Líquido y febril (Parte uno)

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Los días fueron pasando de manera calmada y feliz para todos ellos, Will empezó a hablar con Gloria en el hospital donde ella estaba y sintió mucho alivio cuando supo que la muchacha no se acordaba de nada y que al estar tan enferma ningun jurado iba a condenarla por nada. Sus días con Hannibal y Abigail eran buenos, siempre lo eran, incluso cuando tenía que verlos venir a ellos dos con algún manchón de sangre ocasional en plena madrugada. Sin embargo, las cosas no podían ser perfectas todo el tiempo mientras él se mantenía en ese equilibrio tan potencialmente destructivo. Los dolores de cabeza se ponían peores, y otra vez volvía a tener alguna que otra pérdida temporal mientras trabaja. Perdidas que más de una vez lo hacían encontrarse lleno de sangre sin saber siquiera que demonios había pasado. Estos sucesos lo hacían apretar los dientes y los puños y entregarse por completo a Hannibal, a su ayuda. Más de una vez tuvo que llamar a su doctor para que fuera a buscarlo en alguna carretera alejada sin saber cómo había terminado allí. Pero Hannibal nunca parecía estar preocupado realmente, como si lo que le pasaba a Will fuera una parte normal de su carácter y de su comportamiento y no una enfermedad. En esos momentos el agente se cuestionaba hacia donde estaba dejando que el psiquiatra condujera su vida... Estaba siempre flotando en un mar de desconcierto, de oscuridad, sin entender realmente mucho de lo que le sucedía la mayor parte de las veces. Se sentía como un hombre que cuelga del borde de un precipicio lleno de vacío y oscuridad y lo único que lo mantenía sujeto al borde de la realidad era un fino hilo que se había descosido de la manga de Hannibal. Un hilo muy delgado y endeble que estaba aguantando más de la cuenta...
Y las cosas se pusieron peor la mañana en qué Abel Gideon fue trasladado para un nuevo juicio contra el Doctor Chilton. Will estaba bastante interesado en ese asunto, ya que sabía que Gideon demandaría a Chilton por implantarle ideas en la cabeza respecto a que era el Destripador de Chesapeak, y cuando se trataba del Destripador, a Will siempre le interesaba saber que era lo que pasaría.
Y en parte lo esperaba...
Gideon se escapó por supuesto...
Jack lo llamó una mañana para informarselo y pedirle de inmediato que fuera a la escena de los crímenes.
Will estaba durmiendo en la cama de Hannibal, abrazado a él como siempre, preguntándose si ese hombre quería protegerlo o si en realidad estaba empujando ladrillo a ladrillo la pared que constituía su cordura para ver cuánto tardaba en desmoronarse, cuando sonó su teléfono.
Will habló con Jack rápidamente y enseguida empezó a vestirse, aunque miraba fijamente a Hannibal.
El doctor no se movía ni preguntaba nada, tenía una expresión satisfecha en sus ojos felinos y sádicos, era la viva imagen del relax.
-¿No me vas a preguntar que pasó? ¿O es que acaso ya lo sabes?- preguntó Will mientras se vestía rápidamente.
-No lo sé, sólo manejo suposiciones...- dijo Hannibal tranquilamente.
-Gideon se ha fugado mientras lo trasladaban para la audiencia contra Chilton...-
-Una manera muy conveniente para Chilton de salirse con la suya...- murmuró Hannibal divertido.
-¿Piensas que tuvo algo que ver con eso?- cuestionó Will incrédulo.
Pero Hannibal ni siquiera le respondió a esa pregunta.
Will suspiró, exasperado.
-Si es algo que tu planeaste... Detenlo... Sabes que ya ando muy... Confundido últimamente...- le pidió Will.
-No estás confundido, estás reencontrándote contigo mismo. Pronto, todo pasará.- murmuró Hannibal tranquilamente.
-No estoy seguro de eso... Nos vemos...- se despidió Will aparentando mucha más tranquilidad de la que en verdad sentía. Los ojos de Hannibal no dejarían de perseguirlo durante todo el día, tampoco sus palabras... "Pronto, todo pasará"
¿A qué se refería con eso?
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Llegó a la escena del crimen, o más bien de los crímenes, aún cavilando respecto a esas palabras y también tragando casi un frasco entero de pastillas para las migrañas, cada rayo de sol ocasional en ese día nublado era una tortura por si sola para su cabeza, sentía como si tuviera ocho millones de martillos demoliendo su cerebro por dentro. Aún así, se presentó ante Jack, fingiendo encontrarse lo más bien posible.
Su jefe ni siquiera lo saludó, todo lo que hizo fue señalarle la camioneta donde habían trasladado a Gideon con una expresión que decía a las claras "haz lo tuyo"
Will subió y no tardó mucho en empezar a imaginar, se puso en la piel de Gideon, como aquella vez en que había matado a la enfermera en el hospital psiquiátrico. Ser Gideon lo ponía inquieto de una manera muy particular... Sentía la confusión dentro de la mente de ese hombre y al mismo tiempo una claridad escalofriante. Era como estar roto y doblado en más de dos partes, mucho más que de costumbre. Alguien se había metido dentro de su mente y le había dicho quien era... O quien se suponía que era...
Se vio charlando mientras estaba esposado con el guardia y el enfermero, su charla era amena, incluso divertida para los canones de un psicópata "común y corriente", pero esa charla tan amistosa pronto se vio interrumpida cuando encontró la oportunidad para romperse un dedo y liberar una mano de las esposas...
Trataron de detenerlo pero fue inútil, logró dominar a los dos hombres después de una breve batalla y le cortó el cuello con la punta metálica de las esposas abiertas de una manera brutal... "Y hermosa" susurró en ese momento la voz de Hannibal, irrumpiendo en medio de la reconstrucción que se llevaba a cabo en la mente de Will.
La sangre empapó sus dedos, y ya no estaba solo dentro de su mente, ahí también estaba Hannibal, como una sombra, susurrándole cosas que jamás le había dicho, y se las susurraba al oído... Cosas que él no recordaba haber escuchado al menos, pero que estaban claras como el agua en ese momento dentro de su mente. Un rayo de dolor atravesó en ese momento la cabeza de Will, con un auténtico sonido de desgarro, como si las garras de alguna bestia salvaje estuvieran rasgando el interior de su cerebro. Cuando abrió los ojos de nuevo, jadeando, estaba fuera de la camioneta, a varios metros de donde los forenses miraban los "regalos" que Gideon les había dejado. Tomó mas pastillas, deseando sacudirse de encima la sensación de tener a Hannibal pegado a su espalda, respirando en su nuca... Nunca se había sentido así... El proceso había sido tan gradual que no se había dado cuenta hasta que había sido muy tarde. Todo había empezado la noche en que había salido de cacería con Abigail. Si, esos recuerdos estaban claros en su mente. Había matado y había comido con ella y con él, con su familia. Y no se arrepentía por eso. Los chicos que habían matado eran escoria humana, sus muertes habían salvado de destinos horribles la vida de muchas jovencitas como Abigail. Y él tenía en claro... Que hacerle cosas malas a la gente mala era algo que proporcionaba satisfacción inmediata... Podía lidiar con ello... Pero no podía lidiar con el desgarro que lentamente estaba sufriendo su mente y su personalidad. Sentía como si dentro suyo existieran dos personas, un niño pequeño que lloraba asustado y una versión suya cubierta de sangre y con una cornamenta enmarañada que buscaba matar a ese niño ensartandolo en sus cuernos. Y ya sabía de qué lado estaba Hannibal cada vez que lo "acompañaba" en todas esas escenas de crímenes llenas de sangre y cuerpos rotos, incluso sin siquiera estar con él... Respiraba y le daba vida y aliento al monstruo que vivía dentro de Will, lo empujaba y lo hacía acercarse más y más a esa víctima que era el costado más bueno del agente.
-Me voy a volver loco a este paso...- susurró Will para si mismo mientras se quitaba las gafas para secarse el sudor del rostro.
-Es impresionante lo que hizo Gideon.- dijo en ese momento Braian Zeller señalando los órganos de los cadáveres que colgaban de los árboles -Son como adornos de Navidad... Incluso les hizo lacitos con las venas.- parecía más impresionado que asqueado, y Will por su parte miraba distraídamente hacia otro lado hasta que Jack se acercó a él, llamando su atención.
-Bueno, si realmente fuera el Destripador se hubiera llevado los órganos no?- dijo Jack al fin sintiendo que se desmoronaban todas las buenas teorías que habían podido tener.
-Los órganos expuestos de manera tan decorativa Hannibal, esta claro que quiere llamar tu atención...- susurró Will mirando el piso, Jack se lo quedó mirando con una mueca.
-¿Will estás bien? Acabas de llamarme "Hannibal"- dijo Jack con una ceja enarcada, para suerte del agente, sus últimas palabras no habían llegado a oídos de su jefe...
Will palideció, dándose cuenta de golpe de que había pensado que estaba en ese lugar con su psiquiatra y no con la policía, y que había estado a punto... De decir todo lo que no debía decir. Su corazón latía tan rápido en su pecho que creyó que explotaría. En su mente se escuchan zumbidos furiosos de todo tipo, como si en cualquier momento fuera a abrirse un agujero demencial en la tierra y a tragárselo junto con todos los insectos que parecían poblar su cerebro.
-Lo siento... Es solo que... Estaba pensando en que quería discutir esto con el Doctor Lecter...- susurró al fin Will de manera algo vacilante.
-¿Te sientes bien? Estás muy pálido...- dijo Jack mirándolo más atentamente, preocupado.
-Si, estoy bien... Creo que tengo algún resfrío...- dijo Will con un suspiro, aunque cada vez se convencía mas y mas de que solo podía ser alguna clase de enfermedad mental la que sufría y le provocaba esos síntomas. Hubiera deseado que las causas fueran puramente fisiológicas, pero en su cerebro no había nada. Hannibal mismo le había hecho pruebas después del "incidente" del primer doctor.
-Quizas deberías tomarte unas vacaciones... Pero será después de que capturemos a Gideon.- añadió Jack enseguida, no quería ni podía darse el lujo de perder a su mejor agente mientras ocurría algo tan grave.
Después de abandonar la escena del crimen por su propio pie, Will decidió pasar un rato por la casa de Alana, sabiendo que ella no estaba. Siempre iba cuando ella no estaba, no quería cruzarsela o intercambiar más palabras de las necesarias con la mujer, y aunque sabía que ese era un comportamiento bastante cobarde, no tenía mas opción. Después de todo, ella en un principio también evitaba quedarse a solas con él antes de la relación que habían tenido, y por otro lado, ella estaba cuidando de sus perros mientras él no estaba en casa. Will aún no encontraba una manera diplomática de pedirle a Hannibal que dejara a su jauría vivir en su elegante casa y el Doctor tampoco daba el primer paso de proponérselo. Por lo que sus amigos de cuatro patas se estaban quedando en la casa de Alana.
"Al menos ella sirve de algo ¿No?" decía una voz maliciosa dentro de su mente cada vez que él pensaba que estaba utilizando a Alana de una manera bastante reprochable. Pero aún así no tenía muchas mas opciones, ella era después de todo su única amiga. Y esa era una relación y un vínculo que buscaba ocultar de Hannibal con todas sus fuerzas.
Así que visitó a sus perros y se quedó con ellos unas cuantas horas hasta que recibió una llamada de Jack, habían encontrado a uno de los psiquiatras de Gideon, muerto.
Otra vez tuvo que regresar a una escena del crimen, otra vez en contacto con la sangre y con la muerte que tanto lo perturbaban y lo confundían si no tenía el apoyo de Hannibal Lecter a su lado. Sabía que ésta etapa de confusión y miedo era necesaria, que poco a poco ya no necesitaría de él ni de su guía, podría hacer las cosas por si mismo y sin miedo. Pero le daba miedo también pensar en que se convertiría cuando ésta faceta de crisálida llegara a su fin.
Sabía que no emergería precisamente una bella mariposa, si no tal vez una nauseabunda polilla de la muerte.
Y pensaba en todo esto mientras veía a un hombre cuya lengua asomaba larga y espléndida por un corte en su tráquea, como si fuera una... corbata.
-Es el Doctor Paul Carruthers, uno de los médicos que entrevistaron a Gideon durante su estadía en el hospital de Chilton, escribió un informe muy difamatorio sobre él y el Destripador de Chesapeak.- les informó Beverly, mientras sus otros compañeros de equipo sacaban fotos del cadáver que estaba sentado en el sillón de su oficina.
-Le dio algo mejor que hacer con su lengua...- murmuró Will Graham de manera bastante sombría, esas palabras sumadas al aspecto general del agente especial, hizo que Beverly lo observase con creciente preocupación.
-Bueno, de todos modos no murió así.- dijo Jimmy mientras miraba por encima del corte en la garganta. -Toda su sangre fue drenada, solo cayeron un par de gotas en su camisa.-
-Drenada... Empacada y refrigerada.- dijo Braian notando la pequeña heladera llena de las bolsas de sangre que fueron extraídas al doctor Carruthers, sobre las bolsas había una nota también.
-"Favor de enviar a la Cruz roja"- leyó Braian en voz alta. -Que considerado...- murmuró Beverly mientras Will luchaba por contener una risa histérica. A medida que pasaba el día se había ido sintiendo cada vez peor, sin importar la cantidad de pastillas que pudiera meterse en su sistema.
-Está comenzando a encontrarse consigo mismo... El Destripador... Usó una lengua... Como marcador de un libro en uno de sus crímenes ¿Cierto?- murmuró Will pensando con insistencia en Hannibal, no dejaba de imaginar que lo tenía aún pegado a su espalda, susurrándole palabras que su mente consciente no podía identificar pero que aún así tenían impacto en él.
-Asi es.- dijo Jack mirándolo atentamente. -Parece que está cortejando al Destripador entonces.-
Will torció el gesto al escuchar eso, le desagradaba profundamente la idea pero siguió con la analogía.
-Como... Cartas y chocolates... Antes de la primera cita.- suspiró, se acercó y levantó uno de los dedos del cadáver al notar algo raro, apenas lo hizo, la laptop del difunto se encendió, iluminando la pantalla con el periódico online de Freddie Launds.
En la pantalla salía una imagen de la escena del crimen, bajo el brillante título de "El Destripador ataca de nuevo".
Enseguida, todos los compañeros de Will se acercaron a ver la pantalla, pero sus teorías no duraron mucho cuando Will señaló lo obvio.
-La sangre en esa imagen todavía no había sido refrigerada, Abel Gideon estaba aquí cuando esta foto fue tomada- murmuró el agente especial pasándose una mano por la frente pálida y sudorosa, -Tiene a Freddie Launds.- concluyó de manera algo siniestra. Y él sabía por qué la tenía y el por qué de esa nota, era la manera de Gideon de intentar comunicarse con el Destripador de Chesapeak... Con Hannibal, sabía que Hannibal leía el tattlecrime...  Y sabía que esto también impulsaría a su doctor a ponerse a jugar una vez más. Él era así, Hannibal Lecter nunca se resistía a un buen juego si éste tenía la dosis adecuada de peligro y manipulación mental del fbi al completo.
Esa noche al volver, descubrió que Hannibal ni siquiera estaba en casa, y su doctor no apareció en toda la noche, ni siquiera al día siguiente cuando se levantó para ir a trabajar lo había visto. Sabía que debía estar en alguna parte, moviendo los hilos y las piezas del juego, calibrandolo según... Según su propio diseño. La angustia carcomía a Will de manera lenta, no había visto a Abigail tampoco pero eso no era extraño, usualmente al desaparecer uno siempre desaparecía el otro, a veces se sentía incluso un poco celoso por esto.
Al regresar al trabajo había otro psiquiatra más de Gideon, muerto.
Alana estaba con Jack y Braian, mirando el cuerpo, cuando Will llegó.
-Doctor Carlson Ann, era el psiquiatra encargado del Western General... Entrevistó al doctor Gideon... Por lo mismo que yo, hace dos años.- murmuró Alana mirando a Jack de manera significativa.
-Frenectomia total, corto y haló la membrana bajo la lengua y el tejido conector que va hasta la garganta para el... Efecto deseado.- dijo Braian mientras los cuatro rodeaban el cadáver que estaba junto al del doctor Carruthers.
-¿Seguimos sin saber nada del Doctor Chilton?- preguntó Jack con un suspiro.
-No, no contesta el teléfono desde ayer y hoy no fue a trabajar.- dijo Alana mirándolo preocupada.
-Gideon quiere atraer al Destripador, le ofrecerá al hombre que irrespetó sus identidades.- murmuró Will paseando sus ojos entre un cadáver y el otro de manera enfermiza y febril.
-Todos los detalles del asesinato del doctor Carruthers fueron reproducidos fielmente como se describen en el artículo de Freddie Launds, excepto uno.- dijo Jack antes de mover un poco la sábana que cubría al cadáver más reciente, cuando lo hizo, se notó que uno de los brazos del cuerpo terminaba por debajo del hombro.
Will frunció el ceño, sintiendo que de pronto su corazón empezaba a acelerarse.
-¿Por que Carlson es diferente? ¿Por que le amputó el brazo?- cuestionó Alana confundida.
-¿Freddie escribió algo sobre esto?- preguntó Jack.
-No que yo sepa...- le respondió Braian mientras todos cambiaban miradas.
-Abel Gideon no mató a este hombre.- dijo al fin Will... Por supuesto que no, de alguna manera lo había sabido apenas había visto el cuerpo.  -Lo mató el Destripador...- declaró al cabo de una breve pausa.
-Pero dijiste que el Destripador iba a querer matar a Gideon por... Llevarse el crédito de su trabajo.- apuntó Alana, luciendo casi tan confundida como los demás, les costaba de una manera increíble seguir los saltos que solo la mente de Will era capaz de dar.
-Pero Gideon ya no está solo... El Destripador no se arriesgara a ser expuesto, nos está diciendo... Donde atraparlo.- murmuró Will.  Jack se lo quedó mirando en silencio y Will desvío la vista, con una sonrisa entre angustiada y divertida.
-Mas bien... Te lo está diciendo a ti Jack...- murmuró al fin.
-¿A mi?-
-¿Donde viste un brazo amputado la última vez?- susurró Will, ahora mirándose a los ojos fijamente con su jefe. Aún recordaba a la perfección... Lo divertida que le había parecido esa jugarreta de su psiquiatra a su jefe... Si, la había disfrutado... Su parte más oscura se había regodeado en el diseño que Hannibal había creado.
Y Jack guardó silencio, lo había entendido.
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-Cuando lleguemos quiero que te quedes afuera.- le dijo Jack mientras manejaba su camioneta, siguiendo los otros coche patrulla que se dirigían al observatorio donde había aparecido el brazo de Miriam Lass.
-Tal vez sea lo mejor...- susurró Will temblando un poco.
-Realmente te ves mal...- murmuró Jack dándole un vistazo rapido antes de regresar los ojos a la carretera.
-Me siento... como si fuera un... un líquido, un liquido a punto de desbordarse.- susurró, y su voz revelaba en parte todo el horror interno que comenzaba a sentir. -Debo haber contraído alguna enfermedad... Solo espero que no sea contagiosa.- suspiró Will al fin, pasándose las manos por el rostro.
-Nuestro trabajo siempre afectará tu sistema inmunológico su tu permites que lo haga, si tu no aprendes a deshacerte de las cosas que te afectan... Tienes que soltarlo Will, necesitas sacudirte de encima todo lo que puedas.- le recomendó Jack, sintiendose realmente preocupado por él.
Pero Will solo miraba por la ventanilla con expresión vacia... Sacudirselo... Sonaba tan fácil de decir ¿No? Pero él sentía que ya le era imposible, que estaba atrapado dentro de la mente de Hannibal Lecter... Que nunca podría salir de ahí, que sería víctima de sus juegos a veces y otras veces sería su copartícipe.
-Es difícil... Sacudirse algo que ya tienes bajo la piel...- musitó el agente mientras observaba la carretera nevada y los árboles que pasaban por la ventanilla del auto a toda velocidad.
Jack guardó silencio, sintiéndose repentinamente angustiado por esas palabras.
"Algo que ya tienes bajo la piel..."
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Cuando llegaron al observatorio después de un rato de tétrico silencio, Jack tomó su enorme rifle y dejó a Will dentro de la camioneta, apresurándose para entrar, pero Will no se quedó allí, estaba mareado, confundido, sentía que estaba a nada de convertirse en agua y desaparecer en un sucio charco entre la nieve, las gotas de sudor caían de su frente, le temblaban las piernas, nunca le había pasado algo así, había tenido migrañas muy fuertes y periodos de desorientación, pero nunca había sentido su cuerpo de esta manera. Y se dio cuenta de que era algo que había empezado hacia días, pero lo había ignorado hasta que fue demasiado grande como para ignorarlo. Quería saber dónde estaba Hannibal, quería hablar con él, pero su doctor estaba desaparecido desde el día anterior. Seguramente mas ocupado en sus nefastos juegos que en preocuparse por la salud de su... Paciente, amigo, pareja, lo que fuera que fueran. Y Will se sintió infinitamente abandonado mientras observaba a Jack entrando en ese observatorio. Incluso llegó a pensar en un momento de desesperación que Gideon podría haberle hecho daño... Después de todo estaba matando psiquiatras que habían tenido contacto con él, por lo que no había podido evitar sentir alivio al descubrir que el segundo psiquiatra había sido asesinado por Hannibal... Eso quería decir que estaba bien, que solo estaba jugando y que se encontraba bien. Al final de cuentas eso era lo que más le importaba a Will, más que su mente, más que Gideon y que Chilton, más aún incluso que el doloroso hecho de estar solo y librado a su propia suerte estando tan enfermo como él se sentía. Y su mente seguía insistiendo en pensar en él, en que incluso sintiéndose así lo extrañaba, lo añoraba, quería sentir sus brazos rodeandolo aun a pesar del miedo que sentía. Aun a pesar de no saber si lo quería al final de cuentas o si solo experimentaba con él. Quería curarse, de lo que fuera que tuviera, o al menos mantenerlo bajo control si era algo mental, quería poder estar con su doctor y con Abigail, tal vez irse lejos de Estados Unidos, a otro país, empezar de nuevo, abandonar el fbi y marcharse con ellos y con sus perros. Dejar atrás a Alana, a Jack y todo lo demás.
Si tan solo... si tan solo Hannibal no fuera un asesino... Todo sería tan perfecto. No le asustaba ya que fuera el Destripador de Chesapeak... Lo asustaba que estaba metido en cosas muy peligrosas, que antes o después... Le costarían la vida.
Pero sus contemplaciones no duraron demasiado tiempo, pronto vio un alce caminando sobre la nieve, uno que sabía muy bien que existía solo dentro de su mente. Aún así, no dudo en seguirlo...
Y para cuándo Gideon subió en su auto después de dejar al doctor Chilton abierto y a medio destripar con Freddie Launds bombeandole aire, se encontró con que dentro de su auto, en el asiento de atrás, estaba Will Graham, sosteniendo un arma y apuntándole.
-Vaya... Esperaba al Destripador de Chesapeak...- murmuró Gideon mirando por el retrovisor antes de darse la vuelta -¿O es usted?- preguntó curioso.
-Date la vuelta... No me mires...- susurró Will con voz y mano igual de temblorosa, y era normal que estuviera asustado... Después de todo ahí adelante suyo estaba Garret Jacob Hobbs, el padre de Abigail, su primer... Asesinato. Y como siempre con ese horrible aspecto de muerto viviente.
-Yo estaré loco pero déjeme decirle que usted se ve enfermo.- dijo Gideon tranquilamente mientras aún lo observaba por el espejo retrovisor, no parecía preocupado en lo absoluto, incluso parecía entretenido, divertido.
-N-no hables...- balbuceó Will sin dejar de temblar, todo en su mente daba vueltas, la cabeza le resonaba como un tambor y no dejaba de ver a ese... Fantasma. Ese que lo había unido para siempre con Hannibal Lecter.
Gideon frunció los labios.
-Digame... ¿Quien es su doctor?- preguntó al fin con una sonrisa entre curiosa y malévola.

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