Capítulo V

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Mis muslos dolían. Duelen demasiado, pero no es hasta que llego a mi casa cuando me detengo y bajo de la bici. Corro a mi habitación y me meto en esta cerrando la puerta con seguro detrás de mí.

El techo de mi habitación es interesante ante mis ojos cuando los recuerdos de lo ocurrido me atacan. Sus ojos, sus labios, su cabello, su voz, el... todo el. Matías se ha metido en cada centímetro de mi piel, en cada célula y aun no recuerdo el momento en que lo hizo. Las lágrimas no tardan en salir de mis ojos y las seco con rabia, ¿Por qué lloro? Yo no lloro, ¿Por qué he llorado tanto estos días que he regresado?

Debo alejarlo, dejarlo ir que sea feliz con su ex amiga, ahora su novia.

Mirando al techo y con las manos en mi pecho la bruma del sueño me ataca y me dejo llevar por ella...


—Hija... Sam —Escucho la voz de mi madre mientras remueve con cariño mi cuerpo. Abro los ojos —Preguntan por ti en la planta baja. —Pongo los ojos en blanco y el nudo en mi garganta vuelve.

—Dile que se vaya, Madre. —Sentencio, dándole la espalda —. Dile que me deje en paz.

— ¿Te ha hecho algo ese chico? —Pregunta, yo aferro aun más mi cobija. Niego con la cabeza.

— ¿Qué no entiendes? Yo le he hecho daño a el, no se merece que lo siga haciendo, pero el insiste. Mamá —Digo, volviéndome y mirándola —. Soy destructiva y agresiva, ya le hice suficiente daño a el y a su familia con lo que paso con Cassie. Por favor, Madre, dile que se vaya. —Se sienta a mi lado y toma mi cuerpo para arroparlo en un fuerte abrazo.

—Tu no haz hecho daño a nadie. Mucho menos a Matías. No eres destructiva ni nada de esas tonterías que haz dicho. Eres la persona mas noble que he conocido en mi vida, Sam. Además, no es Matías quien te espera. —Dice, mi ceño se frunce.

— ¿Entonces quien? —Susurro confundida.

—Es ese chico, el de la familia Lerman. No recuerdo su nombre. —Mierda.

—Tomare una ducha y bajare. —Digo. Ella asiente y sale.

Me aseo completamente, tomo un vestido blanco que ha dejado Mamá para mi y después de enfundarme en el y colocar mis zapatillas negras, bajo.

Luis Lerman espera en la parte baja, se le ve ansioso mientras habla con otros chicos que reconozco, ellos también iban al instituto. Ya hay muchas personas en casa, hoy es el sepelio de mi abuela. Cuando alza la mirada y me ve bajar las escaleras camina a paso decidido hacia mí, cuando lega, me envuelve en sus brazos.

— ¿Por qué no me avisaste? —Susurra en mi cabello. No digo nada, solo acepto su abrazo y me refugio en el por unos segundos. Cuando nos apartamos retira mi cabello y hace que lo mire —Fui a buscarte en tu piso, el vigilante me ha dicho lo ocurrido. Lo siento mucho. —Asiento con la cabeza y frunzo los labios, tratando de embozar una sonrisa.

—Todo... es una locura, porque ella estaba bien —Digo, quebrándose mi voz en las últimas palabras. El vuelve a tomarme en sus brazos.

Cuando me suelta nuevamente lo invito a sentarnos al lado de mi padre que esta en el gran mueble de la sala, Luis no duda en tomarme de la mano. Cuando alzo la mirada al frente, lo veo... Matías nos observa con rabia y una pizca de dolor, me congelo al verlo; pero Luis me sobrepasa y camina delante tirando de mi cuerpo. Ambos se retan con la mirada, y yo la aparto un segundo de el para mirar a la chica a su lado, Miranda. Ella mira a Luis y luego a mí, nuestras miradas quedan fijas por unos segundos y me sorprende que no me mire con odio o indiferencia, su mirada hacia mi es indescifrable, no transmite nada y no la entiendo, por lo que vuelvo a mirar al frente.

-SAM-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora