Capítulo XXV

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Tristán.

No puedo creer mi incompetencia. Por salirme de la casa, Tina y Christian casi mueren y Kesha... Maldita sea.
Todo el camino a sido en silencio, Tina a colocado la sabana en la ventana para que mi hermano no se carbonice y ella... simplemente ve hacia la ventana, pérdida en sus pensamientos.

-¿A donde vamos?- pregunta Christian de repente.
-A París. Tina y yo hemos perdido mucho tiempo en Miami.
-Veo que no fueron sólo de vacaciones.
-Te lo dije. Estamos aquí por órdenes de la princesa Dalia.

Miro por el retrovisor. Tina sigue mirando la ventana, absorta a todo lo demás. Aún no entiendo como es que la muerte de Kesha le ha afectado tanto.

-Tina, ¿estas bien?- pregunto.

Silencio.

-¿Como te atreves tan siquiera a hacer esa pregunta?- intervine Christian.- Acaba de ver cómo muere su amiga...
-No era mi amiga- habla por primera vez Tina.- pero era una buen persona.

Su voz es lejana, casi como si estuviera recordando algún acontesimiento mientras habla.

-No entiendo Tina, pensé que la odiabas- comento mirándola rápidamente por el retrovisor.
-Ahora me doy cuenta de que no la odiaba tanto como creí- me mira. Tiene una mirada melancolica.- Me salvo la vida Tristán... Dos veces. Y no pude hacer lo mismo por ella.

Frunzo las cejas. Vuelvo a mirarla por el retrovisor. Nunca creí que esas palabras salieran de la boca de Tina. Y peor aún, que Kesha la haya salvado tantas veces. Estiro mi mano y tomó la suya, ella aprieta mi mano, está deprimida.

-Pudieron ser unas buenas amigas.
-Pero eso nunca lo sabre- murmura ella.

Suspiro para mis adentros. Si que le ha afectado su muerte. Conduzco como loco, y en menos de diez minutos ya estamos en el aeropuerto. Salimos del auto y caminamos a paso rápido hasta - una señora como de unos cuarenta años nos mira frunciendo el ceño.

-Buenos días- saluda.
-Hola. Tres para París.
-El siguiente vuelo es en diez minutos...
-Los quiero.

Ella alza las cejas sorprendida por mi tono de voz. Teclea rápidamente en su computadora e imprime tres boletos. Los tomo con brusquedad y salimos disparados a la sala de espera. Tina se sienta en el primer lugar que ve, se cruza de brazos y mira a la nada. Se ve tan... Molesta.

-Iré por algo de comer, ¿vienes?- dice Christian colocándose al lado mío.
-No.
-Bien.

Christian se gira y va en busca de su alimento. Pongo los ojos en blanco, ya ni por qué estamos en un aeropuerto lleno de personas deja sus deseos de matar.
Camino hasta Tina, inclinandome enfrente de ella, tomo sus manos acariciando su muñeca con mis pulgares.

-No fue tu culpa- murmuro.
-Lo sé. Pero me hubiera gustado hacer algo para evitarlo...- me mira.- no pude salvarla Tristán.

Frunzo los labios. ¿Que le dices a una persona que piensa que no sabe hacer nada bien?
Ella niega con la cabeza y mira a otro lado.

-No se que decirte...- comienzo cuidadosamente.- pero no eres una inútil Tina, puedes hacer grandes cosas...
-¿Como que?- suelta con brusquedad.- sólo sirvo para matar Tristán, no soy capaz de salvar una vida.
-Me salvaste a mi. Me salvaste aquella vez en casa de Anakin.
-Eso fue distinto.
-¿Por que? ¿Por que me quieres?

Me arrepiento casi al instante. La cabeza de Tina gira bruscamente hacia mi, mirándome con el ceño fruncido. Maldición, yo y mi bocota.

-No quise decir eso...

Y sin previo aviso, mis palabras son calladas por sus labios. Abro los ojos de par en par. Esta besándome. Tina tiene los ojos cerrados, y sus labios acariciando los míos con suavidad. Cierro mis ojos y abro mi boca, dejando entrar su lengua. No entiendo su cambio de humor tan repentino, pero carajo, no me interesa ahora, sólo puedo estar concentrado en sus dulces labios sobre los míos.
Coloca una mano en mi mejilla y se separa. Abro mis ojos, tiene una mueca divertida en su rostro.

-Ni aunque fueras el único hombre en la tierra podrías gustarme.

Frunzo las cejas. ¿Que? Se endereza cruzándose de brazos de nuevo mirando a otro lado. ¡No puede volver a hacerme esto! Me levanto de un salto, fulminándola con la mirada, otra vez se ha burlado de mi.

-Dime que mierdas hice para que me tratarás asi- murmuro lleno de furia.
-Acostarte con una estúpida antes y  después de haberme ilusionado.

Abro los ojos de par en par. ¿La ilusione? Ella me mira, su rostro expresa molestia, pero sus ojos... Tristes.

-No quise...
-...lastimarme, lo sé. Pero lo hiciste.
-Ni siquiera teníamos nada real, no se como te afecto tanto.

Vuelo 360B con destino a París, favor de abordar ahora.
Tina se levanta colocando el bolso en su hombro.

-Tienes razón. No teníamos, ni tendremos nada real.
-Tina...

Tomo su brazo, tratando de detenerla, maldición, ahora me siento fatal.

-¡Ya, ya, llegué! ¡Vamonos antes de que el vuelo salga!

Christian llega corriendo deteniéndose al lado mio. Pero no aparto los ojos del rostro de Tina. No quiero.

-Eh... ¿Me perdí de algo?

Tina aparta su brazo bruscamente y nos mira con una sonrisa descarada.

-Claro que no. Vamos idiotas, París espera.

Y sin vernos camina con paso firme hasta la entrada del avión.

Noche de Sangre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora