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Joder, todo era hermoso.

Todo estaba tan hermoso, había una mesa con una vela en el centro, platos, toda la iluminación eran de esas lucesitas de navidad. Solo que todos los focos eran blancos.

—Idiota —susurré—, soy una idiota.

Mónica miraba a la ciudad y no escuchó cuando yo llegué, o quizá sí pero me ignoraba. Tenía que arreglar las cosas que como siempre, arruino yo.

—Hey —dije y me puse a lado de ella—. Éste es un lindo detalle.
—Lo es —respondió ella de mala gana.
—Mónica, lo lamento —intenté tomar su mano, pero fue inútil, ya que ella se alejo de inmediato.
—¿Lamentar qué? —dijo mirándome dolida, joder, estaba llorando—. ¿Qué siempre dudas de lo que siento por ti? ¿de lo fría y mierda que puedes llegar a ser?
—Sí, eso y más. Sé que siempre lo arruino, Mónica... por favor no me dejes de nuevo.
Mónica soltó una risita sarcástica y apretó sus labios mientras me señalaba—. ¿Yo te dejé? —volvió a reír con sarcasmo—. ¿Eso crees que hice?
—Pues... sí —respondí no muy segura.
—Mad, tú fuiste la que decidió irse con... con ella, creeme que si hubiera vuelto cuando seguías con ella; no me hubieras dado una oportunidad.

«¡Bien jugado!» pensé. Ella tenía toda la razón del mundo, siempre la tenía y detestó que me deje callada por eso.

—Tienes razón —baje la cara—. Debo irme, mañana trabajaré y pasado me voy con George y Karen.

Mónica no respondió, ni me miró, solo hizo como si en realidad no hubiéramos hablado.

—Mónica, te amo —dije dispuesta a irme.

Caminé lento esperanzada en que ella me detuviera, que me abrazará por la cintura, que me pidiera que nos casáramos. Pero no, ella no se movió de donde estaba y yo ya estaba por cruzar la puerta.

Apreté mis labios y salí de ahí, al bajar no pude contener más el llanto, saqué mi celular y llamé a Karen, ella me dijo que llegaría por mi en unos minutos.

   ...

Estaba Karen sentada en el sofá y yo acostada en el con mi cabeza recargada en sus piernas. Ella acariciaba un mechón de mi cabello he intentaba tranquilizarme, pero no podía.

—Esas ganas de cerrar los ojos y que todo vuelva a ser como antes —susurré—. Que Mónica y yo siguiéramos siendo esas amigas que salían a bares juntas.
—De nada sirve lamentarse, no debes arrepentirte de lo que ha pasado hasta ahora entre ustedes —respondió en seguida Karen con una tranquilidad absoluta, como si ella fuera mi madre.
—Ya sé que no sirve.

Madie, tienes que arreglar las cosas. No puedes simplemente echar todo a la basura como si nada.
—Intenté hacerlo —respondí un poco obvia.
—No basta con intentar, ella vale la pena, obviamente no sería fácil.

  ...

Ya era sábado, eran exactamente las 4:30 am, George insistió en que teníamos que irnos temprano para poder llegar allá temprano, se sorprendió al saber que Mónica no iría.

—¿Esa es tu maleta? —dice George. Yo asentí—. ¿Qué llevas?
—Sólo otro cambio de ropa —dije muy apagada, más que por el sueño, estaba triste.
—Se ve que te dejaron —dijo él y Karen le dio un codazo para que se callará.

George manejaría y me indicó que yo manejaré las dos últimas horas, que aprovechara para descansar. Karen iba en el asiento del copiloto y pues yo me quede sola atrás.

Subí al auto y en seguida me acomode para dormir, George y Karen igual ya habían subido.

Son cinco horas de camino, las suficientes para lamentarme que Mónica no esté aquí.

—Entonces. ¿Qué pasó con Mónica? —preguntó George de la nada. Al parecer él no sabía nada.
—Terminamos —respondí sin más.
—¿Terminaron? ¿de nuevo? ¿por qué?
—Sí, bueno. Ella, yo... es que no sé, se podría decir que, no... —mordí mi labio—. Sólo terminamos.
—¿Ya no la amas? —preguntó George.
—¡Claro que la amo! —grité enfadada.
—¿Entonces? —preguntó él un poco confundido—. Se supone que cuando terminan es porque ya no se aman, no porque estén completamente enamorados.
—Se supone...
—Tonta.

Después de aquella plática decidí que lo mejor sería dormir, aparentar que nada a pasado y ya.

  ...

Abrí los ojos con lentitud, reconocía donde estábamos, ya solo faltaban unos treinta minutos para llegar, pero se suponía que George me despertaría.

El auto estaba estacionado afuera de una cafetería, supuse que estarían ahí desayunando, baje y acomode un poco mi cabello, entré a la cafetería y solo estaban ellos y otros dos chicos que me miraron en seguida.

—¡Aquí! —gritó Karen como si fuera difícil localizarlos.

Me acerqué arrastrando los pies y me senté a lado de Karen. Ella me acerco un jugo de naranja y me sirvió una taza de café.

—¿Por qué no me despertaste? —le pregunté a George mientras bebía un poco de mi café.
—Supuse que querías descansar —respondió restándole importancia.
—Pues conducir lo que falta.
—Ya no es mucho, no te preocupes.

Saque mi celular para ver si tenía algún mensaje del trabajo... a quien engaño, esperando aunque me escribiera Mónica pero no, nada.

  ...

Llegamos a casa y mamá ya estaba afuera esperándonos, estaba Clarissa también. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, me intente esconder un poco más atrás del asiento, estaba nerviosa.

—Llegamos —dijo George estacionándose.

Karen saludo con la mano y bajo también del auto. Mamá la abrazo muy contenta y saludo a George, todos voltearon a ver al auto, yo aún no me atrevía a poner un pie afuera del auto.

N/A

¡Hasta mañana! :3

Me Enamoré de la NoviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora