El padre y la hija (Primera Parte)

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//N.A: Bastante tiempo sin actualizar ¿Eh? xd ok, perdón, no daré excusas que ya conocen, pero esta vez dejo esta nota de autor para invitarlos a leer mi nuevo fanfic "En busca de una nueva vida" que trata sobre un Will consumido por la droga y la marginalidad que encontrará ¿O no? la salvación de la mano de un hermoso doctor <3 Pronto intentaré actualizar todos los demás fanfics que tengo, pero mientras tanto disfruten de este capitulo, se viene lo bueno... Y por fin puedo decir que... ¡Nos acercamos mas y mas al final de esta historia! Muchas gracias a todos los que me han acompañado hasta aquí, los llevaré por siempre en mi corazón. ¡Besos!

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—¿Cuándo nos iremos? — preguntó Abigail una vez más mientras giraba entre los brazos de su padre.

—Pronto. — fue la sencilla respuesta del lituano, cuyo cabello dorado resplandecía como oro puro debajo de las luces del salón de baile en el cual se encontraban.

—Estoy deseando que ese "pronto" no se prolongue otros dos años más...— dijo la joven dando una elegante vuelta, cortesía de la mano de Hannibal.

El salón de baile era enorme, y se encontraba tétricamente vacío, pero aun así resonaba de un extremo al otro el sonido de la música.

"Voces de primavera" de Johann Strauss deleitaba los oídos de ambos, y sus pies, que parecían hechos para el baile, seguían un ritmo de sincronía perfecta.

—¿Acaso no te gusta estar aquí conmigo? — preguntó Hannibal mientras la levantaba en sus brazos por el breve momento que correspondía durante el baile antes de volverla a bajar.

—Amo estar aquí, y amo estar contigo. —

Las palabras de Abigail acompañaron una hermosa floritura en el espectro musical, y parecieron quedar flotando en el aire, enmarcadas en diamantes y preservadas en algún rincón de aquel sitio "mágico" en el cual se encontraban.

Las paredes tenían ostentosas decoraciones doradas, y era de un color pastel muy armonioso. Las ventanas, de marcos altos y relucientes, tenían las cortinas echadas, y la luz diurna penetraba por los cristales, a pesar de que no se podía ver imagen alguna procedente del exterior.

El piso era de reluciente mosaico blanco y negro, pero no había reflejo en él de los únicos bailarines presentes, por lo que escena tenía un toque irreal a la par que majestuoso.

La sonrisa de Hannibal era leve, pero había un cierto brillo en sus ojos que demostraba que aquellas palabras que Abigail le había dicho significaban mucho para él.

Por dos años enteros se habían vuelto mucho más cercanos, y dentro de su palacio de la memoria, el cual compartían, podían encontrarse las veces que quisieran.

Era casi como estar realmente juntos. En la "realidad" los separaba una gruesa pared de concreto entre ambas jaulas de cristal, las cuales habitaban; pero aquí, la distancia se volvía inexistente, irrelevante, completamente carente de sentido.

—Pero quisiera estar contigo del otro lado...— añadió la joven en un susurro apenas audible mientras la música seguía sonando.

La pieza terminó justo en ese momento, y ambos se separaron, realizando una cortés reverencia hacia el otro.

Abigail llevaba un hermoso vestido de color azul marino con detalles dorados, y el cabello castaño y largo recogido en un elegante peinado. No había ninguna marca en su cuello y ambas orejas estaban donde se suponía que tenían que estar.

HannibalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora