Capítulo X

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Tristán.

Siento como mis ojos se llenan de un brillo singular. Ahora estoy admirando el amanecer, un precioso y espectácular amanecer. Hace tantos años que no veía uno y la verdad, es como volver a respirar.

-Funcionó. No puedo creer que funcionó.

La miro, sigue observando el horizonte. Creo que no se ha dado cuenta de que ha hablado en voz alta. La luz del amanecer ilumina su rostro, haciendo que su cabello negro torne un color rojizo, y sus ojos negros brillen como una bola de cristal. Es tan...

-Tenemos que irnos- dice girándose de repente.- el tiempo corre.

... Molesta. Pongo los ojos en blanco y la sigo por la azotea. Bajamos hasta su departamento y entramos.

-¿Hasta donde iremos?
-Primero a Estados Unidos, luego a Amsterdam, y por último a la India.

Casi al instante se tensa cuando pronuncio Amsterdam. Frunzo las cejas, ¿dije algo malo?

-¿Por que no ir directamente a la India? Damos demasiada vuelta- dice molesta.
-Tengo a mis informantes allá. Toda información sobre la Copa es bien recibida.
-No puedo creer que me haya metido en esto- murmura tomándose la frente.

Pongo los ojos en blanco y me cruzo de brazos. Y yo no puedo creer que me lié con una niña- pienso.
Suspira tirando sus manos a los lados y regresa a su habitación.

-¿Que haces? Tenemos que ir al aeropuerto- grito mientras se va.
-Tengo que recoger algo de ropa. Seré vampiresa pero no pienso vestir siempre igual.

Pongo los ojos en blanco. Exagerada. En pocos segundos sale con una maleta gris llena de quien sabe que cosas.
Me acerco y trato de tomar su maleta, ya saben por caballerosidad. Pero aparta mi mano de un manotazo.

-Tranquilo mi chico, que ya hace mucho tiempo que las princesitas como yo hacemos todo lo que los hombres hacen y no pasa nada.

No puedo evitarlo, suelto una carcajada.

-De acuerdo machorra.
-No, machorra no, princesita, idiota, prin-ce-si-ta.

Sonrío ampliamente y niego con la cabeza. Ella también sonríe y deja la maleta en el piso.

-¿Tu no empacaras?- pregunta
-Ya lo hice. Sólo lo básico. Están en el auto.
-¿Tienes auto?- pregunta burlona.
-No. Es prestado.

Ella bufa y asiente.

-Ya. Robado mejor dicho.
-Es lo mismo- pongo los ojos en blanco.

Pero que irritante es, joder. Toma una liga de la mesa y se hace una coleta, luego agarra su maleta y caminamos hasta el último piso.

-¿Cual es?- pregunta cuando ya estamos en la acera.
-Le negra.

Señalo una camioneta negra aparcada al otro lado de la acera. Ella asiente y camina hasta ella. Prendo el auto y ella arroja su maleta en la parte trasera. Se sube al asiento del copiloto y cierra de un portazo.

-Que humor- digo cerrando la puerta y metiendo la llave para arrancar el auto.
-Sólo arranca quieres- murmura molesta.

Bufo. Esta sí que está loca. Un momento está alegre, otra molesta y otra indiferente, en serio que necesita ayuda.
Conduzco en silencio, un silencio incomodo a decir verdad. No se que me espera en Estados Unidos, hace años que no he ido. Sólo espero y la reacción de Christian no sea... Agresiva.
Aprieto el volante y suspiro para mis adentros. Desde que me fui de Miami las cosas con Christian cambiaron mucho, y desgraciadamente no para bien. Sólo espero y me perdone.

-¿Estas bien?

Frunzo las cejas y la miro de reojo. Ella tiene el ceño fruncido y los brazos cruzados.

-¿Que?
-Estas apretando muy fuerte el volante y has acelerado más de lo debido.

Miro el velocímetro y frunzo más las cejas. Voy a más de ciento treinta. ¿En que momento hice eso? Bajo la velocidad y dejo de apretar el volante que con tanta fuerza apreté.

-Casi rompes el volante. ¿Quieres que tengamos un accidente de auto?
-No podemos morir.
-Lo sé- suspira.- sólo... Conduce como la gente normal.

Asiento. Eh vuelto a perder el control.
Minutos mas tarde llegamos al aeropuerto y bajamos del auto. Me coloco unos lentes de sol, ya que la luz empieza a lastimar mis ojos.
Rodeo el auto, abro la cajuela y bajamos las dos maletas.

-¿Donde dejaras el auto?- pregunta.
-Allí. Seguro el dueño lo reportó y ahora lo buscan.
-Que considerado.

La miro. Tiene una sonrisa cínica, le sonrío de igual manera y entramos al aeropuerto. Caminamos directamente al mostrador. Una mujer de cabello castaño y uniforme azul nos mira y sonríe exageradamente.

-Buenas tardes, ¿en que puedo ayudarles?
-¿En los putos boletos?- murmura Cristina.- ¿para que mas?

Pongo los ojos en blanco. Ella y sus lindos modales. Le sonrío a la chica, a lo cual ella se sonroja.

-Buen día, quiero dos boletos a Estados Unidos.
-¿Ciudad?- pregunta mientras teclea en su computadora.
-Miami.

Siento un pequeño golpe en mi brazo. Bajo la vista y veo la mirada asombrada de Cristina. Alzo una ceja divertido.

-¿En serio? ¿Miami? ¿Vas a tomar el sol o que? No son vacaciones Tristán.
-No. Pero amo ese lugar, además tengo un amigo que nos dará techo, comida e información.
-¿Información de que? ¿De como surfear?- pregunta molesta.
-Tal vez- me encojo de hombros.

No entiendo por qué está molesta. Miami no es un lugar feo, pero mi informante esta allí. Playa, informante, lindas chicas. ¿Que más puedo pedir?
La chica me entrega los boletos que salen en diez minutos, así que tomamos nuestras maletas y caminamos a paso rápido hasta nuestra puerta.

-¿Sigues molesta?- pregunto.
-No estoy molesta.
-Pues dicelo a tu cara.

Ella pone mala cara y me enseña el dedo medio.

-Sólo no quiero hacer este ridículo viaje. ¿No puedes ir tu solo?
-No- niego con la cabeza.- tu tienes un amuleto también y aceptaste el trato con Xitlali. Tienes que acompañarme.
-Pero odio viajar.
-¿Y como sabes eso si nunca has viajado?
-¿Quien dijo que no?- se cruza de brazos.

Frunzo los labios.

-Entonces si has viajado ¿por que lo odias tanto?

Rápidamente aparta la mirada y se muerde el labio. Paso una mano por mi cabello, esperando su respuesta.

-Me dan miedo los aviones- dice sin mirarme.
-¿En serio?
-¿Parece que bromeo?- inquiere mirándome por fin.

Niego con la cabeza. Si le dan miedo los aviones... ¿Por que no lo dijo en el momento en el que pedí los boleto? La miro fijamente, esperando que haga un movimiento que delate su mentira, pero en cambio me regresa la mirada, desafiante. Me enfoco a mirar bien sus ojos. No son negros en su totalidad, tienen un toque verde en ellos, pero es tan suave que casi no se ve. Su piel es más pálida que la mía, su cabello es tan negro como el plomo y sus labios, tienen un toque rojizo que los hace ver grandes y suaves.

-Pasajeros del vuelo ochenta y tres con destino a Miami. Favor de abordar.

Quito mi mirada de su rostro y tomo mi maleta. Ahora siento una presión en mi pecho, una presión molesta.

-Vamos.

Y sin esperarla camino hasta la puerta correspondiente.

Noche de Sangre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora