Noche de Sangre.

Capítulo XVII

Tina.

Seré estúpida. Estúpida y mil veces estúpida. Sabía que este idiota me causaría problemas, me confundiría, pero no, no quise escuchar a mi cerebro. Genial Tina, has quedado como una completa idiota.
Entro al hotel con cara de pocos amigos y digo, no es para menos. Camino rápidamente por los pasillos, evitando cruzarme con alguno de esos vampiros idiotas. Pero para mi mala suerte las puertas del elevador se abren y Christian aparece con una chica morena riendo a carcajadas. Cuando me mira frunce las cejas.

-¿Tina? ¿Pero que te pasó?- dice mirandome de arriba a bajo.
-Muevete.

Entro y los empujo fuera del elevador. Christian se gira mirándome confuso.
Aprieto el botón y miro hacia otro lado mientras las puertas de cierran. Cierro mis ojos y suspiro. No puedo dejar de sentirme estúpida, inconsciente, débil.
Las puertas se abren en el piso cuatro y salgo lo más rápido que puedo. Sólo quiero tirarme en la cama y dormir hasta que toda esta mierda acabe. Paso las manos por mi cara, ya frustrada. Entonces oigo las puertas del elevador abrirse. Aprieto la mandíbula, si Christian viene a joderme otra vez le arrancaré la garganta...

-Tina.

Me paro en seco. Él...
Me giro y veo cómo Tristán se acerca a mi a grandes zancadas. Siento todo mi cuerpo tensarse, ¿pero como me siguió sin que me diera cuenta?
Se detiene a pocos centímetros de mi, tomando mi cara en sus manos.

-Lo siento, soy un imbécil.
-Pues vaya que lo eres- digo con dureza.
-Lo sé. No debí meterme con Kesha pero... Yo te quiero a ti.

Abro los ojos sorprendida. ¿Que acaba de decir? Trago saliva tratando de poder decir algo, pero sólo siento como las palabras se atoran en mi garganta.
Él niega con la cabeza y acerca mis labios a los suyos, besándome.
Cierro los ojos y contesto su beso. Pero hay algo distinto. Lo siento. Sus labios no son suaves como hace un momento, son distintos, irreconocibles. Pero la presión en mi pecho ignora ese detalle, sólo enfocándose en el extraño sabor de sus labios. Rodeo mis manos en su cuello atrayéndolo a mi y no puedo evitar que un suave gemido salga de mis labios.
El rodea mi cintura y al instante brinco, enrollando mis piernas en su cadera. El beso se intensifica, produciendome excitación. Será un imbécil pero carajo si miento en decir que no me vuelve loca este vampiro.
Sus manos bajan, recorriendo todo mi cuerpo, bajo un poco la cabeza y besó su cuello, mordiendolo ligeramente. El gime. Lo quiero en mi cama, ahora.
Me bajo y separo nuestros labios.

-Creí que era una idiota- murmuro.
-Yo jamás te diría eso. Eres brillante, sexy y hermosa.

¿Que? ¿Brillante? ¿Pero que...? Aprieto mis ojos con fuerza, para después parpadear varias veces. No me había dado cuenta de que sentía una extraña sensación en mis ojos, como si estuvieran borrosos. Mi vista se nubla un momento, y cuando regresó en si, la furia y asco me invaden.
La imagen de Tristán desaparece, y es reemplazada por el rostro de Christian.

-¿Que pasa nena?- pregunta Christian.
-¡Maldito imbécil!- grito empujándolo.

El retrocede confuso, luego me mira fijamente y una sonrisa de medio lado aparece en sus labios.

-Ya has salido de la ilusión. ¿Pero como supiste?
-Tristán jamás me diría que no soy idiota. Me lo repite a cada rato. Pero tú- camino hacia él apretando los puños con fuerza.- me las pagarás imbécil.

Golpeo con fuerza su pecho, haciendo que salga disparado hacia atrás. Se levanta rápidamente y justo en el momento en que voy a volver a golpearlo me toma de las muñecas, haciéndome retroceder, pegando mi espalda contra la pared.

-¿No querías cogerme hace unos minutos? Que indecisa eres.
-Me mentiste. Y te arrancaré la cabeza Christian, maldito idiota enfermo.
-Ah, no, ya recuerdo- dice ignorando mi comentario.- tu querías llevarte a la cama a Tristán, no a mí. Pensé que lo odiabas.

Trago saliva mirándolo fijamente. No le dare la satisfacción de verme dolida. Él sonríe y me suelta, mirándome burlón.

-Pero si quieres puedo hacer que veas lo que tú quieras y cumplir tu sucia fantasía.
-Largate- digo a media voz.
-Oh vamos Tina. No te molestes hermosa, sólo te hacía un favor. Claro, como estas enamorada de mi estupido hermano, creí que sería bueno darte el gusto de pensar que alguna vez se fijaría en una machorra como tú.

Respiro hondo. Ignorándolo lo mas que puedo. No necesito esta mierda. Él se acerca y con un dedo alza mi barbilla, obligandome a verlo.

-No te desilusiones, Tristán jamás a querido a nadie. Y jamás te querrá a ti.

Aprieto la mandíbula y alzó mi mano soltándole una fuerte cachetada, haciendo que su cabeza gire con brusquedad a un lado.

-Te dije que te largues- digo esta vez con voz dura.

Él me mira con una sonrisa burlona y se separa de mi. Trago saliva con dificultad, si antes me sentía estúpida ahora me siento una mierda. Oigo como unos pasos se acercan rápidamente, miro a mi izquierda y veo cómo Tristán aparece corriendo. Cuando nos ve se detiene en seco mirándonos con las cejas fruncidas. ¡Genial, esto no podría ser peor!

-Adiós nena- dice Christian guiñandome un ojo y caminar hasta las escaleras.

Me quedo inmóvil. Cierro mis ojos y aprieto mis labios resistiendo el impulso de gritar de frustración. Eh caído como toda una imbécil. Y de seguro Christian irá con Richard a contarle la gran estupidez que he hecho al pensar que era Tristán el que me besaba.

-Tina, ¿que hacías con ese imbécil?

Su voz me saca de mis pensamientos. Lo miro por un momento, luego me giro y camino a mi habitación.

-¡Tina! No te vayas, escucharme, mierda.
-¡No!- grito girándome. Ahora está a pocos metros de mi, mirándome con el ceño fruncido.- escuchame tu. Se acabó Tristán, nada de juegos, nada de perder el tiempo. Va a ser con ayuda de esa perra o sin ella, pero no perderemos más tiempo. Quiero la ubicación de esa estúpida copa y regresar a casa. Y será contigo o sin ti.

Me giro y entro a mi habitación cerrando de un portazo.