Qué hacer

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Capítulo 24: Qué hacer


Germán me observaba impaciente mientras tomaba el café que pidió

¿Perdonarlo? No estaba segura. Es decir, cuando más necesité un breve discursito, fue cuando no me lo dio, cuando me lo escondió. Creo que no tenía demasiados puntos a su favor. Sin embargo algo me decía que yo me equivocaba.

-Ger, no lo sé...- dije dándole un sorbo a mi café

-Por favor.

-No puedo perdonarte después de algo tan importante, luego de eso irme a tu departamento y hacer como si nada hubiera pasado, ¿o sí?

Extrañamente dije eso bastante calmada, lo cual pensé que sería algo así como imposible.

-Escucha- continué- creo que mejor lo pensaré, ¿de acuerdo?

-¿Pero todo está bien entre tú y yo? Es decir, no estoy perdonado, pero todo está bien.

-No preguntes demasiado. –Dije acabándome mi café. –Si no te molesta, debo irme.

Me levanté rápidamente y salí de allí. Decidí que lo mejor que podría hacer sería no ir a casa, ya que probablemente él fuera a buscarme, además ya habían vuelto mis "padres'' y, últimamente, mi padre era bastante violento conmigo, pero por supuesto que nadie lo sabía. Bueno, en realidad sólo lo sabía Daniel, pero nadie más.

Pedí un taxi al mejor estilo de las películas de Disney y le dije al chofer que me llevara a la calle España 329, que era la dirección de la casa de Daniel.

-Hola Sarah. Un gusto verte, ¿Hace cuánto que no andas por aquí?- me saludó Charlotte, la madre de mi amigo.

Luego de decirle que estuve bastante ocupada, y que estaba bien, subí a la habitación.

-¡¡Hola!!- grité para que me escuche, ya que tenía una canción de Kiss a todo el volumen que daba.

-¡Oh, Sarah!- dijo bajando la música. -¿Cómo estás?

-Bien... Bueno, eso creo.- Al ver su cara de desconcierto, le expliqué lo ocurrido con Germán.

-¿Qué le dijiste?- preguntó

-Pues nada, que lo pensaría. No va a ser tan sencillo.

Conversamos largo rato, y luego nos desviamos del tema inicial. Cuando quisimos darnos cuenta, ya había anochecido. Rayos, papá me mataría.

-Quédate a cenar.- me ofreció Daniel, al parecer mi cara de susto se notó demasiado.

-No lo sé, sabes que no quiero molestar.

-No molestas, Sarah. Mamá te ama.

Finalmente accedí. Mandé un mensaje de texto a mi madre diciéndole que no me espere para la cena.

Charlotte había preparado unas ricas pizzas. No sé si lo dije, pero amo la pizza. Es una de mis comidas preferidas, y eso ella lo sabe. Mi preferida es la que tiene huevo, por lo que hizo una especialmente para nosotros, ya que a Daniel también le gusta mucho.

Luego de comer, fuimos a la habitación de mi amigo a jugar videojuegos.

-¡No mates a ese!-Le grité. -Dios, ¡juegas como una niña!

-Tú eres niña, te insultas a ti misma.

-Sabes que juego mejor que tú, Matthew y Javier juntos.

Daniel no respondió. Sabía que no podía hacerlo, ya que tenía razón.

-Demonios, ya es medianoche.- maldije. -Mis padres van a matarme. ¿Te molesta si me quedo aquí? Adolfo y Clara seguro ya fueron a dormir, y no quiero saber qué puede estar haciendo John con esa tal Brianna.

-Claro, quédate.- respondió riendo. -Puedes dormir aquí, yo iré al sofá.

-Ni hablar, yo dormiré en el sofá.- contesté.

-Hay un colchón en la habitación de Max, chicos.- gritó Charlotte del otro lado. ¿Nos había estado escuchando? Ah, olvidaba decirles que Max es el hermano mayor de Daniel, aunque casi no lo tenemos en cuenta, ya que fue a vivir a Alemania con su esposa y hacía más de dos años que no lo veíamos. También estaba Aaron, el hermano del medio, que vivía aquí.

Finalmente, y casi comenzando una discusión, accedí a dormir en la cama de Daniel. Yo quería dormir en el colchón, es decir, lo molestaba de más diciéndole que me quedaría, no quería aprovecharme y dormir en su cama, aunque debo decir que es muy cómoda. No me quedaba normalmente, pero cuando lo hacía, siempre dormía en la cama, ya que Daniel nunca me dejó ir al sofá. Es muy tierno.

***

-Sarah, despierta, llegaremos tarde.

-Cállate.- respondí dormida.

De repente sentí el sol colarse por la ventana, llegando directamente a mis ojos. Si será maldito. No lo soporté y le tiré una almohada. -¡Déjame dormir!

Lo que sucedió es que anoche nos la pasamos mirando películas de terror, de esas que ya dan risa en vez de miedo, y nos dormimos a las cinco. Ahora eran las siete de la mañana y yo soy de esas personas que tienen que dormir bastante. Pero sabía que con Daniel no funcionaría nada, por lo que, a regañadientes, me levanté y fui a darme una ducha. Ahí un pensamiento rondó mi cabeza: No tengo uniforme. Tenía uno de repuesto, pero lo había dejado en casa de Germán, y no era una opción ir por él. Quizás John ya haya despertado, tiene que ir al trabajo. Ah sí, John consiguió trabajo en una tienda de ropa para hombres. Salí de la ducha y me envolví en una toalla, luego le mandé un mensaje de texto pidiéndole que me traiga, si era posible, mi uniforme. Para mi suerte, estaba despierto y en diez minutos tuve mi ropa en casa de Daniel. Lo bueno de vivir tan cerca era eso, en caso de emergencia, siempre venían las cosas rápido.

Me vestí, peiné mi cabello y bajé a desayunar. Char, como me gusta llamarla, había preparado waffles y café para Daniel y para mí. Comimos y rápidamente subimos al auto de mi amigo. Unos minutos más y llegábamos tarde.

Lo bueno de hoy es que todas mis clases las tenía con Daniel, Avelina y una chica rubia que, si bien no éramos amigas, nos llevábamos bien y charlábamos de vez en cuando. Por lo que siempre nos sentamos Daniel y yo en un asiento, y atrás o adelante nuestro, Avelina y la rubia, entonces nos pasamos las clases conversando y haciendo idioteces. Pero todo tiene un lado negativo, y era que ahora tenía clases con Germán. Fui a mi casillero (Porque luego de las vacaciones de invierno, llegamos al colegio y vimos que teníamos casilleros) y saqué mis libros de Filosofía, después, a regañadientes, fui al salón.

Ok, la clase fue demasiado incómoda. Mucho más que la de ayer, ya que ayer, al menos, estábamos peleados. Pero ahora realmente no sabía en qué habíamos quedado. Lo sabría, probablemente, si no me hubiera ido del café como una cobarde. Muy bien, Sarah.

Al salir, volví al pasillo. Mi casillero era el único que tenía stickers y calcomanías de bandas de rock por todos lados, realmente me daba gracia. Lo abrí y metí mis libros, ahora tenía Matemáticas, horrible. Tomé mis carpetas y sentí algo ¿Esponjoso? ¿Qué carajos? Saqué lo que había agarrado y era un hermoso conejo de felpa, con dulces, y una nota que decía "Lo siento". Germán, seguro era él. Dios, ¡Qué insoportablemente cursi! ¡¿Qué no sabe que odio estos gestos?! Okey, si fue tierno, pero igual. No es muy de mi agrado, aunque sí me gustó, PERO SOLO UN POCO. De todas maneras iría a su próxima clase a hablar con él, antes de que los otros alumnos entren.

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Votos y comentarios si quieren que Germán les deje un conejo de peluche♥

Forbidden (2022 - SIN EDITAR) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora