23. Roman Bürki

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¿Conocen el sentimiento de incertidumbre, en que realmente no estás seguro de nada en tu vida? Justo eso es lo que me pasaba a mi. A partir de mi regreso de Suiza, todo en esta vida que había formado en Dortmund se sentía de esta manera.

Por eso, cuando recibí la llamada de Erika, no dudé en responder y aceptar su invitación a cenar. Necesitaba liberar esto que tenía reprimido en mi pecho, confesarle lo que me había hecho sentir el verla de nuevo y que de alguna manera las cosas cambiaran.

Le había mentido a Lena, se que eso estaba fatal, pero tampoco podía decirle que saldría a cenar con mi ex novia. No tengo intenciones de que algo más pase, solo es una conversación entre viejos amigos sobre viejos tiempos, pero Lena se volvería loca solo por mencionar a Erika. Así que la mejor decisión había sido decir que saldría con el equipo.

Las manos me sudaban mientras manejaba, es como si fuera de nuevo un adolescente y la morena me pusiera nervioso. Aunque definitivamente ya no era un adolescente, la morena todavía me ponía nervioso y muchas cosas más.

Un restaurante a la orilla de la ciudad sería el único testigo de la reunión con la que en algún momento llegué a considerar la mujer de mi vida. Era un lugar no tan concurrido, con música en vivo y un sensual ambiente alumbrado solamente por velas.

Ella ya estaba en la mesa cuando yo llegué, no me sentí avergonzado porque ella jamás le había dado importancia a ese tipo de cosas. Eran tan relajada y liberal, que me sentía ligero simplemente ante su cercanía.

Su saludo fue un beso en la comisura de los labios, no dije nada al respecto, no pasaría de eso.

Lo primero que le pedimos al mesero fue una botella de vino blanco, su favorito. Yo nunca había sido un buen bebedor, en el menor tiempo posible yo ya estaba completamente ebrio. Así que en esta ocasión dejé que la morena fuera quien bebiera, yo lo hacía pero con más lentitud.

—¿Recuerdas cuando... —se detuvo, simplemente no continuó con la pregunta.

—¿cuando que? —pregunté frunciendo el entrecejo.

—No, no quiero sonar muy atrevida. —respondió escondiendo su mirada.

—Nunca te ha importado sonar muy atrevida. —mencioné riendo levemente.

—Eso ha sido muy grosero de tu parte. —reclamó tomando mi mano.

—Lo siento, pero es la verdad. —replique encogiéndome de hombros.

—Tienes razón. Lo que quería preguntarte es, ¿recuerdas cuando lo hicimos en el estacionamiento de la escuela? —mordió su labio provocándome, ella sabe perfectamente que es lo que me provoca y aún así lo hace.

—Si, lo recuerdo. —sonreí concierta nostalgia, porque para mi sorpresa no lo veía con cierta perversion o deseo, sino que lo recordaba con nostalgia.

La primera botella se terminó y pedimos otra más, sería una noche larga. En esta botella yo fui más participativo, porque claramente Erika ya estaba demasiado ebria.

—Tengo algo que confesar.. —alargué un poco las palabras, el alcohol comenzaba a provocar esto e incluía sincerarme aunque después me arrepintiera.

—¿Que cosa? —preguntó esbozando una media sonrisa.

—Tendré un bebé. —solté junto a un eructo y ambos comenzamos a reír descontroladamente.

—¿Si es niña prometes ponerle Erika? —cuestionó riendo y bebiendo más a su copa.

—No sé si a Lena le agrade la idea. —me encogí de hombros.

—¿Lena es tu esposa? —se recargó en la mesa y puso su barbilla en su mano.

—Novia. —aclaré.

—Menos mal, es más fácil deshacerme de ella. —bromeó y ambos soltamos una gran carcajada.

—¿Te digo algo más? —ella asintió—. Destrozaste mi corazón cuando terminaste conmigo.

—¿Todavía sientes algo por mi? —cruzó la mesa y acarició mi mejilla. 

—No lo sé.. —murmuré.

—¿como que no lo sabes? —volvió a cuestionar riendo levemente.

No supe que responder, no había una respuesta, simplemente no lo sabía y no estaba seguro de nada en ese momento.

—Yo sé cómo hacer que lo sepas. —replicó poniéndose de pie, tomó mi mano y después de dejar algo de dinero para pagar la cuenta, me obligó a salir del restaurante.

Subimos al auto y me hizo manejar hasta que llegáramos a un hotel, ni siquiera sé cómo fui capaz de manejar en ese estado, pero lo logré.

Estábamos en un lobby de hotel, pidiendo por una habitación, como cuando éramos apenas unos niños descubriendo nuestra sexualidad.

Me tomó de la mano y subimos al ascensor, es como si todo ese recorrido hubiera sido una eternidad. Me sentía mareado, inseguro y era la peor sensación que había tenido en mucho tiempo.

Entramos en la habitación y hasta ahí tengo recuerdo de esa noche.

A la mañana siguiente recuerdo haber despertado con un insoportable dolor de cabeza, con demasiadas llamadas perdidas por parte de Lena por no haber llegado a dormir y con una morena de excelente cuerpo desnuda en la misma cama que yo.

Mi primer instinto fue revisar que yo estuviera vestido, pero yo también estaba completamente desnudo y no lograba recordar lo que había pasado esa noche.

Me vestí y salí dejando detrás lo que había pasado esa noche y a Erika. Marqué el número de Lena.

—Cariño, Lena... se que no tengo justificación, no he llegado a dormir, pero me he quedado a dormir en casa de uno de mis compañeros de equipo. Ya voy camino a casa, te amo. —dejé el mensaje de voz, con un poco de suerte Lena había caído dormida y cuando llegue siga de esta manera.

Sentí remordimiento por primera vez en mi vida, estos meses esto era lo que más había soñado, volver a tener en mis brazos a Erika. Ahora que lo había hecho, sentía temor de haber tomado una decisión equivoca y que me haga perder lo que había logrado en todo este tiempo.

Lena no merecía esto, no merecía no dormir esperando a mi llegada, no merecía que en ese momento cuando ella me llamaba preocupada yo estuviera embriagándome para después tener sexo con otra mujer, ella no merecía nada de esto y lo único que espero es que jamás se entere. No quiero ocasionarle ningún tipo de dolor y mucho menos perderla.

El novio de mamá » roman bürkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora