—¿A dónde vamos? —cuestionó Max desesperado.
—Es sorpresa. —respondí escondiendo una enorme sonrisa.
—Sabes que odio las sorpresas, mami. —declaró alejándose de mi, mientras corría por la cama.
Lo estaba ayudando a vestirse, porque estábamos a punto de salir en dirección del parque donde nos encontraríamos con Roman, pero Maximilian estaba muy enojado porque no le quería decir que haríamos.
—Se que adoras las sorpresas, así que ven aquí. —le pedí y no le quedó de otra que acercarse.
Lo terminé de vestir y después lo peiné, yo también me había esforzado por verme bien. No es que coincidiera en el plan de Max sobre tener una cita con Roman, porque se que él solo lo hace por mi hijo, pero me vería con un hombre atractivo, así que quería verme bien.
Salimos del edificio, iríamos caminando hasta el parque, ya que quedaba muy cerca de la casa.
—¿De que trata la sorpresa? —preguntó en el camino.
—Si te digo dejaría de ser sorpresa. —reí levemente.
—¿Me llevarás a cenar hamburguesas? —cuestionó en su intento por atinarle a la sorpresa.
—No te diré nada, pero no es eso, es algo mucho mejor. —declaré sonriendo.
—Tiene que ser algo muy bueno, esas hamburguesas son las mejores. —mencionó provocando que yo riera.
Pronto llegamos al parque, y no pude divisar al portero. Así que opté por escribirle un mensaje.
Lena H: "Ya estamos aquí."
R.B: "Yo igual, estoy en la cancha de futbol."
Lena H: "Vamos para allá."
R.B: "Si, llevo una cachucha y un par de anteojos para que no me reconozcan. Olvídalo, no ha funcionado, ya me reconocieron."
Fue inevitable no reír y pronto lo notó mi hijo, quien me miró de una manera extraña.
—¿De que ríes?
—De nada, vamos a la cancha de futbol. —tomé su mano y caminamos por el parque.
Unos minutos después y ya estábamos en la cancha de futbol, pude ver al hombre alto y quien estaba rodeado por un par de personas. No era un parque muy concurrido, así que aunque lo reconocieran no lo molestarían mucho.
Max al darse cuenta de quien estaba ahí, se soltó de mi mano y corrió en su dirección. En cualquier otro momento hubiera corrido atrás de él, pero sabía que iba en dirección de Roman y que en lo poco que lo habíamos conocido se había ganado mi confianza.
Me acerqué, la gente que estaba con el jugador ya se había ido, ahora solo estaban mi hijo y Roman.
—Este balón y estos guantes son para ti. —explicó el suizo mientras le entregaba aquel regalo que le había llevado a mi hijo.
—No debías. —comenté un poco avergonzada, ya era mucho con que estuviera ahí para jugar con el rubio.
—Hola. —se sorprendió al verme y se acercó a saludarme con un beso—. Claro que debía, es un gran niño y se lo merece.
—Muchas gracias, por hacer esto por Max.
—No lo solo lo hago por Max.
Me sentí tan avergonzada, ¿qué se supone que debía de responder a eso? Además ni siquiera estaba segura de que se refiriera a mi, después de tantos años sin estar cerca de un hombre, me había vuelto una tonta en el coqueteo.
Max tomó su brazo y lo jaló hasta la portería, había sido salvada por mi hijo. Yo mientras tanto tomé asiento en el césped y desde ahí observé como el futbolista le enseñaba al rubio a ser portero.
—Mami, ven a jugar con nosotros. —pidió Max y no pude negarme.
Estuvimos por veinte minutos jugando los tres, la verdad es que tenía mucho sin ejercitarme y había perdido la condición física, así que opté por tomar asiento. Ellos estuvieron todavía un rato mas jugando futbol.
Al parecer ya se habían terminado, así que me puse de pie, pero no me acerqué para darles su espacio. Roman le decía algo a Maximilian, quien enseguida corrió en mi dirección.
—Mami, mi sorpresa también es ir a las hamburguesas que me gustan. —explicó emocionado Max.
—¿Qué? No, la sorpresa ya termina aquí. —respondí un poco alterada.
—Espero que no te moleste. Max me ha dicho que hay unas hamburguesas deliciosas por aquí y en verdad quiero probarlas, solo que no quiero ir solo. ¿Me acompañan? —pidió Roman, quien acababa de llegar.
Ya había hecho demasiado por nosotros y me sentía abusiva. Además de que no quería que las esperanzas de Max se elevaran mas. No quería ver al rubio lastimado. Ambos me miraron haciendo la cara de cachorritos, no pude negarme.
—Está bien, pero yo invito las hamburguesas. —mencioné segura, el balón y los guantes que le había regalado, no eran regalos de poco valor y no podía permitir que siguiera gastando mas.
Caminamos hasta el local de las famosas hamburguesas, se trataba de un lugar bastante rustico. Incluso el señor que es dueño del lugar ya nos conocía, ya que Max me pide que vayamos muy seguido.
Fuimos a una mesa un poco mas alejada, intentando así que nadie notara a la personalidad que nos acompañaba en nuestra cena.
—Ha sido el mejor día de mi vida. —mencionó emocionado Max, después de que la mesera se fuera de nuestra mesa.
—Que bueno campeón, pero te prometo que habrán mas días así. —le respondió el futbolista.
Mi rostro contento cambió a uno de preocupación, las cosas no podían seguir así. No quería que el corazón de Max termine lastimado.
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El novio de mamá » roman bürki
Fanfiction»Cariño, yo no necesito a nadie que no seas tu. »Mami, él es perfecto y podría ser mi papi. Trailer https://www.youtube.com/watch?v=yNLfW6JOEWI