Comportarse decentemente

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Capítulo 28: Comportarse decentemente


-¿De verdad piensas que quiero ponerte celoso a propósito? ¿Para qué lo haría, Germán? ¡NO TIENE SENTIDO!- dije comenzando a alterarme.

-Yo que sé, pero la verdad eso parece... Oh Johnny esto, oh Jonny aquello, realmente parece que lo haces a propósito.- contestó imitándome la voz.

-Baja la voz, que nos van a oír. Y DEJA DE DECIR ESTUPIDECES. ¡No puedes ser tan posesivo y celoso!

-Tú también bájala, y no es ser posesivo, es que no me gusta que estés hablando y sonriendo tan complacidamente con alguien que no sea YO.- dijo resaltando la última palabra.

-Di lo que quieras- respondí resignada. Realmente no soy de dar la razón porque sí. Pero estaban mis padres y gente que apenas conozco abajo, estoy en mi casa y no me apetecía discutir en esas condiciones. Simplemente entré a mi baño. No tenía nada que hacer realmente, pero sucede que soy bastante dramática y eso de irme de la nada luego de una discusión siempre queda genial.

Pasaron aproximadamente cinco minutos y no lo había escuchado irse de mi habitación. Debía escucharlo, ya que había cerrado la puerta y ésta hace bastante ruido cuando se la abre o cierra. Tímidamente salí del baño y lo encontré mirando mis paredes y mis cosas.

-No sabía que te gustaba tanto leer.

-Emm, sí me encanta...

-Ya veo- dijo riendo. -Tampoco sabía que te gustaban tanto las bandas de rock.

Sólo reí.

-¿Ya no estás enojado?

No respondió, pero siguió hablando de mis paredes. Luego de conversar un poco, decidimos bajar. Hanz, Adolfo, la esposa de Hanz, que creo que se llama Florence y Clara conversaban animadamente mientras miraban un viejo álbum de fotografías de mi padre. A su lado estaba Jonathan, se notaba a leguas que se aburría en exceso. Tomé a Germán del saco y le pregunté si podíamos salir a caminar los tres, así lo sacaba de ese aburrimiento terrible en el que parecía estar, y quizás ellos podían llevarse mejor.

Le pregunté al chico si quería acompañarnos y miró con cara extraña. OH MALDICIÓN, CIERTO QUE ES MI PROFESOR. Realmente suelo olvidarlo... Inmediatamente le comenté que éramos muy amigos, además de que era mi profesor y yo su alumna. Por más que era una excusa pésima, aceptó acompañarnos. Al principio la situación era bastante incómoda ya que nadie hablaba. Yo quería hablar con Germán pero de cosas que no suelen hablar los alumnos y profesores, ya saben, cosas de qué carajos vamos a hacer, o bien conversar acerca de mis verdaderos padres, cosa que no podía ya que al parecer Hanz y Adolfo eran muy amigos y él era hijo del primero, por lo tanto estaba callada. Por otro lado, Germán le mandaba miradas asesinas a Johnny, que él por supuesto no notaba. Éste, por su parte, casi no conocía a ninguno de los dos y, si bien conmigo ya conversó bastante, no se atrevía a hacerlo con él a mi lado... Al parecer es bastante tímido. Fuimos a una heladería y, mientras Germán compraba, fui con Johnny a una mesa.

-¿Él es tu profesor?- preguntó mirándolo.

-Sí, ¿Por?

-No parecen... Tienen una relación tan bonita que cualquiera pensaría que son grandes amigos.

-Tenemos muchas cosas en común y ya la relación no es exactamente formal, dado que es amigo del hermano de un amigo .-Contesté recordando la primer excusa que le dije a John.

-Se nota que se quieren mucho...

Oh rayos, debía proponerle a Germán la idea de disimular más. La curiosidad pudo más que yo y le pregunté por qué, pero obtuve la misma respuesta cursi de la mirada y que los ojos reflejaban otra cosa... MIS OJOS SIEMPRE REFLEJAN SUEÑO, MÉTANSE LOS SENTIMIENTOS POR DONDE NO LES DA LA LUZ DEL SOL.

Por supuesto que no dije eso, sólo me limité a sonreír y volví mi vista a donde mi novio, no-novio, amigo, amigo-más-que-amigo, profesor o lo que fuera volvía con tres conos, uno de fresa y uva para mí, uno de ¿menta y limón? ew qué asco, para Johnny, y uno de dulce de leche y chocolate para él.

Luego de comer, fuimos a caminar un poco. Me enteré entonces de que Johnny y su familia son nuevos en la ciudad por lo que aproveché que no teníamos nada para hacer para mostrarle un poco el lugar donde viviría. Realmente olvidé de nuevo que Germán era mi profesor cuando llegamos a casa y le dije que en la otra cuadra vivía él. POR SUERTE me detuve antes de decir lo que en realidad era para mí, porque si no estaría muerta.

Volvimos a entrar a mi casa. Pasamos por la sala y nos detuvimos en el gran televisor. Invité a Jonathan a sentarse, mientras que Germán lo hizo por sí sólo y puse Dr. House.

-No, basta de este tipo, ya me hartaste... ME SÉ TODOS LOS CAPÍTULOS DE MEMORIA, SARAH.- exclamó como si fuera la peor cosa del mundo. Yo reí y esquivé su mano que venía a apoderarse del control remoto del televisor.

-Déjalo, es mi casa.- Decía en mi defensa.

-Y yo soy el invitado, dámelo.- seguía intentando tomármelo.

Cuando por fin logró agarrar el control, no decidí perder y me puse a llorar fingiendo un fuerte rasguño de su parte cuando se subió casi arriba mío para arrebatarme el aparato, ok que feo sonó eso.

-Oh, por Dios, ¿Sarah estás bien?

-Creo que me rasguñaste fuerte- contesté fingiendo la voz para que sea más creíble. Tal como lo tenía pensado, dejó el control en el sofá y quiso sacar mis manos de la "herida" para verla. En un rápido y ágil movimiento, tomé el control del sofá y volví a poner a mi doctor favorito.

-Caíste.- cantarree* burlándome de él.

-Maldita mocosa- dijo pegándome suavemente en el brazo.

-Ok, eso fue raro.- una voz que habíamos olvidado completamente nos hizo dar cuenta que estábamos en mi casa y que Johnny, Hanz, Florence, Clara y Adolfo nos miraban como seres extraños.

-Yo... Ella... Yo no quería ver Dr. House.- dijo Germán y casi no puedo evitar soltar una terrible carcajada por la cara con que pronunció "yo no quería ver Dr. House", como si verlo sea la tortura más terrible del mundo y como si todos debían apiadarse de él.

No nos dieron importancia y luego de unos segundos volvieron a su "interesante" conversación. De seguro me esperaba un castigo de parte de mi padre, ya que él decía que yo debía comportarme "decentemente" cuando había visitas y estoy segura que luchar en el sofá con mi profesor que está casi arriba mío por el control remoto del televisor, porque piensa que ver Dr. House es el peor castigo, no es comportarse decentemente.

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