Vivir con el enemigo

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-¿Como amaneciste? -escuché a alguien decir, seguidamente un rayo de luz iluminó toda la habitación.

-¡Mamá! No quiero ir a la escuelaaaaaa -me quejé tomando la sábana más cercana y cubriendome todo.

-Hahaha no soy tu madre -las palabras de Leo me devolvieron a la realidad haciendome sentir avergonzado por haberle llamado mamá.

-Lo lamento -dije avergonzado tras la sábana.

-Descuida, a mi tampoco me gustaba ir a la escuela a tu edad -de pronto sentí un peso extra en la cama y unos brazos rodeandome sobre las sábanas.

-Ni siquiera recordaba lo que había pasado ayer... -comenté con pereza, no tenía muchas ganas de levantarme.

-Pero ya lo recuerdas ¿verdad? -sentí un poco de miedo en su voz lo cual me derritió el alma.

-Claro que sí, como podría olvidar una noche como la de anoche -respondí de forma pícara haciendolo reir, seguidamente me acerqué más a él.

-Bueno, ¿y como amaneció el chico más lindo del mundo?

-No tengo ni idea de como este él, ¿porque no le preguntas? -Leo soltó una gran carcajada.

-¿Estas jugando conmigo? Obviamente me refería a ti -me quitó las sábanas de la cara y volvió a besarme por varios segundos.

-Bueno, yo amanecí perfecto aunque no me considero el chico más lindo del mundo.

-Lo eres para mi -me volvió a besar pero esta vez me obligué a pararlo.

-Leo... no sé como decirte esto, es solo que...

-Solo dilo -respondió adoptando un tono un poco más serio.

-¿No crees que vamos demasiado rápido? Quiero decir apenas ayer nos conocimos...

-Oh, era eso... bueno podemos ir más lento si es lo que quieres.

-Gracias, es solo que enserio me gustas y no quiero ir demasiado rápido y arruinarlo porque... porque enserio quiero tener algo serio contigo.

-No te preocupes, será como tú quieras -me besó en la nariz y luego se levantó de la cama poniendose contra la ventana haciendo que el sol ilumara su perfil, llevaba una camiseta blanca y unos calzones negros que por cierto le quedaban bastante bien.

-Gracias -murmuré por lo bajo, ya que en estos momentos estaba ocupado admirando... las vistas.

-De nada, y bueno ahí está el baño por si quieres tomar una ducha, dejé algo de ropa mia para ti, no creo que te quede muy grande.

-Oh sí, gracias -estaba a punto de levantarme cuando recordé algo, miré debajo de las sábanas y efectivamente estaba desnudo.

-¿Pasa algo?

-No, es solo que... bueno es que estoy desnudo -escondí la cabeza tras las sábanas.

-Oh, bueno sí ayer nos desnudamos ¿tienes vergüenza?

-Muy ridiculo ¿no?

-Muy lindo -me dedicó otra de sus sonrisas- te diré que, bajaré un momento a ver como quedó mi dulce hogar después de la fiesta y mientras tú tomas una ducha ¿te parece?

-Está bien -asentí, aunque dentro de mi se me había venido la idea de que me acompañara en la ducha...

*

-Entonces, hablame más de ti -Leo me miró con sus ojos profundamente mientras que bebía de su jugo de naranja.

Estabamos en un restaurante que quedaba cerca de su casa al cual él me había invitado, me dijo que le hubiera gustado cocinarme algo pero con el desastre que había quedado de la fiesta esa idea quedaba desechada.

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