí con mi tarea que, por cierto, se estaba volviendo insoportable.

Luego de dos horas y media revisando papeles, terminamos. El resultado fue frustrante: Un mísero "grupo", por llamarlo de algún modo, de cinco o seis hojas, en las que lo único interesante, y probablemente lo que más miedo me daba, era el boleto de avión. Mis padres me quieren lejos, es evidente, pero quieren controlarme.

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Y... el último capítulo. Espero que les hayan gustado las ediciones. Como verán, prácticamente los últimos capítulos no tienen muchos cambios.

Nos vemos en el epílogo =D

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