7.

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Al final ya habíamos ordenado todo y comenzaríamos a partir del Lunes.

- Dios, ¡qué hambre! -me queje sin pensar.

-¿No ha desayunado? -preguntó Jasmine, sorprendida.

Reí por su reacción infantil y negué.

-No, debo confesar que también se me hizo tarde y no pude comer algo; sólo me tomé un café.

-Rayos, pues yo ni eso, ¿le parece bien, acompañarme a desayunar? -sugirió y sonrió.

Me puse un tanto nerviosa, me iba a negar, no suelo hacer amigos mientras trabajo. Me levanté para pedirle que se retirará y fuese a desayunar pero ella no se levantó, sólo volteó a verme y no me quedó más que suspirar y aceptar su invitación. Asentí y ella aplaudió con emoción.

Confieso que me sorprende lo infantil que pude llegar a actuar.

...

La chica insistió en llevarme en su auto, juró que me traería de regreso a tiempo para seguir laborando.

Llegamos a una cafetería muy linda que nunca había notado que estaba allí, tomamos asiento y lo único que hice fue jugar con mis dedos como boba adolescente.

-Buenos días, señoritas -saludó el mesero entregándonos una carta de menú para cada quien-. ¿Qué pedirán?

-A mí traeme el desayuno especial -dijo Jasmine cerrando la carta.

-Bien-anotó en su pequeña libreta-, y ¿usted? -preguntó el mesero dirigiéndose a mí.

-Lo mismo -pedí dudosa. Pues no había puesto atención en el menú.

El mesero asintió y se fue dejándonos solas.

-Y bien... -dijo Jasmine después de varios segundos silenciosos-. ¿Estás casada?

-¿Qué? -reí nerviosa-. No, de hecho estoy muy lejos de eso.

-¿Qué? -preguntó confundida-. ¿Por?

-Por... -miré sus ojos curiosos mirándome- No sé por qué toda la gente se ha empeñado en saber ésa respuesta -dije con fastidio cruzándome de brazos.

-Pues porque es muy raro, te dedicas a organizar bodas.

-Sí, sé cual es mi trabajo -respondí obvia.

-Bueno y... ¿qué sueles hacer después de trabajar? -preguntó incómoda tratando de cambiar de tema.

Y me quedé muda. ¿Qué podía responder si no hago nada genial?
Al no saber qué responder, intenté buscar una salida aunque no sabía qué hacer. Y de pronto, algo se me ocurrió. Tomé el celular y frente a ella fingí que había sonado.

-¿Bueno? -hablé evitando la mirada de Jasmine -. Ah sí, voy para allá -dije fingiendo sorpresa y colgué.

Jasmine me miró confundida.

-Ay lo siento, tengo que irme -dije buscando en mi billetera dinero para el taxi y para pagar mi desayuno que no he probado-. Me llamaron de... de... de la guardería de perros y ya tienen al mío.

-¿Qué? -preguntó algo divertida y confundida-. ¿Guardería de perros?

-Eh... sí -dije nerviosa-. Eso.

-Eso no existe -comenzó a reír-. Quizá te refieres a una veterinaria o algo así.

-Ahhh sí, eso, tengo que irme.

Me levanté de prisa y salí de allí dejando unos billetes sobre la mesa. Estaba afuera esperando que pasará algún taxi pero nada y entonces salió Jasmine deprisa buscándome con la mirada.

-¡Hey! -gritó al verm-. Puedo llevarte.

-No, no... -me negué nerviosa-. No es necesario.

Me di la espalda y busqué con urgencia un taxi pero ella me tomó del brazo haciendo que volteará a verla. De cerca era aún más bonita, cosa que me sorprendió. Ella me miró y sonrió.

-Vamos, te llevo por tu mascota -dijo sonriendo.

-Es que no es...

-Ya fueron por mi auto -me interrumpió-, sólo dime dónde es y te puedo llevar.

Paranoica me miré yendo a una guardería de perros y resultar que el perro no existe.

-Sabes qué -dije más nerviosa que antes-. Puedo ir después -Y me dispuse a volver a la cafetería.

-¿Qué? -rió divertida-. Tonterías, mira, ahí viene el auto, vamos.

¡Oh rayos! Ahora de dónde saco un perro, de dónde saco una guardería de perros donde según me conozcan. Rayos, rayos, rayos. Subí al auto y le indiqué a dónde ir; era una plaza donde adentro tienen una guarder... veterinario.

...

En todo el camino Jasmine me habló de lo mucho que ama los animales, tiene dos gatos y tres perros y dijo que tenía pensado adoptar uno más. Pero no ponía mucha atención, estaba nerviosa.

-Y dime... ¿qué raza es tu perro? -me preguntó curiosa mientras entrábamos al estacionamiento.

-Eh... -Comencé a mirar como loca a mi alrededor en busca de algún perro o algo, y justo ella llevaba de decoración un peluche de un perro gordo, grande y gracioso-. ¡Como el de tu peluche!

-¿Qué? -preguntó aún riendo y miró su peluche-. Ahhh un bulldog.

-Sí, ése...

Y cuando noté, ya estaba apagando su auto. ¡AHORA QUÉ!

Me Enamoré de la NoviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora