Capítulo XXXV

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-¡Tina!

Me giro tirando el tubo a un lado. Christian corre hacia mi con cara de preocupación.

-¿Pero que paso? De repente estabas detrás de mi y desapareciste.
-Me sorprende que no te hayas dado cuenta- digo ladeando la cabeza.- para ser un vampiro cauteloso.
-Estaba molesto, solo quería llegar al hotel.
-Claro.

Paso por su lado y camino de vuelta al hotel. Maldita sea, estaba tan cerca. Pero en algo Renaldo tenía razón. No podría matarlo, ellos llevan siglos en este mundo y yo solo meses, no me imagino el como seria acabar con sus vidas.
Christian se coloca al lado mío, mirándome con el ceño fruncido.

-¿Que paso allá?
-Solo me encontré con los vampiros que me convirtieron en esto.
-¿Que? ¿Encontraste a Reyna y a Renaldo?- pregunta sorprendido.
-Mas bien, ellos me encontraron a mi. De alguna forma supieron que estaba en Amsterdam de nuevo, y peor aún, sabían que iría al lugar de mi muerte.
-No digas eso. Tú no moriste.

Me detengo en seco y me giro a él molesta.

-¿Ah no? ¿Y que es lo que me hicieron entonces? Me quitaron la vida y la reemplazaron por maldad, por una vida eterna a la cual no quería pertenecer.
-Solo te dieron un poco más de tiempo.
-¡¿Tiempo para que?!- grito.

Christian niega con la cabeza.

-Para enmendar todos tus errores.

Parpadeo perpleja. ¿habla de mi o de él? Christian vuelve a negar con la cabeza y sigue caminando delante de mí esta vez.

****

Recargo las manos en la orilla de la ventana, dejando que el aire frío golpe mi rostro mientras el aire se lleva el humo de tabaco de mis labios. Quito el cigarrillo de mi boca y vuelvo a expulsar el humo, viendo de nuevo como desaparece en la oscuridad de la noche. No se que hora será, pero sin duda en unas cuantas horas amanecerá y un nuevo día será perdido para salvar nuestras vidas.
Sólo queda un día. Un día y toda mi esperanza se ha ido por la borda.
No quiero morir, ese es un hecho, pero matar a Tristán no solucionará el problema. Sólo tengo que recuperar esas tres esferas y todavía falta encontrar la Copa, dos días no son suficientes para todo ese viaje.
Doy una última calada al cigarrillo y lo tiro al suelo. Estoy tan cansada, cansada física y mentalmente. También quedan Reyna y Renaldo. Esos dos míseros rufianes malditos. No se que pasara a continuación, pero se que no será fácil quitarles esa esfera al igual que no será fácil salir con vida de esto.

Suspiro y me giro para entrar de nuevo a la habitación, pero una figura en las sombras esta parada al lado de mi cama, mirándome.

-Lamento lo que pasó.

Aprieto los labios y camino adentro ignorando las palabras de Tristán. Me tiro en la cama mirando al techo. Él se sienta al borde de la cama sin apartar la vista de mi.

-¿No dirás nada?- insiste
-¿Tengo que?
-Por favor.

Giro un poco mi cabeza y lo veo a los ojos, los cuales reflejan arrepentimiento. Niego con la cabeza y vuelvo a mirar al techo.

-No hay mucho que decir. Un día más y moriremos. No hay mucho que se pueda hacer con un día de vida, considerando que seguimos en Amsterdan y regresar a México sería casi imposible.
-Lo podemos lograr.

Suelto una leve carcajada. Lo vuelvo a mirar, sólo que esta vez tiene una mirada molesta.

-No jodas.
-Es en serio Tina- pasa una mano por su cabello.- podemos encontrarlos. Christian me dijo que te los topaste hace unas horas. Si salimos ahora...
-Esta por amanecer Tristán- digo esta vez elevando un poco la voz- te recuerdo que ellos no son inmunes a la luz del sol.

Tristán niega con la cabeza y toma mi mano.

-Tenemos parte del día para saber dónde se esconden. Y en la tarde, aún con la luz del sol a nuestro favor obligarlos a decirnos dónde está la esfera.

Me incorporo quedando sentada y retiro mi mano de la suya.

-Aunque así fuera, y con milagro quedáramos vivos, aún falta un pequeño detalle.

Tristán frunce las cejas confundido y está vez no puedo evitar golpearle la cabeza con fuerza. Él gruñe y se toma la nuca con la mano.

-¿Pero que...?
-Lo que Xitlali pidió fue la Copa de Lucifer, no las estúpidas esferas. Aunque las consigamos Xitlali no las aceptará, quiere la Copa, no las esferas.

El rostro molesto de Tristán cambia a una preocupada. Sabe que tengo razón. Esa perra de Xitlali no lo aceptará, no aceptará este fallo y aún teniendo las esferas nos matara por no traerle lo acordado. Tristán suspira y se tira en la cama jalándose el cabello, yo solo me limito a cerrar los ojos y esperar a que el día pasé rápido y todo esto termine. Ya no hay más oportunidades, ya no hay esperanza para solucionar lo que este imbécil causo. La muerte es la salida más fácil ahora, y la única que tenemos como recompensa. ¿Que si estoy siendo pesimista? Mucho. Ya no se puede hacer nada.

La puerta se abre de golpe y aparece Christian mirándonos a ambos. Alzó una ceja interrogatoria.

-Tal vez haya una solución.
-¿Estabas escuchando imbecil?- digo fastidiada.

El asiente. Tristán se incorpora y me mira extrañado. No se de que habla pero si dice una estupidez juro que le rompo el cuello.

-¿Y?- inquiere Tristán.
-La princesa Dalia.

¿Y quien es esa?

Noche de Sangre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora