Me desperté pocos minutos antes de que mi despertador sonara, mi reloj biológico con frecuencia le ganaba al reloj físico en despertarme. La monótona rutina de mi vida era la principal explicación de que esto sucediera.
Al ser ombligo de semana y uno de los días en que a Max se le hacía mas difícil levantarse para ir al kindergarten, opté por ir a prepararle el desayuno y dejarlo dormir unos minutos mas; le subiría el desayuno a su habitación. No sin antes tomar una rápida ducha.
Mientras preparaba algunos huevos, la cuestión mas grande de mi vida me abordó nuevamente y hacía mucho tiempo en que lo pensaba; incluso me hacía sentir culpable que esos pensamientos se metieran en mi mente. Pero era casi imposible no cuestionarme como sería mi vida si hubiera tomado otra decisión, supongo que es algo natural en el ser humano preguntarse por el hubiera.
Borro esas ideas de mi mente, de cualquier manera ya han pasado seis años desde que decidí abandonar el departamento de André y nunca he estado mas segura de una decisión.
Subí con el desayuno y me encontré con el pequeño rubio escondido debajo de las cobijas color azul.
—Rubio, se que estás despierto. —declaré dejando el desayuno a un lado y tomando asiento a un costado de la cama, el niño no dijo nada y se escondió aun mas entre las cobijas—. Supongo que si estás dormido, un poco de cosquillas no te provocará nada.
Esperé por unos segundos dándole oportunidad de librarse de un ataque de cosquillas, pero Max no descubrió su rostro. Así que jalé la cobija desde los pies y me abalancé a hacerle cosquillas en la panza a mi hijo. El rubio no podía parar de reír.
—Mami, mami, por favor detente. —aclamaba el pequeño sin poder dejar de reír.
—Conoces las palabras mágicas. —dije mientras continuaba jugando con mi hijo.
—Mami hermosa, iré a la escuela. —pronunció Max y yo me detuve.
—Mucho mejor. —respondí y fui por el desayuno que había dejado en un mueble, para dárselo al niño.
Mientras él comía su desayuno, yo fui hasta su closet para elegir su ropa. Teníamos un trato desde unos meses atrás, yo podría seguir eligiendo su ropa siempre y cuando él pudiera elegir mi ropa. Claro que en ocasiones tenía que intervenir en la elección de mi ropa, porque si por Max fuera, usaría todos los días la jersey del Dortmund.
—Ya terminé, voy a elegir tu ropa. —dio un gran saltó y se dirigió hasta mi habitación.
Regresó un par de minutos después y yo lo ayudé a vestirse, apresurándome ya que se estaba haciendo muy tarde. Lo ayudé a lavarse los dientes y mientras yo me terminaba de arreglar, él veía un poco de televisión.
—¡Cariño! —elevé la voz al ver el reloj—. Es muy tarde, tenemos que irnos.
Pronto apareció el rubio en la puerta de mi habitación con su mochila de una abeja puesta en los hombros. Si, la había elegido porque se trataba de la mascota de su equipo favorito de futbol.
Lo tomé de la mano y salimos del departamento, subimos a mi auto y manejé hasta su escuela. Tuvimos incluso que correr porque ya estaban cerrando la puerta.
—Justo a tiempo. —solté entusiasmada, pero de cualquier manera nos cerraron la puerta en la cara.
—Lo siento, pero la hora de llegada es antes de las nueve. —comentó la directora, quien estaba justo detrás de las rejas.
—Son las nueve, con dos minutos. —repliqué viendo la hora en mi celular.
—Exactamente, llegaron dos minutos tarde. —explicó la mujer y en ese momento sentí la necesidad de golpearla en su horrible cara.
—Se nos hizo un poco tarde, pero solo son dos minutos. Por favor, déjenlo entrar y no se repetirá jamás. —pedí de manera suplicante, aunque si por mi fuera tomaba a Max de la mano y me lo llevaba; Sin embargo eso era imposible, no podía llevarlo al trabajo y aquí no tenía a nadie para que lo cuidara.
—Por eso digo que no deben de ser padres tan jóvenes, no conocen responsabilidades. —murmuró la mujer de manera audible, sentí como la sangre ardía por mis venas del coraje, pero nuevamente tuve que quedarme en silencio—. Puede entrar, pero es la primera y ultima vez que permito que algo así suceda.
—Gracias. —respondí de mala gana.
Abrieron nuevamente la reja, besé la mejilla de mi hijo y le deseé suerte, él se despidió nuevamente con la mano y lo vi alejarse.
Ahora llegaría tarde a mi trabajo y no podía darme el lujo de perder mi trabajo, aunque podía decir que tenía compañeros de trabajo que me cubrían y apoyaban todo el tiempo. No todos son tan malos con las madres solteras.
Llegué al museo, ya había personas a la entrada de este, agradezco no tener que lidiar con cualquier persona exterior al recinto. Mi trabajo era de investigación, soy parte del cuerpo de conservadores del Museo de Historia Natural.
Max y mi trabajo eran algo de lo poco que me hacía enorgullecerme de mi misma. A pesar del precoz embarazo, había logrado terminar mis estudios en Historia y conseguido trabajar en este museo. Uno de mis mayores logros.
No niego que en ocasiones era difícil tener que combinar mi trabajo y la crianza de un niño de cinco años, una de mis vecinas tenía que recoger a Max de la escuela y cuidar de él por al menos dos horas, pero supongo que es el sacrificio de hacer dos cosas que amas al mismo tiempo.
Las horas en el museo se habían pasado volando, pero el viaje de regreso era quizá los minutos mas tediosos de mi día. Odio con toda mi alma tener que ir en este auto sola y saber que mi rubio me espera en casa.
Apenas toco la puerta del departamento de la vecina y Max ya está abriendo la puerta, se lanza a mis brazos y no dudo en cacharlo.
—Gracias señora Scholl. —digo al aire para que se escuche en cualquier habitación del departamento.
—No es nada Lena, sabes que Max es una dulzura siempre. —afirma la mujer, asomando su rostro por una habitación.
Le sonrío en respuesta y me esfuerzo por caminar por el pasillo con el pequeño colgado a mi cintura, recuerdo cuando no hacía ningún esfuerzo por traerlo en brazos pero ahora ha crecido tanto.
—¿Cómo te fue en la escuela? —pregunté entrando al departamento.
—Estamos hablando sobre la familia. —respondió mientras corría a su habitación.
—¿En serio? ¿Cómo estuvo? —cuestioné entrando a su habitación sin saber exactamente que decir, en varias ocasiones habíamos hablado al respecto pero todavía el tema me hacía sentir de una manera extraña.
—Bueno, todos hablaron de sus papis. Yo dije que solamente tenía una mami, pero está bien porque ella me quiere mucho. —afirmó el pequeño mientras se acercaba a abrazarme—. No estés triste.
—No estoy triste, rubio. Al contrario, me siento feliz de tenerte. —limpié la pequeña lagrima que se me había escapado y abracé con toda mi fuerza a Max.
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El novio de mamá » roman bürki
Fanfiction»Cariño, yo no necesito a nadie que no seas tu. »Mami, él es perfecto y podría ser mi papi. Trailer https://www.youtube.com/watch?v=yNLfW6JOEWI