12. Roman Bürki

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Aquí estaba, solo. Aunque no había durado mucho, es fácil acostumbrarse a los buenos sentimientos y así me había pasado; la ausencia de Lena y Max se sentía como una constante ráfaga de viento en el interior de mi pecho.

Buscaba alguna explicación, intentaba recordar algún momento en que haya hecho mal las cosas, pero no había nada. No niego que al inicio mis intenciones no habían sido las mejores, pero en poco tiempo mis sentimientos y palabras se habían vuelto sinceras.

No quería darme por vencido, nunca había sido ese tipo de personas. Pero en esta ocasión era difícil no hacerlo, después de todo no podía obligar a alguien a que estuviera conmigo.

Quería comprenderla, pero ella ni siquiera me daba el beneficio de una explicación. Creo que al menos merezco eso, saber porque decidieron alejarse y ella simplemente me arrebataba esa oportunidad haciendo como si no existiera.

Me cuestionaba si Max estaría de acuerdo con la decisión de su madre, ese niño se había ganado un gran espacio en mi corazón y estoy seguro de que yo también llegué a ocupar un pequeño espacio en su diminuto corazón. ¿Por qué estaba haciendo esto?

Toda esta situación me dejaba con un sabor amargo, sin saber si había hecho todo lo que estaba en mí para que funcionara.

Me di cuenta de que no podía seguir lamentándome por mi situación y tenía que activarme, hacer algo mas que escribirle y hacerle llamadas telefónicas. Tenía que ir a buscarla a su casa y exigirle una explicación.

Al llegar a su departamento, estuvo por casi quince minutos tocando la puerta y no obtuve respuesta. Fui con la vecina que cuidaba de Max en ocasiones, ella podría decirme si Lena nuevamente estaba intentando huir de mi.

—Buenas tardes. —dije en cuanto la mujer abrió la puerta, después de que la tocara.

—Buenas tardes, ¿Lena necesita algo? —cuestionó la mujer un poco preocupada.

—No lo se, he estado tocando la puerta de su departamento. ¿Sabe si están ahí? —pregunté, supuse que la mujer no se imaginaba que Lena y yo ya no nos hablábamos.

—¿No lo sabes? El padre de Lena falleció hoy en la mañana, debe de estar en el funeral. —explicó la mujer sonando avergonzada.

En ese momento me sentí miserable por no tener la oportunidad de estar a su lado cuando le dieron la noticia, porque ella me alejara y no me permitiera intentar darle un poco de consuelo.

—No lo sabia, ¿sabe donde es el funeral? —mi voz se había entrecortado, no era la noticia que esperaba escuchar.

La mujer me entregó un papelito con la dirección del lugar donde serían los servicios funerarios, mis manos temblaban al volante y ni siquiera sabía porqué. La noticia me había puesto tenso y solo quería darle un abrazo a la rubia intentando reconfortarla.

Mis piernas flaquearon mientras caminaba dentro del edificio, nunca había sido bueno con las palabras y menos en momentos como estos, pero si no estaba a su lado en estos momento ¿cuándo sería?

Entré a la gran sala, me sorprendió la cantidad de personas y aunque nunca llegué a conocer al señor Haugen; con su mayor legado, me daba cuenta de que se trataba de una excelente persona.

Busqué alrededor intentando encontrar una cara conocida, pero no estaba teniendo mucha suerte. Hasta que la madre de Lena apareció y se acercó inmediatamente a mi.

La envolví en un abrazo y murmuré un lo siento. La señora Haugen, solo mantuvo el contacto por unos segundos mas.

—Me alegra tanto que estés aquí, ella te necesita. —mencionó la señora y me dirigió hasta un lugar un poco mas privado.

Fue ahí cuando mis ojos se toparon con el par de ojos marrón, que estaban cristalinos por el inminente llanto. Estaba sentada, alejada del resto del mundo, tan fundida en su propio dolor. En ese momento quise tener el poder de borrar cualquier sufrimiento que estuviera sintiendo.

Me acerqué y la envolví en mis brazos, sentí una paz en cuanto sus brazos envolvieron mi cuerpo y no hubo un rechazo de su parte. Me di cuenta que el llanto la había envuelto, cuando un sollozo se hizo audible.

No dije nada, solo la mantuve con calor envuelta en mis brazos. Dejaría que llorara, que liberara todos sus sentimientos. No niego que sentí un vacío al darme cuenta de lo que estaba pasando, pero tenía que permitirle que se desahogara.

Poco a poco el llanto se hizo inaudible, hasta que desapareció por completo. Lena comenzó a removerse en mi pecho y me di cuenta de que aunque no quisiera, tenía que liberarla del abrazo.

No habló, ni siquiera me miró. Se giró en otra dirección y comenzó a limpiar su rostro, pasaba repetidas veces sus manos por su rostro y parecía estar confundida.

—¿Qué haces aquí? —replicó finalmente, su voz no emitía ninguna emoción, era completamente plana.

—Vine a verte, a estar a tu lado. —respondí intentando tomar su mano, pero se movió alejándose de mi.

—Pensé que el mensaje había sido claro, no quiero saber de ti. —respondió fría, me hizo cuestionarme si en verdad se trataba de ella.

—Lo fue, pero creo que no es justo lo que estás haciendo. No logré comprender porque ya no estabas, porque decidiste alejarte; Lo peor de todo es que justo lo hiciste cuando había empezado a tener sentimientos por ti. Tampoco entiendo que fue lo que hice mal para que te fueras y no quisieras saber de mi mas. —no me acerqué, hable a la distancia y sin que ella me dedicara siquiera una mirada.

—Ahora mas que nunca, estoy segura de que no dejaré entrar a personas a nuestra vida y darles la oportunidad de que nos abandonen. —me dedicó una veloz mirada, ni siquiera me dio el tiempo de que nuestros ojos chocaran, su mirada escapó de mi como ella ya lo había hecho.

Entendí que estaba dolida, pero no podía actuar de esa manera. Las relaciones personales siempre estaban expuestas a separaciones, pero no por eso te alejarías de las personas.

—No puedo prometerte una relación sin final, creo que nadie puede hacerlo. Pero estoy seguro de que puedo entregarte mi amor de manera incondicional, que siempre seré honesto contigo y que siempre me esforzaré para no hacer nada que pueda lastimarte. —me movía para estar un poco cerca de ella y en esta ocasión no intentó escapar.

—No es tan simple. Intenté, sabes que intenté darnos una oportunidad. Pero me da miedo tener sentimientos mas fuertes por ti, que en verdad me enamore y las cosas no funcionen. —su voz sonó temblorosa.

—¿Entonces significa que ya sientes algo por mi? —cuestioné intentando esconder una gran sonrisa.

—No. —declaró rápidamente.

—Lo acabas de decir, dijiste que no quieres tener sentimientos mas fuertes por mi. —hice énfasis en la palabra mas.

—¿Cómo pude enamorarme de un narcisista? —respondió soltando una leve risa.

—¿Significa que es un sí? —cuestioné enarcando mi ceja derecha.

—¿Un si a que? Ni siquiera me has preguntado nada. —se hundió de hombros.

—Acabo de confesarte mis sentimientos, estoy enamorado de ti y creo que esa es una clara proposición. Quiero estar contigo el poco o mucho tiempo que el destino nos permita estar juntos. —tomé sus manos mientras sentía ligero mi pecho, como si hubiera liberado una presión.

—No. —replicó y sentí un vacío en mi estomago—. No estaremos juntos el tiempo que el destino nos permita estar juntos, estaremos juntos el tiempo que nosotros decidamos estarlo.

La atraje, puse mis manos en sus mejillas y la hice acercarse a mi rostro. Deposité un beso en su frente, respirando su fragancia y así asegurarme de que lo que estaba pasando era cierto. Después deposité un fugaz beso en la punta de su nariz y finalicé con el contacto de nuestras bocas. Su suave piel rosada se sentía como terciopelo, quise disfrutar el momento y el contacto fue tranquilo, lleno de anhelo.

En ese momento me di cuenta de que la quería a mi lado para siempre y que estaría dispuesto a hacer cualquier cosa por ella. 

El novio de mamá » roman bürkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora