Sebastian Yatra- No hay nadie más.
Ayer subí una de las dos novelas que estoy por escribir para ustedes, ojala y puedan apoyarme como lo han hecho con esta. Ya está en mi perfil y se llama "FORTY&TWENTY"
Samantha Collen:
Imagine que soñaba por la forma en la que veía cada una de las cosas. Todo es demasiado borroso... puedo reconocer algunos lugares, como el lago, el gimnasio, la escuela... todo pasa por mis ojos como si un video se reprodujese frente a mí, y seguía sin entender. ¿Qué es todo esto? ¿Dónde estoy? ¿Por qué visto de esta manera? Visto totalmente de blanco, me veo a mi misma demasiado blanca, o pálida... mi cabello no es de su color habitual, está mucho más claro. Es que... ¿acaso estoy muerta? –me pregunte a mi misma volviendo la vista en blanco al frente- todo se detuvo. Todas esas imágenes que cambiaban a mí alrededor se detuvieron y, de repente, estoy en el lugar que solía se mi favorito: el lago.
—Claro que no, tonta. —Una risita suave se escucha detrás de mí y, paralizada, me obligo a volverme pero estoy tan escéptica de que sea ella, que lo hago tan lento, con manos temblorosas y la confusión reflejada en mi rostro.
—Anabel... —Susurro, con un nudo en la garganta que me quiebra el alma. Es ella... esta parada a unos metros de mí con una sonrisa radiante que muestra parte de su dentadura. Viste un bonito vestido blanco, va descalza, con su habitual cabello suelto y demasiado brillante.
—Anabel... —se burla, haciendo una mueca con sus ojos y sus manos —. Parece que has visto un fantasma. —No dije nada, ella se acerca hasta que queda frente a mí, su sonrisa es la misma. Inhala mucho aire y lo retiene mientras aprieta sus dientes y me da una sonrisa más radiante —. ¿No piensas darme un abrazo?
Y, como si fuese en cámara lenta me lanzo hacia ella y la atraigo hacia mí, tomándola con todas las fuerzas que poseo. No cerré los ojos, no lo hice en ningún momento porque temía que todo desapareciera. Necesitaba más tiempo con ella. Era Anabel, y no entendía un carajo porque ella había... muerto. De un momento a otro, las lágrimas fueron insostenibles, me quebré. Empecé a llorar como solía hacerlo esa Samantha de siete años. La que no le importaba ser fuerte, la que no había creado una barrera entre ellas y las personas a su alrededor, la Samantha que corría, nadaba en ese lago, iba en bici a toda velocidad, la imperfecta en el boxeo, la Sam que vivía la vida.
—He muerto, ¿cierto? —Le pregunto cuando ella me separa y limpia mi rostro con una tela suave.
— ¿Qué te hace pensar eso? —No entendía por qué no borraba esa sonrisa de su rostro. No quería decirlo, pero junte toda la valentía que había quedado en mi cuerpo después de aquella descarga.
—Tu... —Digo —. ¿Recuerdas que...? —La pelinegra asiente, aun sonriente.
—Sí, Sami, y por eso estoy aquí... no has muerto, solo duermes... y sueñas conmigo.
— ¿Esto no es real? —Susurro. Ella frunce los labios pensativa.
—Para mí sí. Quise tomar esta oportunidad para volver hablarte. —Me toma de la mano y hace que nos sentemos a la orilla del lago. Nos quedamos en silencio por unos minutos mientras miramos aquel hermoso paisaje. —. Estoy aquí por ti, ¿sabes? —La mire. Mis cejas se juntaron en confunción. —. Sam, te has aferrado demasiado a mí, y no puedo irme hasta no ver que seas feliz. Que seas, ¡Samantha Collen! —Dice eufórica y recuerdo cuando éramos niñas y ella me acompañaba a mis entrenamientos y me prometía que gritaría mi nombre con euforia cuando ganara la mellada de oro que me haría la mejor boxeadora de todas. Gritábamos juntas "¡Samantha Collen!" Mientras caminábamos de vuelta a casa y reíamos como dos dementes hasta que nos dolía la pancita. Sonreí con nostalgia.
—Gane la mellada de oro. —Le informo. Ella sonríe como si ya lo supiera.
— ¿Dudabas que lo harías? ¡Por favor! Eres, ¡Samantha Collen! —Reímos —. He estado junto a ti siempre, Sam. Y ya es hora de que me vaya y tú regreses. Esos chicos... la rubia loca y el... sobre todo él, Sam. Son tus nuevos yo. Más que eso, ese chico te trae en la palma de su mano. —Quise negarlo, pero, ¿para qué? Ella tenía razón, Matías se ha vuelvo mi mundo.
—Eres una chismosa. —Digo y volvemos a carcajearnos. Vuelvo a mi seriedad habitual —. Pareces estar bien...
—Mucho. Estoy bastante bien, Samantha. Estoy feliz. Y necesito que tú también lo estés.
— ¿Y si me quedo, aquí, contigo? —Ella frunce el ceño —. Parece ser bueno aquí.
— ¿Y ellos? ¿Y él? Sobre todo él, Samantha. Ya todo acabo, todo va a estar bien ahora. —Exhale. Lo amaba, lo amo tanto que estoy dispuesta a dejar este momento por estar con él.
—Tienes razón.
—De acuerdo. —Dice, y esa sonrisa vuelve a aparecer en sus labios. Nos quedamos calladas por unos segundos más y luego vuelve a hablar. —. Entonces ya debo irme, me están esperando. —Anuncia, y se levanta haciendo que algo en mi pecho se estruje con fuerza. Me levanto de golpe. —. Fuiste y eres la mejor amiga que alguien puede tener. Te quiero muchísimo, Sam. —La abrace, y nuevas lagrimas salieron sin permiso. No recordaba la última vez que me permití llorar de esta manera.
—Te quiero muchísimo, Anie. —Susurro y siento como su abrazo se afianza aun más. Cuando cortamos el abrazo, la veo alejarse frente a mí, ladeando su mano, despidiéndose, dando pequeños brinquitos como una niña pequeña y con esa sonrisa tan suya. De pronto, se detiene a lo lejos y se vuelve hacia mí y habla.
—Por cierto, ¿Qué esperas? ¡Dile que si! —Y se volvió de nuevo. No me moví de mi lugar hasta que desapareció por completo.
Mire nuevamente todo a mí alrededor. Una neblina clara empezó a envolverme. Camine por el único lugar al que tenía una vista clara, todo se volvía cada vez más borroso, muy borroso. Todo apuntaba a que fuera a un camino que se había formado frente a mí, pero lo dude por unos segundos.
—Ve ahí, Sam. —Era su voz, y si ella me lo pedía no lo dudaría un segundo. Con pasos decididos me obligue a entrar hasta el.
Empecé a escuchar voces, muchas voces, que terminaron en una: la voz de Matías. Escuche pitidos, unos muy molestos. Varias imágenes de lo sucedido volvieron a mí y de pronto, una luz muy blanca me cegaba. Parpadee varias veces, muchas veces. Me encuentro en una habitación blanca. Escucho un pitido constante. Mis ojos tratan de adaptarse al lugar. ¿Seguía soñando?
Y lo vi... apareció en mi campo de visión. Esos ojos grises que jamás confundiría. Esos labios carnosos y que invitan a besarlos, es Matías. Coloca una de sus manos sobre la mía y mi cuerpo reacciona al instante a su contacto.
—Samantha. Mi amor, has despertado. —Veo sus ojos humedecerse y su mano en mi piel comienza a temblar. Trato de hablar, pero trata de detenerme, sin embargo, no me detengo. —. Llamare a un médico. —Lo detengo.
—Sí. —me mira confundido por unos segundos. Mi voz se escucha demasiado ronca y se me dificulta un poco hablar, pero me obligo a hacerlo. —. Si me quiero casar contigo... amor.
...
Instagram: IamgarciaV21- Vaneb21g.
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-SAM-
Teen Fiction¿Samantha Collen? Una chica egoísta que solo piensa en sí misma. ¿Cassie Rusell? He hecho una pequeña lapida en su nombre. La resignación a llegado a nosotros... a mi. -Matias Rusell. Voy a encontrarte así sea lo ultimo que haga. -Samantha. Seg...