Si el mundo tiene que arder... ¡Que arda!

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Realmente estaba siguiendo el más ridículo de todos los impulsos, pero sabía que no tenía otra opción. Lo sabía desde que los había visto entrar juntos. Necesitaba saber que relación los unía y... Y principalmente necesitaba volver a hablar con Hannibal. Volver a tenerlo cerca, a sentir los ojos de él posándose sobre él con ese mismo amor que parecía haberle estado demostrando el último tiempo...


Sin embargo cuando se acercó a la mesa de la mano con una incómoda Alana y saludó a Hannibal, los ojos que se clavaron en él no fueron de amor ni de grata sorpresa, fue una mirada vacía e inconmovible.


-Hola Will- saludó por fin el psiquiatra -Hola Alana...- y al menos a ella le sonrió un poco, se levantó y le tendió la mano a Will formalmente, mano que el agente estrechó con una rigidez cada vez más pronunciada.


También tomó la mano de Alana pero a ella le dio un caballeroso beso.


Esa oportunidad hubiera sido buena para irse después de saludar y no quedarse, como había pensado en primera medida Will pero Hannibal se le adelantó.


-Ya que estamos aquí los cuatro juntos, cenemos juntos- sugirió él con una sonrisa encantadora, Alana enseguida se relajó ya que había pensado que los molestarían pero no era así.


Todos parecían estar de acuerdo, salvo Will que no decía nada.


-Primero que nada, dejen que les presente a mi amiga y colega Bedelia Du Maurier. Bedelia ellos son Will Graham...- se produjo aquí una casi imperceptible pausa de unos segundos, seguida de un intercambio de miradas entre Bedelia y Hannibal -Y mi otra colega Alana Bloom- añadió Hannibal, sin que ni Will ni Alana se dieran cuenta de nada.


Bedelia se levantó también con una sonrisa que deslumbraba y estrechó las manos de esas dos personas de las que había oído hablar en más de una ocasión durante las sesiones que Hannibal tenía con ella.


Así que ese era el tan famoso Will Graham. No podía negar que era un chico muy guapo, de aspecto bastante juvenil y desordenado aún vistiendo traje, le parecía bastante curioso que Hannibal se hubiera fijado con tanta intensidad en alguien que era su completo opuesto en físico y en personalidad... Aunque tal vez... La personalidad no fuera tan diferente a la de Hannibal...


Pero sólo pensar eso la ponía nerviosa...


Tras las presentaciones de rigor los cuatro se trasladaron a una mesa más cómoda para esperar que les trajeran la cena.


-Un día deberíamos cenar los cuatro en mi casa- comentó Hannibal con una sonrisa, Will estaba terriblemente incómodo con el psiquiatra a su lado, Bedelia y Alana se habían sentado juntas pero Hannibal lo había dispuesto de tal manera que justo fuera la desagradable presencia de Bedelia la que quedaba frente al rostro de Will, en tanto Alana estaba sentada frente a Hannibal.


Will no sabía ya que pensar.


Si Hannibal había dejado a Bedelia delante suyo a propósito o si lo había alejado de Alana por que después de todo, a pesar de estar allí con esa mujer, todavía sentía celos por él.


-Lo único que quieres es lucirte con lo increíblemente buen cocinero que eres- dijo Bedelia mirándolo con una sonrisa de adoración que crispó completamente los nervios de Will.


-No se trata de lucirme, sabes que lo más interesante que puede pasar en una velada en mi casa sería tu compañia- dijo Hannibal mirándola con una sonrisa que sería capaz de derretir el maldito polo norte en dos segundos según el juicio del propio Will, que en ese momento sentía que lo estaban apuñalando a cada segundo que pasaba ahí. Había sido una mala idea guiarse por sus estúpidos celos y pensar que con solo saludar a Hannibal y con su presencia allí bastaría para arruinarle la noche de conquista al psiquiatra. Todo lo contrario, parecía como si Alana y él casi no existieran, y los otros dos seguían coqueteandose.

HannibalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora