22. Lena Haugen

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Hacían varios días que Roman había regresado de Suiza, extrañamente no tenía nada que decir al respecto del viaje. No había anécdotas, ni nada que mencionar.

No niego que me había parecido extraño, pero no quise insistir con algo que realmente no merecía tanta importancia.

Tampoco es que hubiera mucho que decir, solo habían sido un par de días y la había pasado a lado de su familia. No quería parecer el tipo de pareja controladores, buscando cosas donde no las había.

El día iba excelente, todo estaba tranquilo, hasta que noté que había sufrido un leve sangrado.

Me sobresalté al instante, al imaginar que había sufrido nuevamente un aborto espontáneo. El sobresalto vino acompañado de un inevitable llanto lleno de remordimiento y temor; no quería perder a otro bebé.

—Tranquila Lena, estoy llamando a Roman. —dijo alguna de mis compañeras de trabajo que había ido a visitarme.

Ultimamente la pasaba bastante sola. Después de la muerte de papá, mamá había regresado a vivir a Colonia; lugar donde había nacido y había vivido los primeros años de su matrimonio. Solo venía cuando le pedía de favor que lo hiciera y tampoco quería cargarle la mano.

Sylvia no había dudado en tomar la llaves de su auto y llevarme hasta el hospital más cercano, no estábamos dispuestas a perder más tiempo. Manejaba a toda la velocidad que el tráfico le permitía y aún así había podido llamar a Roman.

Yo me sentía asustada, sé que llorar en silencio no serviría de nada, pero tampoco es que pudiese hacer mucho mas.

—Llegamos. —mencionó la castaña y ambas bajamos.

No tenía problemas al andar, ni siquiera sentía algún tipo de dolor y mi barriga apenas indicaba los primeros meses del embarazo.

Me sorprendí al ver que justo en la entrada también estaba llegando mi novio y papá del bebé que llevo en mi vientre. Pero ver sus profundos ojos café, me llenó de cierta tranquilidad.

—Roman, no sé que está pasando. —confesé mientras me envolvía en sus brazos.

A pesar de su estructura ancha y de su gran fuerza, sus abrazos me relajaban y eran uno de los actos más tiernos y sensibles del futbolista.

Fuimos directamente con el especialista, mi médico ginecólogo. Quien nos recibió a los dos al instante.

Temblaba y no había podido dejar de llorar en todo el proceso de revisión que tuvo que hacer el doctor. No había pasado mucho tiempo cuando estaba sentada a un lado de Roman, tomando fuertemente su mano.

—¿Tuve un aborto? —no tardé en cuestionar.

—¿Un aborto? No, para nada. Lena, sé que lo que te tocó vivir te hace sentirte de esta manera, pero debes de llevar este embarazo de la manera más tranquila. —me pidió el doctor esbozando una media sonrisa relajada.

Sus palabras liberaron un gran peso de mis hombros, no había perdido al bebé y eso me hacía inmensamente feliz.

—¿El bebé está bien? —cuestionó ahora un nervioso Roman.

—El bebé está en perfectas condiciones. No tienen nada de que preocuparse, solamente me gustaría que cumplas con el reposo Lena, no hay peligro pero por los antecedentes médicos sería lo indicado. —explicó el hombre siendo bastante amable.

—¿El sangrado? —pregunté interesada.

—Es normal el sangrado durante los primeros meses del embarazo, siempre y cuando no sea abundante y constante. —informó de la manera más profesional posible.

El novio de mamá » roman bürkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora