Capítulo VIII

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—Samantha, alguien te busca. —Escucho la voz de mi madre desde la planta baja.

— ¡Voy! —Grito. Dejo mi laptop de lado y bajo de mi cama para colocarme mis pantuflas y salir. Ayer por la tarde recibí una llamada de Ludmila, quedamos en hablar hoy por video llamada pero no se ha conectado.

Ruedo los ojos al cielo cuando recuerdo la llamada que recibí de su parte indignada por no haberla llamado alguna vez. Es una exagerada.

— ¿Quién me busca, madr...? —Cierro la boca al ver a Miranda sentada en los muebles de la sala.

—Yo te busco, Sam —Se levanta y se acerca a mí. Mi madre se asoma desde la cocina con una sonrisa en los labios como diciendo: "Ah, ya viste quien te busca"

Quería que me tragase la tierra. Las imágenes de mi con Matias en la piscina llegaron a mi cabeza de golpe, ella estaba aquí por algo y algo me decía que era por eso, o al menos, por el.

— ¿Podemos ir a un lugar donde estemos solas? —Pregunta, yo asiento y emprendo mi camino hacia la parte trasera de la casa, ella me sigue. Nos sentamos en la mesa de madera junto a la piscina y miro hacia esta mientras ella se toma su tiempo para hablar.

—Matias ha terminado nuestra... relación — Volví mi vista hacia ella con brusquedad pero sin transmitir nada en esta. — . Todo se volvió una mierda desde que volviste. —Termina. Esto último no lo dice con rabia impregnada en su voz, pero me afecto ver cómo un poco de dolor se filtraba en esta.

—Yo... no lo sé. —Tome una respiración profunda y baje la mirada, me sentía jodidamente culpable, entonces decidí hacer lo que nunca hago, o la mayoría de las veces —. Lo siento mucho. No fue mi intención afectar su relación.

Ella niega con la cabeza y emboza una sonrisa triste.

—Creo que fui yo la que lo daño todo. Sabía que Matias no te había superado del todo cuando decidí ser su novia, siempre había un destello de tristeza en él y también sabía que solo tú podrías hacer que volviera hacer el mismo. Ese chico inteligente y centrado del instituto, ese del que estaba enamorada desde el primer año. —A este punto está a punto de enterrar miles de cuchillos en mí, odio ver a la gente llorando y ella lo está haciendo.

—No sabía que estabas enamorada de él —La interrumpo—. Incluso, no sabía de tu existencia hasta que casi terminamos el instituto. —Ella asiente.

—Estabas muy metida en tu mundo como para notarme, a diferencia de ti. —Dice, esta vez sí hubo un destello de rabia en ella.

—No me gustaba ni me gusta ser notada. No es mi culpa. —Escupo.

—Le advertí que ibas hacerle daño, ¿Qué se iba a esperar de una chica como tú? — Fruncí el ceño —. No lo tomes a mal, pero ibas a peleas ilegales, tienes problemas de ira, siempre estabas enojada con el mundo y una psicópata te perseguía. Alguien tenía que salir lastimado y por supuesto no fuiste tú, sino Cassie y el. —La rabia trato de filtrarse en mi pero la aleje, de alguna forma tiene razón. Nadie debía acercarse a mí con Camila asechando.

—Se lo advertí a ambos también. Sé que todo fue mi culpa y por eso mismo me aleje de él.

— ¡Pero ya era demasiado tarde, ya el daño estaba hecho!—Dice, mi mandíbula se apretó con fuerza al escucharla alzar la voz. —Lo convertiste en una persona que no es, frio, amargado, triste... hasta que volviste, claro.

Paso las manos por mi rostro para tratar de aclararme, me estaba volviendo loca, estoy perdiendo la paciencia. No digo nada, ninguna dice nada por unos minutos, pero su mirada hacia mi había cambiado por completo, ahora solo veía rencor en esta.

-SAM-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora