Líquido y febril (Parte dos)

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No fue demasiado sorpresivo para Hannibal Lecter cuándo esa noche, un rato después de regresar a su hogar, llamaron a la puerta y en ella estaban Will y Abel Gideon, siendo éste último apuntado por el agente especial, el cual no se veía para nada bien.
Sin decir una sola palabra, Hannibal se hizo a un lado y los dejó pasar, todavía llevaba puesto su abrigo, como si recién hubiera llegado a casa.
Will quiso preguntarle dónde había estado y por qué no se había comunicado con él, quería saber por qué lo había abandonado de esa manera... Pero su mente se sentía... Derretida. Como un helado barato que se dejó mucho tiempo fuera de la nevera en verano.
A duras penas podía sostener el arma con el que apuntaba al cadáver de Garret Jacob Hobbs, mucho menos podría empezar a hacerle reclamos a su psiquiatra.
Pasaron al elegante comedor de Hannibal y enseguida Gideon tomó asiento en la cabecera de la mesa, mientras Will y su doctor se mantenian juntos y algo apartados.
Aquella noche ese lugar no solo se veía elegante, también se veía tétrico, la madera oscura de la mesa y los demás muebles y el tinte de azul marino de las paredes junto con la escasa iluminación, formaban un ambiente casi siniestro, muy adecuado para la compañía del muerto que se presentaba ante los ojos de Will.
-Siento que estoy perdiendo la cabeza. No se lo que es real.- fue lo primero que salió de los pálidos labios de Will en dirección hacia su doctor, temblaba y sudaba, todo su aspecto era alarmante. Parecía simplemente un hombre al borde del colapso total.
Aún así, Hannibal se mostraba imperturbable. Miró su reloj y después a Will.
-Son las 19:27 hs. Estás en Baltimore, Maryland, y tu nombre es Will Graham.-
Pero a cada palabra que salía de la boca de Hannibal, Will parecía encontrarse más y más desesperado.
-¡No me importa quién soy!- gritó al final, sacudiendo la cabeza y con las facciones distorsionadas por una especie de enfermiza furia combinada con desesperación.
-Solo dime... Si él es real.- añadió antes de apuntar con su arma hacia el lugar donde estaba sentada esa persona que él veía como Garret Jacob Hobbs.
Hannibal lo contempló por un breve segundo, curioso.
-¿A quien ves, Will?-
-A Garret Jacob Hobbs.- respondió Will con voz aún más temblorosa que su propio cuerpo, aunque no dejaba de apuntar. -¿A quien ves tú?-
-No veo a nadie.- dijo Hannibal tras un breve segundo de silencio especulativo.
-No, él está ahí.- murmuró Will y en su voz se transparentaba toda la locura y el horror interno que lo carcomían.
-No hay nadie allí, Will.-
-No, no, estás mintiendo...-
-Estamos solos. Viniste aquí solo. ¿Te acuerdas de haber venido aquí?-
-No, por favor, ¡No me mientas!- gritó Will empezando a llorar en plena desesperación, ya no solo su voz y su cuerpo temblaban, también su visión, y la imagen de Garret Jacob Hobbs desaparecía por segundos de esa silla, dejándole ver que allí, tal y como dijo Hannibal, no había nadie.
-Garret Jacob Hobbs está muerto. Tu lo mataste. Lo viste morir.- declaró Hannibal con voz firme y autoritaria.
-¡¿Que me está pasando?!- el agente se pasó una mano por la cara sudorosa, sintiendo como a cada segundo esa pared que era su mente comenzaba a colapsar más y más, como un gran incidente en algun embalse río arriba, cuando el agua comienza a desbordarlo y a destruirlo por la presión. En su imaginación veía ese agua, roja, sangrienta, llena de cuerpos, comenzando a derribar su mente de una manera arrolladora e irrevocable, se sentía como ser empujado en un enorme abismo sin fondo. Y la persona que se suponía que debía ayudarlo y sostener su mano para prevenir su caída y el derrumbe de ese embalse, no estaba haciendo nada por él. Incluso podría decir que estaba acomodando todo para que su mente se fuera a pique más rápido.
-Will...- lo llamó Hannibal al darse cuenta de que la mirada del agente se tornaba abstraída y dolida, además de desesperada, mientras mantenía una mano sobre su rostro, temblando a más no poder. -Will, Will, estas teniendo un episodio. Quiero que me entregues tu arma.- le ordenó Hannibal acercándose más y más a él, casi hasta acorralarlo contra el mueble que había a espaldas del agente. Pero éste último no parecía escucharlo mucho, los temblores se hacían más y más fuertes hasta llegar al grado de convulsiones, sudaba más, su mente y su cuerpo ardían con la fiebre que lo atacaba y destrozaba desde adentro.
-Will, necesito que me entregues tu... ¿Will?- Hannibal lo miraba, aunque también estaba atento a la presencia allí de Abel Gideon, que contemplaba toda la situación en silencio.
La expresión atormentada de Will para Hannibal era encantadora, su piel sudorosa y el aroma dulce que desprendía... Tenía que luchar por contener una sonrisa mientras lo miraba, los ojos de Will se pusieron en blanco, mientras su cuerpo convulsionaba y su mente dejaba de estar presente en ese lugar.
-Will...- susurró al final el doctor Lecter, antes de acercarse un paso mas y quitarle el arma al agente suavemente, acariciando su mano mientras lo hacia.
Will no opuso mucha resistencia, estaba en pleno ataque, seguramente luchando contra los oscuros demonios que invadian su mente y se esforzaban por arrastrarlo hacia la locura.
Hannibal dejó el arma sobre el mueble y tomó el rostro de Will entre sus manos con cuidado, revisando sus ojos a consciencia y la temperatura de su piel, mientras controlaba sus reacciones. Lo miró fijamente por un segundo, muy de cerca, mientras sostenia su rostro, contempló sus labios entreabiertos de los cuales escapaban rapidos jadeos, deseando besarlos, pero por supuesto no era el momento.
-Ha tenido una leve convulsión.- dijo Hannibal Lecter después de soltarlo y alejarse un par de pasos.
-No parece muy preocupado.- declaró Gideon, hablando por primera vez desde que había llegado a la casa del psiquiatra.
-Dije que fue leve.- respondió Hannibal con expresión helada mientras sostenia el arma que le había quitado a Will y la inspeccionaba delante de la mesa donde estaba Gideon.
-Por un momento… Casi pensé que iba usted a besarlo Doctor Lecter.- rió Gideon algo socarronamente, mientras Hannibal le dedicaba una mirada cada vez mas y mas fría, aunque en cierto punto también divertida.
Hannibal dejó el arma sobre la mesa y se sentó tranquilamente frente a Gideon un momento después.
-¿Es usted el hombre que dice ser el destripador de Chesapeak?-
-¿Por qué dice “el que dice ser”?- inquirió Gideon, levantando la mirada hacia el otro doctor.
-Porque no lo eres.- dijo Hannibal sin ningún atisbo de duda y comenzando a tutearlo de manera casi condescendiente. –Ya sabes que no lo eres y más allá de eso, no sabes mucho más acerca de quien eres.-
-¿Tu eres el destripador?- preguntó Gideon hablándole con la misma informalidad.
Hannibal lo miró por un segundo, con las manos cruzadas encima de la mesa, casi con curiosidad, de la misma forma que se pondría contemplar a un raro espécimen de alguna clase de insecto.
-Es algo horrible… Que te roben la identidad.- murmuró Hannibal al fin, con la voz ligeramente ronca, lo que la hizo sonar espeluznantemente aterradora.
-Bueno…- musitó Gideon apartando la mirada por un segundo de la poderosa influencia de los ojos de Lecter, que no parecían humanos. –La estoy recuperando poco a poco, pieza a pieza. Y deberías ver las piezas que saqué de mi psiquiatra.- y sonrió.
Hannibal miró por un segundo la figura inmóvil de Will Graham, quien solo estaba presente allí en cuerpo pero no de otra manera y luego sonrió internamente, aunque en su rostro no se reflejó ningún tipo de emoción.
Una de las cosas que había estado haciendo mientras se divertía era estar con un ojo sobre Will, tenia curiosidad de ver que haría el agente cuando no estaba él y la ingrata sorpresa que se llevó fue verlo saliendo de la casa de Alana.
Sabía que Alana y Will seguían en contacto, que la mujer cuidaba de los perros de Will y que se veian. Pero no le gustó en lo absoluto ver a Will comprando comida para dejarla en casa de Alana, para que cuando ella llegase del trabajo tuviera algo de comer.
Por supuesto, solo era un gesto de amabilidad, pero a Hannibal le había molestado que Will cuidase de esa manera a la mujer por la que lo había dejado en una ocasión. Y siendo de las primeras sensaciones autenticas que tenia en su vida, el pinchazo de celos fue mucho mas sentido que el que pudiera tener cualquier otra persona.
Por eso, cuando Gideon habló de su psiquiatra, Hannibal no dejó pasar la oportunidad.
-Alana Bloom también fue tu psiquiatra, ¿Es eso cierto?-
Gideon lo miró por un breve momento.
-Si… La doctora Bloom.-
Hannibal miró una vez mas a Will, antes de regresar los ojos a Gideon.
-Puedo decirte donde encontrarla.-
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-Will, ¿Puedes oírme?- preguntó Hannibal luego de que Abel Gideon se marchó, posiblemente para matar a Alana.
Will a duras penas pudo asentir, aún estaba demasiado ido.
-Repite después de mi: Mi nombre es Will Graham.- le pidió Hannibal.
-Mi nombre… Es Will Graham…- susurró Will con voz entrecortada.
-Levanta ambos brazos.-
Y Will lo intentó, aunque le costaba.
-Mas.- pidió Hannibal, sosteniéndolo un poco con los suyos propios. –Mas… Mas…-
-Quisiera escucharte decir eso cuando tenemos sexo.- susurró Will casi sin darse cuenta de lo que decía.
Hannibal solo sonrió, sosteniendo los brazos del agente.
-Bien.- dijo cuando estuvo satisfecho, haciéndole bajar los brazos.
-Aunque no tengas ganas, necesito que sonrias.-
Y Will con esfuerzo le dedicó su mejor sonrisa, quebrada y demente, una sonrisa que incrementó la que ya había en el rostro de su doctor, era una sonrisa hermosa, llena de locura, y Hannibal Lecter se aseguró de atesorarla en su mente.
-Bien. No fue un derrame. Es posible que hayas tenido una convulsion.- dijo antes de tomar a Will de la ropa un poco y ayudarlo a sentarse. –Dime que es lo ultimo que recuerdas.- le pidió sentándose enfrente de él.
Will miró por encima de su hombro, en dirección a la silla donde antes había estado sentado Abel Gideon/Hobbs, pero allí ya no había nadie, la silla estaba vacia.
-Vine hasta aquí… Y estaba con Garret Jacob Hobbs…- susurró al fin el agente, con voz asustada. El terror que salía de sus labios era casi tan palpable como el que se notaba en su mirada.
-Eso no es posible Will y lo sabes… Tu mataste a Hobbs, ¿Lo recuerdas?
-No no no no! Te digo que él estaba aquí, que vino aquí conmigo!!-
-Tu lo mataste, tu lo viste morir. Le disparaste para salvar a Abigail. ¡Él está muerto!.- le aseguró y le repitió Hannibal, colocando una mano en el tembloroso rostro de Will y acariciándolo un poco de paso.
-Tienes fiebre. Necesitas ir a un hospital... Si crees que Hobbs aún está vivo, tal vez deberías matarlo de nuevo.- le insinuó de manera algo tétrica y enigmática el psiquiatra.
-A-A donde vas tu??- preguntó Will al cabo de un momento al notar que Hannibal parecía dispuesto a marcharse.
-Abel Gideon sigue suelto, estoy preocupado por Alana así que iré a verla.- dijo Hannibal tranquilamente.
-Alana… Alana…- murmuró Will con un tono de voz tan preocupado que no le hizo ni pizca de gracia al doctor Lecter, quien volvió a sentar a su amante y paciente en una silla, de manera un tanto brusca.
-Tu no estas en condiciones de ir a ningún lado que no sea un hospital Will, llamaré a Jack y le pediré que te lleve.- dijo Lecter seriamente. Aún así, antes de irse, se acercó a Will y le dió un beso en los labios, un beso violento, un beso algo celoso pero que pasó desapercibido para la fragmentada mente de Will.
Muy a propósito, el doctor dejó las llaves del auto y el arma encima de la mesa antes de tomar su abrigo rápidamente y salir de la casa. No iría a ver a Alana por supuesto, mucho menos a intentar defenderla de Gideon. Deseaba verla muerta como a los otros psiquiatras, con la lengua atravezada en la garganta como una hermosa… corbata.
Pero aun asi su curiosidad y quizás también sus celos, eran mas fuertes que nada. Por eso mismo había dejado las llaves del auto y el arma al alcance de la mano de Will, para ver si él aun en ese estado era capaz de arriesgarse para ir a salvarla a ella. Era una experimento tal vez algo peligroso, pero necesitaba sacarse la duda de si tal vez Will aun sentía o no cosas por Alana, fueran el tipo de cosas que fueran. Por que él no quería ni siquiera que fueran amigos. Además, quería que Will matara de nuevo. Había descubierto algo interesante esa noche, Will en su mente no había visto a Gideon si no al cadáver de Hobbs, su primera victima, aquella que lo convirtió en asesino. Tal vez, si Will mataba a Gideon con sus propias manos sería capaz de terminar de librarse del fantasma del padre biológico de Abigail y también de las propias ataduras que su mente le imponía.
No pasó mucho tiempo hasta que el doctor regresó a su casa. Tal y como esperaba ni las llaves, ni el arma, ni mucho menos Will estaban allí. Se había ido a defender a Alana aún cuando eso podía costarle la vida.
Hannibal Lecter apretó los labios, disgustado por esa actitud de Will y otra vez sintiendo ese molesto pinchazo de celos dentro de su oscuro corazón, ese pinchazo que tanto lo había molestado desde que Will lo había dejado por Alana. Definitivamente no importaba lo que pasara esa noche, él mismo quitaría a Alana del medio con sus propias manos.
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Will había salido con el arma y las llaves a los dos minutos de que el doctor había abandonado su morada, necesitaba asegurarse de que Alana estaba bien, de que Gideon no le haría daño. Tenía que protegerla a pesar de que a duras penas podría protegerse a si mismo. Después de todo, era su amiga y la apreciaba y la quería.
Mientras manejaba como podía se preguntaba también que pensaría Hannibal respecto a esa relación o si estaría enterado. Bueno, eso estaba de mas preguntárselo. Hannibal Lecter siempre estaba enterado de todo. ¿Acaso sería posible que sintiera celos? No... Seguramente no... ¿Hannibal celoso? ¿El hombre más racional, frío y calculador del mundo? Imposible. Además, él nunca vería a Alana de esa forma… Al menos no de nuevo… Al menos eso creía.
Sacudió la cabeza en un intento de despejar esos extraños pensamientos que acudían a su cabeza y tuvo que hacer un esfuerzo considerable para no acabar chocando en mitad de la carretera por culpa de la fiebre y del dolor de cabeza que lo invadían.  Para peor la carrtera estaba nevada, asi que era aun mas peligroso. Le costó bastante llegar a salvo después de unas cuantas maniobras peligrosas, pero por fin arribó a la casa de Alana. Era una casa elegante, rodeaba por un pequeño bosque de pinos, un lugar ciertamente muy apacible. El piso estaba lleno de nieve y entremedio de un par de montículos de nieve… estaba parado Abel Gideon, contemplando a Alana a través de las ventanas y con las manos en los bolsillos.
Incluso a varios metros de distancia, Will desenfundó el arma, precavido, aunque sus pasos eran tan tambaleantes como su pulso era tembloroso. Rápidos jadeos entrecortados salían de sus labios de lo mal que se encontraba.
Pero aun asi, paso a paso, se acercó sin dejar de apuntarle a Gideon que seguía mirando por la ventana a la psiquiatra que había venido a matar. Se lo veía relajado, las manos en los bolsillos, la mirada contemplativa y tranquila, no parecia un psicópata… si se lo miraba de lejos. O al menos no parecia un hombre a punto de cometer un asesinato. En cambio Will si que lo parecia. Gideon ni siquiera se dio la vuelta al escuchar los sonidos jadeantes que salían de los labios de Will ni su andar vacilante sobre la nieve crujiente.
Will siguió apuntando, pero al final terminó por bajar el arma y se acercó con paso algo mas firme hacia Gideon, quedando justo a su lado. Ambos miraban a Alana, que hacía sus cosas detrás de ese vidrio sin siquiera saber que era acechada por un psicópata… o quizás por dos. Solo que a uno de ellos lo consideraba su amigo y también lo amaba.
-No se si alguna vez volveré a ser yo mismo.- dijo en ese momento Gideon mientras ambos contemplaban a Alana, uno al lado del otro. Como iguales.
-No se si queda algo de mi.- continuó Gideon. –Pasé mucho tiempo pensando que yo era él, que está siendo muy difícil recordar quien era yo cuando no era él.-
Y Will automáticamente pensó y se dió cuenta de que esas palabras eran exactamente lo que él sentía, que lo definían a la perfeccion. Pensó en Hannibal y también pensó en Garret Jacob Hobbs.
Se giró para mirar a Gideon, con expresión tétrica, pero allí otra vez estaba Hobbs, persiguiéndolo, cómo un mal sueño del que parece que jamás se podrá despertar. Cómo un sueño en el que se tiene la sensación de que se quedará uno atrapado en él para siempre. Cayendo hacía la eternidad cada vez mas y mas oscura de los huecos de la mente, buscando un fondo inalcanzable, por que para Will, el abismo de su mente no tenía fondo. Era infinito.
-¿Quién eres ahora?- susurró el agente cuando al fin pudo emerger al menos un poco de las densas tinieblas que poblaban su mente y su corazón.
Y Gideon se giró, y lo miró, pero cuando lo miró ya no era Gideon, era Hobbs, igual que antes, con ese horrible aspecto de muerto viviente que colmaba todas las pesadillas y alucinaciones de Will. Y lo miró con sus ojos azules iguales a los de Abigail pero ahora de color celeste por culpa de la decoloración que siguió a la muerte.
Y entonces Garret Jacob Hobbs le sonrió a Will Graham.
-Ahora soy tu.-
Will temblaba, por la fiebre y por que su mente estaba a nada de colapsar, sabía que esa alucinación tenia razon, lo sabía en cada particula de su ser. No dijo nada, solo dejaba hablar al muerto.
-Los dos estamos aquí, mirándola, somos de ese tipo de personas que no deberían estar en una relación.- dijo Gideon/Hobbs sin dejar de mirar a Will –Tu y yo ya estamos comprometidos.-
Y Will automáticamente pensó en Hannibal pero intento ocultar ese poensamiento en lo mas profundo de su mente y seguir escuchando, aunque todo tenia la cualidad irreal de un sueño, o mas bien de una pesadilla.
-Es difícil ser otra persona cuando… no puedo salir de mi propia cabeza.-
-Quiero salir…- fue todo lo que jadeó Will con los ojos entrecerrados y la respiración entrecortada. Claro que quería salir, quería matar con Hannibal, quería matar con Abigail, quería olvidarlo todo. Quería matar y nada mas. Quería ser libre… Quería salir.
-Si, bueno, todos queremos cosas que no podemos tener.- murmuró Gideon con voz entre nosltalgica y divertida.
-Pero si la mato… Como él la hubiera matado…- añadió mientras volvia a mirar a Alana –Entonces tal vez… podría entenderlo mejor.-
Will levantó la mirada hacia él, otra vez encontrándose con esos ojos muertos y descoloridos del padre biológico de Abigail que tanto pánico le causaban. Aun asi, la mirada de Will ya no era la de siempre, era una mirada peligrosa, era la mirada del asesino luchando por salir con todas sus fuerzas.
-Me pregunto si entonces por fin entenderas en que te has convertido.- susurró Hobbs sin dejar de mirarlo con esa expresión tan vacia y helada como la muerte misma.
Y esas palabras fueron demasiado para Will, el asesino que estaba luchando por salir hacia rato, por fin logró quebrar la barrera de su mente. Y cuando jaló el gastillo lo hizo por si mismo, sin pensar en Hannibal, sin pensar en nadie, solo pensando en que deseaba hacerlo, solo dejándose llevar por el impulso.
Y detrás de la ventana, donde Alana ordenaba sus papeles y había sido acechada por un buen rato por dos psicópatas, escuchó un disparo y al fin miró hacia afuera. Notó a Abel Gideon caído sobre un montículo de nieve que se teñia rápidamente de rojo sangre. Y después, a Will soltando el arma, y cayendo de rodillas, antes de por fin desmayarse sobre la nieve, completamente quebrado.

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