Capítulo IX

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-Dime que no he vendido mi maldita alma por nada.

Caminamos por el pasillo hasta la puerta. Xitlali decidió quedarse abajo y literalmente nos echo de su casa.
Tristán niega con la cabeza mirando al frente.

-Tengo una idea de donde está.
-¿Una idea? ¿Osea que no sabes exactamente donde está esa maldita Copa?
-No.

Lo miro boquiabierta. ¡¿Osea que moriré por su culpa?! Salimos de la casa, Tristán de dirige a paso rápido a la camioneta, pero rápidamente me coloco enfrente de él. Él alza una ceja.

-¿Que?- inquiere.
-¿Como que, que? Acabas de vender mi alma a cambio de una copa de la cual no sabes de su paradero.
-Dije que tengo una idea.
-¡Eso no me sirve!

Lo empujo provocando que casi caiga al suelo. El me mira molesto y se endereza.

-Tranquila, lo encontraremos, tengo amigos por todo el mundo...
-¡¿Y?! ¡Estoy segura de que a cambio querrán algo!
-Se los daremos.

Me cruzo de brazos apretando la mandíbula. ¡Aun no entiende la gravedad de todo esto!

-Eres un imbécil.

Lo rodeo y camino de vuelta a casa. Tengo que cambiar esto, convencer a Xitlali de que cambie el trato. No moriré por su culpa.

-¿A donde crees que vas?

Me toma del brazo y me gira bruscamente, haciendo que mi cuerpo choque con el suyo. Alzo la vista y lo miro ceñuda.

-Voy a entrar ahí y haré que esa maldita bruja cambie el trato. No pienso ser parte de esto.
-Pues lamento informarte que no cambiará de opinión. ¿Viste la emoción en sus ojos cuando nombre la Copa? No la harás cambiar de opinión.
-Pues entonces me quedo sin amuleto y ya.

Trato de apartarme pero no me deja, en cambio aprieta más mi muñeca.

-Tu estarás dispuesta, pero yo no.
-Sueltame o te mato- gruño.
-Tendrás más fuerza que yo, pero soy más viejo que tu, y por lo tanto, más hábil. Intentalo, y terminarás muerta antes de lo que tienes planeado.

Frunzo las cejas. Maldita sea, tiene razón. Había leído algo como eso. Los vampiros nuevos tienen más fuerza por que tienen sangre de humano en su organismo, lo cual dura unos tres meses. Pero los vampiros más viejos son más hábiles que los nuevos. Son viejos, antiguos, y por lo tanto, más letales.
Suspiro, rindiendome. Aunque haga mil cosas estoy segura de que podrá arrancarme la cabeza sin despeinarse.
Asiento y apartó mi mano de un jalón. Tristán se endereza y me mira fijamente.

-Te guste o no, estamos juntos en esto. Y tenemos que apoyarnos.
-Tienes razón, no me gusta.

Lo rodeo y subo al auto. Estoy tan cansada, sólo quiero irme a casa y dormir por horas.
Cierro los ojos y suspiro. Esto no será nada fácil, no quiero hacer esto, pero si me reuso o Tristán me mata o lo hace el amuleto. Si, estoy jodida.
Cuando abro los ojos no me sorprendo al verlo en el asiento del copiloto.

-Yo iré a mi casa, tendrás que caminar- digo prendiendo el motor.
-Mi casa está cerca de la tuya, no te preocupes.
-Creeme, no me preocupo ni en lo más mínimo.

****

Entro a mi departamento y me tiro en la cama. Me siento tan cansada tanto física como mentalmente. Este ha sido una noche de locos enfermos.
Me tapó bien con las sábanas y cierro los ojos.

-¡Mamá! ¡Mamá!

Corro por los pasillos desesperada, no encuentro a mi madre, ¡¿donde esta mi madre?!
Siento las lágrimas correr por mi rostro sin control, estoy desesperada, muerta de miedo.
Las luces parpadean sin control, gruñidos se escuchan por toda la casa, y mi voz estrangulada grita sin control.
Miro a mi alrededor, buscándola pero no la encuentro. Giro en una esquina y de pronto mis pies descalzos sienten un líquido cálido.
Miro abajo. Es una charco rojo, como agua. Camino lentamente tocando la pared con la yema de mis dedos sin querer despegarme de algo sólido.
A lo lejos hay una habitación con la puerta entre cerrada y una luz roja se asoma por la puerta.
Acelero un poco el paso, respiro hondo y tomo el valor de abrir la puerta.

Tristán esta allí. Parado, mirando un bulto blanco con rojo. Tiene la boca llena de un líquido rojo, un rojo intenso, macabro. Él gira su cabeza y me  sonríe. Extiende su mano y la tomo sin titubear.

-Juntos- murmura.

Entonces me doy cuenta de que lo que en realidad tiene en la boca es sangre. Abro los ojos de par en par y miro a donde tenia su atención antes. No son bultos. Son persona. Personas muertas, desgarradas, cubiertas de sangre... Su sangre. Pero eso no es lo que causa un gran mareo. No son cualquier personas. Son mis padres, mi familia.

Miro a Tristán llena de pánico, entonces sus ojos cambian a rojos mientras me muestra una sonrisa llena de satisfacción.

-Juntos- repite tomando mi mano.

Despierto con un leve grito. Mi pecho sube y baja rápidamente, y mi cuerpo transpira.
Toco mi frente suspirando. Odio cuando tengo este tipo de sueños.

-Si sigues así terminarás loca Tina- me digo cerrando los ojos.
-¿Eso es científicamente posible?

Con velocidad salgo de la cama y me coloco al otro lado de la habitación. Tristán se incorpora alzando un poco las manos.

-Lamento haberte asustado.
-¿Que haces aquí?- pregunto sintiendo la vergüenza y la rabia invadirme.
-Pronto amanecerá. Quisiera que saliéramos y miráramos de nuevo el sol.
-¿Los dos?- inquiero burlona.

El baja las manos y asiente serio.

-Juntos.

Trago saliva. Debe ser una maldita coincidencia. Suspiro asintiendo un par de veces.

-¿Cuanto falta?
-Diez minutos para la puesta de sol.
-Bien. Sal de aquí, tengo que cambiarme.

Él hace una mueca y sale. Maldita sea, me volveré loca si sigo con estos sueños de mierda.
Tomo un pantalón blanco, una blusa negra, unas botas negras y me visto.
Escarmeno mi cabello y salgo de mi habitación. Tristán esta sentado en el sofá mirando a la nada. Me acerco y chasqueo mis dedos enfrente de sus ojos.

-Vuelve al mundo idiota.

Él pone los ojos en blanco y se levanta. Caminamos fuera de mi departamento y subimos a la azotea. No puedo evitar sentir miedo. Si los amuletos no funcionan... Adiós mundo cruel.

Subimos hasta la azotea y me abrazo a mi misma.

-No tengas miedo.
-No quiero morir- murmuro.
-Ni yo- admite.

Lo miro y me sorprendo cuando veo que me esta mirando. Trago saliva y aparto mi mirada de él.

-Recemos a los Dioses entonces.

El asiente y miramos las montañas, esperando a que el sol se asome.

-¿Quieres hacer algo antes de morir?- pregunta tratando de bromear.

Sonrío de medio lado, conteniendo la risa.

-Matar a todo idiota que me pregunté eso. ¿Te sirve?

Un bufido sale de su boca. Me tapo la boca con los dedos evitando reír.
Entonces pasa. El cielo se torna naranja, dejando al sol asomarse.
Tenso mi cuerpo y espero lo peor. Pero no siento mi cuerpo quemarse o dolor.

La luz del sol toca mis pies, para luego subir lentamente por mis piernas, hasta mi cuello, para finalizar en mi rostro. No puedo apartar la mirada de las montañas. La luz que refleja el sol en el cielo es... Lo más maravilloso que he visto en toda mi vida. Naranja, amarillo, rojo... Es tan...

-Hermoso- murmura.

Miro a Tristán que tiene su mirada fija en el horizonte. Sus ojos negros tienen un toque de asombro e ilusión. Regreso mi vista a las montañas mientras un leve suspiro sale de mis labios, admirando el amanecer.

Noche de Sangre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora