Capítulo XVII

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Sam:

Todo a mí alrededor da vueltas, ese odio que no sentía hace mucho volvió a mí en el momento que ella abrió la boca. Dos días suspendida, dos días sin poder entrar a las prácticas por culpa de esa perra imbécil, zorra hija de puta, arrastrada, regalada. Camino por el pasillo directo a la salida con manos empuñadas, golpeando y pateando todo lo que se atraviese en mi camino. Veo borroso, pensamientos en mi cabeza llegan proponiendo hacer cosas estúpidas, pero no, niego una y otra vez, solo necesito llegar a mi apartamento y tomar la medicación adecuada.

—Samantha —Su voz es un cuchillo que se adentra en mí cada vez que habla y me hace mucho daño. Sé que no es su culpa, sé que es mía por haber huido, pero no soporto saberlo con alguien más, soy tan malditamente egoísta que creo que hubiese preferido que permaneciera solo por todo ese tiempo.

—Aléjate —Susurro, sé que no me ha escuchado, pero no pude evitar decirlo. No quiero que me vea de esta manera, de la manera tan débil en la que lloro. Nunca había llorado así por un hombre, nunca. Mi rostro está lleno de lágrimas y estas sales sin permiso y a borbones de mi rostro.

—Mi amor, por favor, Sam. —Camina un paso por detrás de mí. Cuando salgo del bloque, el aire frio pega en mi rostro haciendo que me sienta más fría y miserable.

—Solo llévame a mi apartamento, por favor. —Pido, deteniéndome de espaldas hacia él. Me rodea, se coloca frente a mí y toma mi barbilla para levantar mi rostro, al ver mi estado, puedo notar su mandíbula tensarse.

—Necesitamos hablar, Ceñito. Voy a decirte como fue todo. —Niego, lo hago porque no debería importarme lo que paso con el cuándo lo deje. —.Sí, lo haremos. Esto que tenemos es muy sólido como para que ella lo arruine con uno de sus comentarios.

—Hoy no... no te imaginas las cosas que pasan ahora mismo por mi cabeza. Estoy jodida Matías, por hoy es suficiente, este trastorno es más fuerte que yo. —Me observa detenidamente y limpia algunas lágrimas con sus dedos.

Tomo un respiro profundo por su toque y mis ojos se cierran por inercia. El es la única medicina que necesito ahora mismo...

Ya en el auto y de regreso a mi apartamento ninguno de los dos pronuncia una palabra, podía ver por el rabillo del ojo las miradas que me da de vez en cuando, lo cierto es que me aterra la posibilidad de que la llegada de esa chica afecte nuestras vidas, nuestra relación.

Si él estuvo con ella en una ocasión, ¿Por qué no lo hará una vez más? Si salió con ella fue porque algo lo atrajo.

—Deja de torturarte, Ceñito. Puedes preguntarme lo que quieras —Su voz ronca y quedada me hace volver mi vista hacia él, sus hermosos ojos brillan con tristeza plasmada en ellos. Odio verlo así, odio que estemos así, pero necesito aclararme muchas cosas.

—Mejor mañana, hoy solo déjame en casa. —Susurro volviendo la vista al frente.

—No voy a dejarte sola, ni de coña.

—Por favor...—Pido, volviendo la vista hacia él, lo veo aferrar el volante con fuerza y tensar su mandíbula pero no dice nada.

Detiene el auto en el estacionamiento subterráneo de nuestro edificio, el camino a nuestros apartamentos es totalmente en silencio, no hubo más que unos toques suaves para guiarme dentro del ascensor y fuera de este. Se despidió con un beso en la mejilla y se fue sin más, tuve el impulso de pedirle que se quedara pero sabía que era una mala idea.

Dentro del apartamento me encuentro con mi hermano y mi compañera, están sobre l sofá de la sala viendo algo en la tv.

—Necesito hablar contigo —Pido a mi hermano, el debe saber algo.

-SAM-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora