Capítulo VII

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Tristán.

-¿Ya se fue tu enamorada?

Alzo la vista frunciendo las cejas. Ramón, el barman, me mira con una sonrisa mientras limpia un vaso con un trapo.

-Hey, yo solo digo hombre. Como te vi seguirla detrás del antro me imagino que se divirtieron un rato.
-Es una niña malcriada- digo dando otro sorbo de mi Whisky.
-Pues yo te vi muy interesado en ella.

Alzo una ceja.

-No es mi tipo.
-Ninguna es tu tipo Tristán- dice burlón.
-Exacto. Yo no busco novias.
-Sólo chicas con las cuales divertirte.

Lo señalo con un dedo.

-Exacto.

Ramón suelta una breve carcajada mientras niega con la cabeza. Siempre con eso de las novias, creo que lleva cinco años insistiendo con lo mismo. ¿Que no ve que no me interesan las mujeres?

-Bueno, el amor te llegará Tristán, no dudes de eso.

Sonrío burlón y me levanto.

-Si llega, le patearé el culo, no tengas duda de eso.

Meto las manos en mis bolsillos y camino hasta la salida. Cuando salgo miro hacia arriba, esta apunto de llover. Me encorvo un poco y camino a paso tranquilo por las calles. Mi departamento no está muy lejos del antro, como a diez minutos caminando. Mientras camino puedo ver a varios peatones pasar, unos borrachos, varias parejas demasiado cariñosas para mi gusto y de vez en cuando prostitutas afuera de los hoteles esperando a un cliente.
Niego con la cabeza mientras paso, no entiendo por qué hay tantas mujeres sin un poco de dignidad.

Siento algo en mi nuca, así que alzo la vista y me doy cuenta de que ya está lloviendo, genial.

-No, por favor...

Una suave voz llega a mis oídos. Al principio pensé que era un gemido de excitación, pero al agudizar mi oídio me doy cuenta de que es un gemido de dolor. ¿Otro vampiro?
Acelero mi paso, siguiendo la débil voz de una mujer que suplica.
Poco a poco voy sintiendo la presencia de un vampiro. Podría ser esa chica del antro... U otro vampiro. Pero eso es casi imposible, los vampiros no han estado en México desde hace casi cien años, ¿y que de repente allá más? Estúpido.

-Por favor no...-chilla una niña.
-Callate y subete de una vez.

Me detengo en seco. Giro mi cabeza lentamente hasta el otro lado de la banqueta. Maldita sea con esa mujer.
Hay una pequeña camioneta blanca estacionada en un edificio blanco, justo enfrente del mio.
Ella toma del brazo a una chica pequeña, como de unos trece años y la empuja adentro de la camioneta.

-¡Esto ya es el maldito colmo!- grito sin poder evitarlo.

Ella gira su cabeza bruscamente y me mira asombrada, luego mete a la última chica a la camioneta de forma brusca y cierra las puertas.
En menos de dos segundos estoy a su lado.

-¡¿Que mierda crees que haces!? ¡Son niñas!- grito con fuerza

Ella se mira las uñas mientras habla.

-¿Y? Todos mueren.
-Pero ellas son muy jóvenes, no puedes...
-¿Perdon?- alza la vista con las cejas alzadas.- ¿Que no puedo? Entonces veme.

Trata de pasar por mi lado pero la tomo del brazo con fuerza, haciendo que ella se queje y me mire con rabia.

-Dejarás libres a esas niñas ahora.
-¿Y quien me obligará? ¿Tu?
-No quiero lastimarte-  murmuro conteniendo la rabia.

Ella sonríe burlona y me apunta con un dedo.

-Sueltame.
-Promete que las liberarás.
-Jodete- escupe.

No puedo más. Con la otra mano la tomo del hombro y la arrojó varios metros lejos de mi. Rápidamente me coloco detrás de la camioneta y abro la puerta. Diez niñas acurrucadas entre sí sueltan un grito y me miran asustadas.

-Las sacaré de aquí- digo tranquilizándolas.

En eso una patada en mi costado hace que caiga al suelo. Alzo la vista y veo a esa chica mirándome ceñuda.

-Ellas son mi oportunidad, y tu no me las quitaras.

Me levanto y la tacleo, recargando todo mi cuerpo encima de ella.

-¡Corran!- les grito a las niñas.

Ella se empieza a remover tratando de apartarme, pero soy más fuerte que ella.
Las niñas salen corriendo mientras chillán. Cuando estoy seguro de que no queda ninguna cerca, la tomo por el cuello y la levanto, recargandola con brusquedad en la camioneta.

-Maldito imbécil- dice la vampiresa tratando de liberarse de mi agarre.
-Son niñas, ¿como te atreviste si quiera?

Ella aprieta la mandíbula pero aparta la mirada de mis ojos. Respiro hondo tratando de alejar mi instinto de matarla y aflojo un poco el agarre.

-Las necesitaba.
-¿Para que? ¿Para comerlas?

Ella me mira furiosa.

-Para salir a la luz del sol.

Frunzo las cejas. ¿Salir de día? La suelto de golpe mirándola extrañado. Ella tose un poco y se endereza mirándome con una mueca de disgusto.

-Estas mintiendo- digo.- eso es imposible.
-Si lo fuera no las hubiera secuestrado, ¿no crees imbécil?
-Ya te dije que me llamo...
-Tristán, si, te escuche la primera vez.

Entecierro los ojos. Que mujer tan irritante.

-Dime que es eso de salir a la luz del sol.

Ella bufa, parece molesta. Bueno, no es la única. Se cruza de brazos y me mira desafíante.

-Hice trato con una bruja. Me daría un amuleto para salir a la luz del sol a cambio de diez vírgenes.- señala detrás de mí.- pero eres tan idiota que las dejaste ir.
-Pero eso es imposible. Ese hechizo no existe.
-Existe- afirma.- sólo que no es muy común, además de que requiere de mucha energía y práctica.
-¿Y tu como sabes eso?- pregunto.
-¿Será por que encontré a una bruja que me está ayudando? Si que eres estúpido.

Aprieto los dientes. Si sigue así le cortaré la maldita lengua, habla de más.
Pero a pesar de eso, la idea de salir a la luz del sol me resulta fascinante, extraño.
La miro y asiento.

-Bien, haremos otro trato con esa bruja.

Ella abre los ojos sorprendida y alza las palmas.

-Wow, wow, wow. Calmate allí. ¿Quien dijo que vendrias?
-Quiero saber si lo que dices es cierto.
-¿Y a ti que te importa si lo que digo es cierto o no?
-Por que yo también quiero volver a ver la luz del sol- murmuro mirando a otro lado.

Esto es verdaderamente ridículo. No le cuesta absolutamente nada llevarme con esa bruja suya. Vuelvo mi vista a ella y me sorprendo al ver que está sonriendo.

-Bien, pero me pagarás por este favor.
-¿Es en serio?- pregunto sorprendido.

Ella se gira y sube a la parte del piloto. La sigo y entró a la parte del copiloto.

-Si. Y te costara muy caro.

La miro frunciendo las cejas. Ella sonríe de medio lado y enciende el auto. A pesar del disgusto que tengo, no puedo evitar sonreír un poco.

-Trato hecho.

Noche de Sangre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora