Epílogo

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No sé qué es peor: si la situación tensa que hay actualmente en mi hogar, o Germán diciendo lo interesante que le parece Freud... Es obvio qué es peor, pero sinceramente no me interesa esta charla. Bueno, quizás pero no cuando llevo días sin dormir porque mis padres no dejan de gritar, o porque Adolfo está terriblemente violento. Quizás moleste un poco a Germán, sólo para divertirme un rato.

-Profesor ¿Podría repetirme lo último que acaba de decir? –Le pregunté, luego de cruzarme provocativamente de piernas, con la falda del uniforme un poco subida.

Fue genial verlo tartamudear y no lograr decir una hermosa frase decente. Cuando por fin pudo explicarme lo que le había pedido, que realmente poco me importaba, decidí mirarlo fijamente a los ojos mientras sonreía sexy, pero sin que se dieran cuenta el resto, obteniendo los mismos resultados.

Realmente tuvo gracia los primeros diez minutos pero luego volví a mi aburrimiento inicial, hasta que terminó la clase. Luego no volví a verlo hasta la tarde. Pero no fue en las mejores condiciones: Yo había salido de casa justo antes de que Adolfo me golpeara y accidentalmente tropecé con él. Al verme tan asustada, por supuesto me llevó a su departamento, en el que, más tranquila, le conté lo ocurrido.

-Adolfo me descubrió escuchando una conversación de él y otra persona, entonces... Intentó golpearme. Escapé, pero si no hubiera tropezado contigo, no estoy segura de lo que hubiera pasado.

-¡¿ÉL INTENTÓ GOLPEARTE?!

-Sí, pero eso no es noticia, no es lo importante, lo que realmente interesa es que en... -No pude terminar la frase porque él ya estaba echando chispas. –Escucha, sólo lo empeorarás si haces algo, déjalo así que... -Oh cielos, no debo hablar más de lo adecuado.

Afortunadamente no pareció escuchar el final de lo que dije, si no estaría perdida.

Luego de un tiempo, logré tranquilizarlo y, finalmente, pude contarle lo ocurrido.

-De acuerdo... -Dijo él. –Pero realmente no quiero oír esto. Tengo más ganas de escuchar el motivo por el cual te comportaste de la manera en que lo hiciste en el salón de clases.

-Me aburría, y como era tu culpa, quería desquitarme.

-¿Y lo haces poniéndome nervioso porque me invaden pensamientos no aptos para que vengan en un lugar como un salón de clases lleno de gente?

-Ehm... Sí, era lo primero que se me ocurrió, no me culpes.

-Pagarás tus consecuencias de la misma forma... -Contestó en un tono que no supe entender.

-Como sea, no hay tiempo, debo irme a casa.

-NO LO HARÁS, TE QUEDARÁS AQUÍ.

Sí, ok, tenía razón, era peligroso ir a mi casa. Pero él quizá tenía cosas por hacer, y no quiero ser una molestia. Sin embargo odio verlo preocupado, por lo que acepté a quedarme tan sólo un rato.

La tarde pasó rápida entre películas, risas y café. Pronto se hizo de noche, y con ella se hizo la hora de regresar. Antes llamaría a John de todas formas, para que venga por mí y me acompañe a casa. Adolfo no es capaz de tocarme un pelo con él en la misma casa.

-Quédate a dormir aquí. No te permitiré volver con ese tipo.

-Germán, no. Está bien, puedo afrontarlo, no quiero abusar.

-Ésta es tu casa también. Quédate todo el tiempo que quieras.

-De acuerdo... -Dije resignada. –Pero llamaré a John para que me acompañe a recoger algunas cosas.

Forbidden (2022 - SIN EDITAR) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora