Capítulo XXVI

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Matías Russell:

Estaba enojado hasta la mierda, lo que me había contado Cass era algo... ¿Qué se cree ese imbécil? Intento salir con Samantha y, ¿ahora se le mete por los ojos a mi hermana? no soy de peleas, pero en este momento quería destrozar su cara. Esto no se quedaría así, definitivamente no.

—Quiero pedirte que te calmes, no es momento para armar escándalos. Samantha se irá mañana a Brasil y lo que menos necesita es que le hagamos pasar por esto horas antes. —Me pide mi hermana, y es que estaba al borde de un colapso de ira. Se había aprovechado de la debilidad de mi hermana, la había enamorado y lanzado a la mierda con sus mentiras. No la amaba tanto si le había ocultado todo lo que paso mientras ella no estaba.

—De acuerdo. —Digo, seco. Me siento culpable de alguna manera. Le hemos ocultado tantas cosas a Cass solo para evitarles más dolores innecesarios. ¿Qué iba a pensar yo que ese imbécil, cobarde se le acercaría? Dios, ahora lo soportaba menos que nunca.


(...)

—Los espero, ¿de acuerdo? Te necesito a mi lado más de lo que imaginas. —Trague con dificultad. No mentiría, amo a Sam con todas mis fuerzas y sé que este es uno de sus más grandes sueños; pero odio ver como la golpean de aquella forma. Sé que ella es fuerte, que puede, que ha entrenado toda su vida para esto, pero siempre recibe algún golpe. Y me aterra que uno de estos pueda quitármela o afectar su vida más adelante.

—Sabes que siempre estaré allí para ti. Mañana saldré con tu familia y la mía. Estaremos a tu lado apoyándote en todo. —Me sonríe de esa manera tan suya y me rodea para pegar su rostro a mi pecho. Yo cierro los ojos con fuerza y aspiro su olor para pegarla más a mí. –Como si fuese posible- —. No tienes idea de cuánto te amo. —Susurro.

—Y yo a ti, amor. Con toda mi alma. —Exhalo, triste. Sin poder evitarlo. La única vez que me había separado de ella mi vida se fue a la mierda. Hoy, solo estaremos casi un día separados, pero sé que no podre dormir al pensar en todo lo que pueda pasar en estas olimpiadas.

—Samantha, ya todos están abordando. —Escucho a Carlos decir y me obligo a soltarla.

—Voy a estar contigo, ¿de acuerdo? No te voy a dejar sola. —Ella me besa una vez más, se despide y se va con Carlos, volviéndose un par de veces y mirando hacia donde estoy. Yo no me muevo hasta que desaparece de mi vista.

No estoy solo, por supuesto. Todos vinimos a despedirla, sus padres, los míos, Cass y varios amigos.

Siento un hueco en mi estómago, mi pecho oprimirse cada vez más fuerte. Yo la apoyare en todo sin pensar en cómo eso pueda afectarme, pero el solo pensar que le puede pasar algo todo a mi alrededor empieza a dar vueltas y todo en mi cabeza se vuelve borroso.


(...)

Llegamos al día siguiente pasado el medio día. Todo es una locura, la fiesta de las olimpiadas se siente en cada rincón del país y los turistas lo inundan. Hay personas de todas partes del mundo apoyando a cada miembro de su nación, identificándose con sus banderas.

Al día siguiente fuimos a la inauguración de los juegos. Aunque todos están eufóricos yo sigo neutro, no me saco de la cabeza a Samantha. Estoy feliz por ella y tengo fe en que va a ganar, que puede hacerlo, pero también se los peligros que corre. Carlos y Daniel van a acompañarla en todo.

Pude ver a Samantha en el "Desfile de Naciones" durante el cual participan la mayoría de los atletas marchando por el estadio país por país. Se presentaron varios eventos culturales. Después de que todas las naciones entraron el presidente del comité organizador da un discurso, seguido del presidente del COI. Después de todo aquello entra el representante del país anfitrión quien oficializo la apertura de los juegos.

-SAM-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora