4. Lena Haugen

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Nos encontrábamos en un entrenamiento a puertas abiertas, Max había insistido en que quería venir a ver a los jugadores y últimamente había tenido una extrema afición por el portero de nuestro equipo.

Max siempre había afirmado que quería ser central, su jugador favorito siempre había sido Marco Reus. Y me había sorprendido su repentino cambio en el interés por el jugador suizo; aunque tenía que tomar en cuenta que solo se trataba de un niño de cinco años que podía cambiar de jugador favorito cada que se le antojaba.

—Ahora si cuéntame, ¿cómo te fue en la firma de autógrafos? —le cuestioné al pequeño.

—Fue asombroso, me tomé fotos con todos y Reus me firmó mi jersey, además... —se detuvo sin mas.

Lo voltee a ver para que continuara, pero hizo su clásica expresión después de hacer una travesura.

—¿Qué hiciste? —pregunté preocupada, aunque si Max hubiera hecho algo en la firma, supongo que la señora Scholl me hubiera comentado algo.

—Hablé con Bürki. —respondió tratando de esconder una gran sonrisa.

—Que bien, ¿de que hablaron? —respondí con emoción, me alegraba ver al rubio contento.

—No te enojes, mami. —se encogió de hombros y nuevamente hizo la cara de alguna travesura.

—¡Habla ya! —fingí haciéndome la enojada, pero la verdad es que Max nunca me había hecho enojar nunca, se trataba de un niño muy bueno.

—Te conseguí una cita. —respondió emocionado.

Yo de primer instante no comprendí muy bien sus palabras, pero después me fue inevitable no soltar una gran carcajada. ¿Qué estaba diciendo este enano?

—¿De que hablas enano? —cuestioné haciendo mi mayor esfuerzo por no seguir riendo.

—Bürki, él me dijo que quiere salir contigo. —explicó sonando un poco frustrado, al parecer no le agradaba que yo me estuviera riendo.

—Gracias, rubio. Es muy amable de tu parte que intentes conseguirme citas. —respondió esforzándome por no seguir riendo.

—¿Es un si? ¿Saldrás con él? —cuestionó con entusiasmo.

—Cariño, yo no necesito a nadie que no seas tu. —dije poniéndome un poco mas seria, al parecer el pequeño si creía realmente en esta posibilidad.

—Mami, él es perfecto y podría ser mi papi. —noté la ilusión y la esperanza que había en su rostro al mencionar estas palabras.

Sentí como algo dentro de mi se rompía. Porque de un tema que podría causarme un poco de diversión, que era conseguir una cita para mi; esto se había convertido en un tema mas delicado, la ausencia de un padre para Max.

—No lo dudo cariño, pero es mas complicado que eso. —fue lo único que se me ocurrió decir, aun me parecía complicado siquiera hablar sobre su padre.

—¡Ahí viene! —levantó la voz señalando al jugador, quien se dirigía hasta la afición—. ¡Roman! ¡Roman! ¡Roman!

El rubio movía sus brazos al aire intentando llamar la atención del futbolista, pero seguramente jamás lo lograría puesto que había muchísimas personas que querían su autógrafo o una foto.

LA gente se dividió, puesto que algunos otros jugadores se acercaron a los hinchas. Me sorprendió ver que el suizo elevó su mirada hasta los gritos de mi hijo y le sonrió.

—¡Hola! ¿Cómo estás? —le cuestionó sin dejar de firmar autógrafos.

Lo tomé en brazos a Max y nos acercamos a petición del niño, el portero le pidió a las personas que estaban alrededor que nos dejaran acercarnos, fue muy amable de su parte.

—Hola Roman, ¿te acuerdas de mi? —cuestionó Max.

—Claro, él de la mamá guapa. —sentí como mis mejillas ardían y el jugador sonrió en mi dirección—. ¿Cuál era tu nombre?

—Max y ella es Lena, mi mamá. —nos introdujo el niño y no pude evitar reír.

—Mucho gusto Lena. —dijo en mi dirección dedicándome una veloz mirada, puesto que seguía firmando autógrafos.

—Igualmente. —atiné a decir.

—¿Pueden esperarme unos minutos? —cuestionó.

Miré mi reloj, era mas tarde de lo que esperaba. Giré en dirección de mi hijo, quien con la mirada me suplicó que aceptara.

—Claro. —murmuré no muy segura por haber tomado esa decisión.

—Cuando termine con los autógrafos, pueden pasar a la cancha para poder platicar mas tranquilos. —explicó viéndonos a ambos y dedicando una ultima sonrisa a mi hijo.

Asentimos los dos al mismo tiempo y regresé al lugar en donde estábamos antes, puesto que tomaría varios minutos la espera para que Roman Bürki se desocupara.

—¿No quieres ir con algún otro jugador? —le pregunté al pequeño.

—No, ¿y si Roman se va? —cuestionó preocupado y yo reí.

—No se va a ir, él nos dijo que lo esperáramos. —respondí restándole importancia.

—No, de cualquier manera yo solo vine a ver a Roman. —masculló encogiéndose de hombros.

—¿Y Marco Reus? —le pregunté riendo.

—Él no va a tener una cita contigo. —explicó como si fuera la cosa mas obvia del mundo.

Pasó quizá media hora, cuando comenzaron a pedir la salida de los aficionados. Antes de que se acercaran a nosotros, vi como el portero se acercaba a unas personas de seguridad, estos nos indicaron que nos acercáramos y nos dejaron pasar hasta la cancha.

Maximilian al bajar de mis brazos, corrió inmediatamente hasta donde estaba el portero de gran altura. Me sorprendió ver que lo levantaba para cargarlo en brazos.

—Lo siento. —articulé con la boca sin que saliera ningún sonido, él hizo un ademán quitándole importancia.

—Roman Bürki. —se presentó ofreciéndome su mano.

—Lena Haugen. —respondí tomando su mano.

—Te dije que era muy linda. —le dijo al oído Max, pero yo pude escuchar.

Sin embargo, cuando el futbolista le respondió a mi hijo de la misma manera, no pude escuchar que fue lo que le decía.

—¿Qué opinan si vamos un día de estos al parque a jugar futbol? —propuso el suizo, mientras bajaba a Max de sus brazos.

El rubio comenzó a jalar el pantalón color negro del jugador para llamar su atención.

—Era una cita. —reclamó el niño intentando que yo no escuchara—. Solo ustedes dos.

—Lo se, pero tu mamá no va aceptar, así que le diremos que vamos a jugar los tres. Es un pretexto. —se inclinó hasta la altura de Max, vi como le guiñaba un ojo y después me sonreía a mi.

Maximilian salió corriendo por la cancha para patear alguna balón que habían dejado ahí.

—Espero que no te moleste, es solo que veía muy emocionado a Max. —me explicó hundiéndose de hombros.

—Al contrario, gracias por hacerlo. —sonreí de lado y por un momento me vi perdida en sus ojos.

Intercambiamos números telefónicos, quedó en llamarme cuando tuviera un poco de tiempo libre. Nunca creí que pudiera hacer algo así, era una gran persona al organizar esto por Max. Lo único que esperaba es que esto no fuera peor, no quería que Max se ilusionara por una pequeña mentira. 

El novio de mamá » roman bürkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora