Capítulo XXXI

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Samantha Collen:

—Collen Belled Samantha Nicolle. —Me levante tratando de ocultar la sonrisa en mi rostro. No pude. Los aplausos no se hicieron esperar, como a todos. Subí al escenario y recibí mi título de la mano del rector de la escuela de medicina.

—Felicidades, Sam. —Sonreí agradecida. Posamos para la foto y les salude a las siguientes personas con un apretón de manos, para luego levantar mi título a donde se encuentra toda mi familia. Por supuesto, aplaudían eufóricos.

Hoy es nuestro acto de grado. Y, mientras camino de nuevo hacia mi puesto puedo visualizar a cada uno de mis amigos sí, ya los llamo amigos. Son los mejores amigos que alguien en la vida podría tener. Sam, esta increíble, ha dejado de usar esos grandes lentes y opto por usar lentes de contactos. Sus ojos claros y esa sonrisa han llamado la atención de varias chicas desde que termino con Isabel. Esta ultima esta increíble, siempre lo ha sido, mi Matías se ha adaptado a mi estilo de vida, hermoso como siempre hoy viste esa toga y el birrete y sus ojos brillan como nunca. Cass está con mis padres y los suyos unas sillas por detrás de nosotros. Ya se la imaginaran, es toda una mujer. Ludmilla sigue igual de extrovertida que siempre, y hoy, se gradúa junto a nosotros.

Ya hace un par de meses que me he recuperado por completo. Mi vida, desde que paso en el estacionamiento de la universidad ha dado un giro de ciento ochenta grados. Tantas cosas han sido dejadas atrás por completo. Puedo asegurar que cerré un ciclo muy oscuro en mi vida al que jamás querría regresar. La Samantha de quince años ha vuelto, pero más madura y ahora, con un título universitario. El sueño con Anabel, encontrar a Matías a mi lado cuando desperté y la condena de Vitalia a cadena perpetua me hizo volver a mi antigua yo. Ella moriría en la cárcel por intento de asesinato.

Sonreír es más fácil ahora. Por casi seis años viví en vilo, al borde de un abismo del que me sentí caer más de una vez. Por alguna razón sigo aquí y voy a disfrutarlo al máximo.

He ganado dos campeonatos desde las olimpiadas. Me mantengo al margen con la prensa, aunque nunca falta alguien que nos fotografíe cada que salimos a comer o a divertimos un rato. Matías lo sabe llevar mucho mejor, respondemos a sus preguntas cuando lo creemos necesario y reímos de otras.

He contado con mi novio siempre, me acompaña a cada evento que me invitan y, aunque decidimos no casarnos aun, todos saben que lo tenemos en mente. Hasta me obsequio un bello anillo de compromiso que, como la persona cursi que soy ahora no me lo quito para nada.

— ¿Van a ir a mi fiesta? —Pregunta Isabel cuando el acto ha culminado. Todos estamos en el estacionamiento de la universidad. Mis padres, los de Matías, los de Sam, los de Isabel, todos. Es una locura ver tanta gente reunida en un mismo lugar.

—No lo sé. —Dice Sam. Ellos aun no se han superado y ambos ya tienen pareja. Sonreí volviéndome hacia Matías, el también lo hizo.

—Pues yo no te lo decía a ti. ¿Y ustedes de que se ríen? —Negamos con sarcasmo. Ellos saben porque reímos, pero no terminan de admitirlo.

—Tengan mucho cuidado, chicos. —Nos advierte mi madre. Le sonrío conciliadora. Ella se preocupa demasiado cuando cosas como estas pasan, sigue sin superar lo último.

Según la investigación policial y las declaraciones de Vitalia, todo lo hizo porque su esposo, el padre de Camilla, Andrew, se lo pidió. Lo último que le pidió antes de suicidarse fue vengarlo a él y a su hija. Esa mujer estaba bastante afectada por la muerte del hombre que, además de ser su esposo eran primos cercanos. La policía nos informo que cuando Vitalia se separo de su esposo fue a casa de Andrew por ayuda pues su pareja la había dejado sin nada. Sin saber cómo, empezaron una relación entre ellos y le decían a todos que estaban casados. Una locura, algo demasiado enfermizo. El la moldeo a su gusto e hizo con ella lo que quiso. Ese día entendí porque Camila era como fue.

Mi padre, para descartar, contrato un investigador privado y pidió saber si ambos tenían parientes cercanos, él quería evitar que, si lo había, no fuesen tan enfermos como ellos y también quisieran hacernos daño. Por suerte no fue así, venían de una familia pequeña de dos hermanos y cada uno solo tuvieron un hijo que resultaron ser ellos dos. Y sus padres ya han muerto.

Carlos por su lado, no se confió. Alegando que esta gente consigue seguidores igual de enfermos que ellos me puso una persona de seguridad. La niña en mi volvió y patalee hasta más no poder negándome, pero era eso o renunciaba a ser mi entrenador. Lo mire con ojos entornados. ¡Era un tramposo! Pero debí aceptar, lo amaba como a un padre más y nunca aceptaría que alguien más fuese mi entrenador.

He conocido a muchas personas, personas famosas, desde jugadores de futbol, boxeadores súper famosos hasta cantantes. Me han invitado a prestigiosos premios de música donde he sido presentadora. Mi vida ahora es increíble. Y la disfruto al máximo.

Mi relación con Matías es... transparente. Así podría llamarla. Como dije antes, hemos decidido esperar para casarnos, porque queremos hacerlo, pero decidimos disfrutar nuestra juventud primero, solo tenemos veinticuatro años. Las locuras entre ambos no paran, los juegos, las salidas, ¡hasta hemos viajado! Así como también, hemos peleados y nos hemos dejado de hablar por días, bueno, exagero, lo máximo que duramos enojados son dos días. Así somos.

La prensa me ha inventado miles de relaciones con otros chicos, y también, han especulado sobre que mi relación con Matías ha terminado más de una vez, haciendo que las redes sociales donde se la pasan combinando nuestros nombres se vuelva una locura. A veces solo me encierro en mi habitación todo el día a leer un buen libro y me olvido del mundo exterior. Eso me tranquiliza.

Todo ahora está en calma. A diferencia de antes, todo mi cuerpo parece disfrutar de lo que me rodea. El más mínimo detalle, la caricia más pequeña, la música, disfruto de mis padres, de la comida de mi madre, porque cuando nos toca viajar la extraño. Ella, además de ser la mejor médico de todas es una excelente chef. Al lago voy casi siempre, es un lugar que me transmite una tranquilidad increíble, me recuerda por completo a Anabel y de alguna forma la siento allí cada que voy. En el viento, en el agua... en cada cosa que veo. La mayoría de las veces vengo sola, las otras, con Matías.

Ver las plantas a nuestro alrededor me recuerdan a Cassie, ella y mi hermano siguen en la universidad y sé que no la ha pasado muy bien, pues ha tenido varios asuntos con su novio, Luis Lerman. Marcos viaja cada que puede y me comenta algunas cosas, pero sé que no todas, son muy buenos amigos y él se preocupa demasiado por ella. Me entristece verlo así de angustiado y me molesta que Cass sea tan tonta para no ver que el siente algo por ella.

He comprado una casa en mi pueblo, vivo sola aunque Matías siempre viene de visitas. Sé que cuando era una chiquilla quería salir huyendo de aquí, decía odiar este pueblo, pero hoy niego al recordar aquello. Mi pueblo es hermoso, era yo la que cargaba con muchas cosas, odiaba estar aquí porque sabía que Camila también lo estaba, porque Anabel había muerto acá... pero termine aquí, en el lugar que decía odiar y que ahora solo me trae paz, y cuando salgo de él no quiero otra cosa más que regresar...

Ahora, soy plenamente feliz, cumplí cada uno de mis sueños y alcance mis metas. Tengo amigos geniales y una familia que me ama, ¿Qué más se puede pedir a la vida? Perdí una amiga, pero cuando abrí los ojos y salí de ese lugar oscuro descubrí que gane cinco más...

...

Recuerden leer Cass, para conocer la historia de Cassie.


-SAM-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora