Capítulo XI

395 37 5
                                    

Tina.

Paso por esa pared que detecta metales que por tercera vez. Maldita sea ¡ya matenme!

-No entiendo porque sigue sonando la alarma- dice un policía a otro.
-Tal vez este averiada- dice el otro policía.
-Voy a perder el puto vuelo si no me dejan pasar ya- exclamó ya molesta.

Ahora quiero arrancarles la cabeza por incompetentes. Tristán posa una mano en mi hombro, creo que ya sabe que voy a perder el juicio.
Un policía hace una seña y otro se acerca a nosotros con un perro. El perro empieza a olerme y luego gruñe. Aprieto la mandíbula y miro al animal fijamente. Casi al instante su gruñido cesa y se aleja de mí, temeroso.
Alzo la vista y veo que los policías me miran extrañados.

-¿Ya puedo pasar?- pregunto.
-Aún no sabemos si...
-¡Ya pase por este tonto aparato como por diez veces! ¡Ya me desnude, comprobando que no llevo nada! ¡Ahora, me deja pasar o le...!
-Ya basta Cristina- murmura Tristán en mi oído. Mira fijamente al policía, y puedo notar como su pupila de dilata mientras habla.- nos dejará pasar, ahora.

Su pupila regresa a la normalidad. El policía parpadea un par de veces y se hace a un lado. Trato de no mirar a Tristán sorprendida, ha usado su poder de intuición.
Por fin tomo mis cosas y subimos al maldito avión. Nos sentamos de mi lado derecho, yo en la ventana y el del otro lado.

-Por eso odio los malditos aviones- murmuro.
-Más bien a la gente, Cristina.
-No me digas Cristina- digo frunciendo las cejas.
-¿Entonces como?

Aparto mi vista de él y miro al frente.

-Tina.
-¿Tina?
-Si, Tina. Sordo- murmuro al último.

Él asiente saca un libro de su mochila. Por el rabillo del ojo lo observo y me doy cuenta de que es "El símbolo perdido"
Muy buen libro. Suspiro, ya estoy aburrida. Me acomodo en el asiento y cierro los ojos, tratando de dormir.

****

Despierto con un dolor horrible en la garganta. Esta esta seca y rasposa.
Necesito comer. Miro a mi derecha, Tristán sigue leyendo, bien, ahora tengo a un nerd a mi lado.
Mis ojos se enfocan más haya de Tristán, hay dos chicos murmurando entre ellos mientas me miran. Uno es alto de cabello castaño, y el otro de cabello rubio. Sonrío de medio lado, ya tengo mi comida lista.

Paso una mano por mi cabello, luego saco mi lengua y la pasó lentamente por mis labios. Ellos abren los ojos de par en par, sorprendidos de que les haga caso. Me muerdo el labio y les mando un beso. Sonríen de medio lado excitados y les regreso el gesto.
El de cabello rubio señala la parte trasera y asiento. Los dos se levantan y veo cómo disimuladamente entran al baño.

-Ni lo pienses.

Pongo los ojos en blanco y miro a Tristán, que sin despegar la vista del libro habla.

-Aquí no se puede, es muy arriesgado.
-Tengo hambre.
-No Cristina, resiste, ya falta poco.
-No estoy pidiendo tu permiso.

Me levanto pero él coloca una mano en mis piernas sentándome de golpe.

-Dije que no- ahora si me mira.
-Oh son ellos o son todos los pasajeros. Y sabemos que no me tomara ni cinco minutos matarlos a todos.

Él tensa la mandíbula y me mira con ojos entrecerrados. Alzo la barbilla mostrándole seguridad en mis palabras.

-Entiendelo, no hay forma de que ocultes los cuerpos. Nos meterás en problemas.
-Entonces les borramos la memoria.
-¿Sabes hacerlo?- inquiere.

Alzo una ceja y sonrío de medio lado. Al principio frunce las cejas confuso, pero después de verme un poco más abre los ojos y niega con la cabeza.

Noche de Sangre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora