Esperaba fuera de los tribunales de justicia, incluso había comprado ropa para la ocasión. Tuve que vestir ropa formal y esforzarme en verme de la mejor manera, aunque pasara las noches llorando.
Las cosas no habían mejorado en lo absoluto, cuando las cosas iban mal, siempre podían ir peor y este era el mejor ejemplo de eso.
Si, había perdido a un bebé. Aún me dolía pensar en lo que hubiera sido de mi, de Roman, de Max y de todos en general con la existencia de ese bebé.
Mi duelo había durado bastante, como para preocuparme si continuaba así, porque podría tratarse de inicios de depresión, pero había llevado un tratamiento psicológico que me había servido para ver de mejor manera lo que había pasado. Y con el tiempo había comprendido que aquel aborto no había sido mi culpa.
Los días de no querer hacer nada y de llorar habían quedado atrás, al menos por un tiempo. Porque últimamente habían vuelto, pero por otras razones.
Respecto a Roman, no hay mucho que decir. Después de que fue a llevar a Maximilian, después de que escapara y fuera a buscarlo; no habíamos cruzado palabra alguna.
Es como si el guardameta hubiera desaparecido de nuestras vidas o al menos de mi vida. Max me platicaba como en ocasiones el suizo lo iba a visitar a la escuela e incluso tenían un horario para hablar por teléfono; todo esto planeado para que yo no tomará el teléfono y tuviéramos que llevar una incómoda conversación.
En un principio me había enojado, ¿cómo se supone que le permita que se relacione con mi hijo después de que me hubiera rechazado? Pero comprendí que aunque fuera difícil para mí, la relación que ellos habían formado era independiente a la que en algún momento tuvimos el futbolista y yo.
Aunque logré tener un momento de paz interior, cuando ya había tratado la cuestión de mi duelo por la pérdida del bebé y el rompimiento con Roman. Me había topado con una nueva cuestión, que me demostraba que jamás podría ser feliz.
Había recibido un citatorio de los juzgados familiares. El documento me indicaba que André estaba exigiendo la patria potestad de Maximilian, ¿cómo podía ser tan insensible?
Jamás había estado en su vida, no lo vio crecer y no estuvo presente en sus primeros años. Yo le había dado la oportunidad de que lo conociera y lo tratara, que estúpida había sido. Ahora se sentía con el derecho de intentar separarme de mi hijo.
Después de que ese primer citatorio llegó, no he podido dejar de imaginar la posibilidad de que Max sea separado de mi lado.
Había llamado a un abogado, al mejor que pude pagar, para asegurarme de que mantendría a mi hijo a mi lado. El licenciado me había indicado que en la mayoría de los casos, el juez falla en favor de la madre; puesto que es un niño pequeño y trata de no separarlo de su mamá. Pero no podía sentirme tranquila del todo.
—Lena. —escuché que me llamaban.
Me giré y me topé con el abogado, quien me empezó a llenar de información, que desde hace medio minuto había dejado de procesar.
Di una rápida mirada alrededor del lugar y pude toparme con un par de ojos obscuros. El imponente hombre de gran estatura se acercaba en mi dirección y por un momento dejé de respirar de la impresión de tenerlo ahí.
—Hola Lena. —fue lo primero que oí de su voz, la misma que no escuchaba desde hace más tiempo del que me gustaría aceptar.
—Hola. —solté con el poco aire que tenía en mis pulmones.
—¿Cómo estás? —cuestionó interesado y noté como iba a hacer contacto físico, pero se arrepintió.
—Digamos que últimamente no ha sido mi mejor momento. —intenté esbozar una sonrisa para darle un poco de humor a mi comentario, pero fallé en el intento.
ESTÁS LEYENDO
El novio de mamá » roman bürki
Hayran Kurgu»Cariño, yo no necesito a nadie que no seas tu. »Mami, él es perfecto y podría ser mi papi. Trailer https://www.youtube.com/watch?v=yNLfW6JOEWI