Las despedidas habían sido, sin duda, la parte más dolorosa de su partida.
Tommen y Myrcella la habían abrazado llorando, rogándole que viviese con Robb para siempre en Desembarco del Rey. Ella los había besado, conteniendo sus propias lágrimas, y les había prometido volver tan pronto como pudiese. Ned Stark la había abrazado y deseado suerte, al igual que las niñas Stark. Su madre la había besado en la frente, con su expresión seria de costumbre, y su padre la había ahogado en un abrazo de oso mientras le pedía que no fuese muy dura con el pobre Robb.
También la ciudad los despidió mientras la cruzaban cabalgando cada uno su montura y seguidos por una pequeña comitiva entre la que se encontraban Eda -su doncella- y Harrion Darel. La casa Darel juró lealtad eterna a los Lannister cuando Tywin Lannister concedió a Egan, el fundador, el honor de formar una nueva casa en el sur. Además, Harrion había jurado por su honor protegerla y seguirla allá donde fuese cuando su esposa murió, liberándolo de cualquier tipo de atadura. Aquel hombre había sido como un segundo padre para ella y Eda como otra de sus hermanas.
Se detuvieron en una de las muchas posadas que plagaban el Camino Real cuando el Sol comenzó a ocultarse. Tras cenar un delicioso caldo de carne y recibir saludos de todos los nobles del lugar que los reconocieron, Robb y Lyra se retiraron al pequeño dormitorio que compartían. Por suerte para ella su marido estaba cansado del largo día cabalgando y, por primera vez, sus brazos a su alrededor le resultaron acogedores, en armonía con la hoguera que crepitaba alegremente en la otra punta de la habitación.
* * *
A los pocos días de viaje llegaron a Invernalia.
Lady Catelyn los recibió en la entrada de la Gran Fortaleza junto a un ya despierto pero tullido Bran, que montaba un gracioso poni blanco sujeto a la silla con arneses, y a un pequeño Rickon que corrió hacia ellos en cuanto los vio llegar.
Robb descabalgó rápidamente y alzó a Rickon en volandas, haciéndolo reír y gritar de pura alegría. Una sonrisa se instaló en los labios de Lyra, que se alegró de haberse puesto aquella mañana la gargantilla que había pertenecido a la madre de Catelyn.
Esta fue la primera en recibirla. La abrazó suavemente, con una sonrisa tan cálida que Lyra se preguntó qué hacía aquella mujer en un lugar tan frío como Invernalia.
—Lyra, estás incluso más hermosa que la última vez que te vi. Y esa gargantilla... Seguro que estabas resplandeciente en la boda.
—Muchas gracias, Catelyn. Fue un detalle precioso que conservaré siempre —la mujer sonrió más ampliamente, contagiando a Lyra.
—Vamos dentro, debéis estar exhaustos del viaje. Además, tenéis que contarme cómo fue la boda, cómo están las niñas...
Se lavaron y cambiaron la ropa para quitarse el polvo del viaje. Un vestido de lana gris y un manto de pieles protegieron a Lyra del frío que los acompañó hasta la pequeña sala, alumbrada por una enorme chimenea, donde Catelyn, Bran y Rickon los esperaban.
Charlaron durante horas, comiendo unos emparedados calientes que un criado muy joven les había llevado y bebiendo tisanas que calentaron el estómago de Lyra. Hablaron sobre la boda, Robb con emoción y ella más sosegada, sobre todos los regalos que habían recibido y Robb mostró Escarcha a su madre, que la comparó de inmediato con Hielo. Bran les contó que Tyrion había diseñado la silla con arneses que le permitía cabalgar a su pequeño poni -Lyra se permitió una amplia sonrisa sabiendo que, aunque su tío fuera un enano borracho, su corazón era más grande que el de cualquier otra persona- y que cada día era más cómoda. Rickon habló de su lobo, a quien finalmente había decidido llamar "Peludo" -Bran lo había llamado "Verano"- y de que le gustaba salir con él a correr por el pequeño bosque que rodeaba la fortaleza. También hablaron de un pequeño viaje que había hecho Catelyn al Nido de Águilas a visitar a su hermana Lysa, y de que el invierno se acercaba.
* * *
Aquella noche Robb la reclamó en el lecho. Pero, aquella vez, no lloró. Sonrió y acarició a su marido, tragándose las lágrimas y los sollozos que purgaban por salir a la luz y, cuando él se dejó caer pesadamente a su lado, ella apoyó la cabeza en su pecho como solía hacer y se acurrucó contra su costado. Él la abrazó, en un gesto que a Lyra le resultó muy protector, y le besó el pelo.
—Tenía miedo de casarme, ¿sabes? —su voz sonó sobre el crepitar alegre del fuego— Tenía miedo de que no me gustase la esposa que mis padres escogieran para mí. Tenía miedo de no gustarle a ella —Lyra alzó la cabeza y miró fijamente sus ojos acuosos, empañados por el sexo.
—¿Y ha sido así?
—No. He tenido suerte. Me gustas mucho, Lyra, y me alegro de ello.
—A mí también me gustas, Robb —y no era mentira. Lyra sabía que, con el tiempo, llegaría a querer a Robb como otro más de sus hermanos, con la salvedad de tener que satisfacerle sexualmente. Era un hombre justo y valiente, sabía mucho y era un gran espadachín—. Yo también he tenido suerte.
Él rió y le besó de nuevo el pelo, acercándola un poco a él.
—El matrimonio de mis padres es muy feliz. Crecí viéndolos amarse, besándose en público y exhibiendo su amor. De niño soñaba encontrar una mujer a la que amar y que me amase como mis padres se aman entre ellos. Creo haberla encontrado.
Sabiendo que era lo correcto, Lyra lo besó, acariciando suavemente la barba rojiza que había comenzado a oscurecerle el mentón. Se apoyó de nuevo en su pecho.
—Mis padres siempre se han odiado. Mi padre quería casarse con Lyanna Stark, la Flor del Invierno, la Loba de Invernalia —su padre solía referirse a ella con aquellos motes, evocando así la imagen de una joven mujer hermosa y fiera—, y mi madre quería casarse con el príncipe Rhaegar Targaryen aunque éste ya estaba casado con Elia Martell. Ella no quería un Baratheon bruto y mujeriego y él no quería una arpía Lannister que sólo buscaba el poder. De modo que se odiaron desde el primer momento. Madre dice que intentó quererlo, pero que no pudo. Me dijo que Joffrey y yo somos el único motivo por el que no se tiró de una torre. Parió muchos niños muertos, ¿sabes? Aquello la destrozaba cada vez que sucedía, que no eran pocas. Una vez dio a luz un varón vivo, antes de nacer yo. Tenía un mechón de cabello negro y los ojos de mi padre. Murió a los pocos meses. Dice que, cuando nací yo, le recordé tanto a él que lloró durante días. Yo de niña no quería casarme pero, cuando entendí que debía hacerlo, deseé con todas mis fuerzas que fuera un caballero de verdad —mintió—. Me alegro de haberlo encontrado.
Se susurraron palabras de amor durante horas hasta que, agotados, cayeron en un sueño profundo y, para Lyra, sin pesadillas.
NdA: Bueno, sé que es un capítulo corto y flojito, pero es de transición. Ya os adelanto que el resto de capítulos vienen cargados ya de acción y avanzan muchísimo en la trama. Gracias por leerme. ¡Saludos!
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The Lionhearted Deer | Juego de Tronos
FanfictionReyes contra reinas. A la muerte del rey Robert Baratheon, Robb Stark no tarda en autoproclamarse Rey en el Norte, apoyado por la casa Baratheon gracias a su matrimonio con Lyra Baratheon, melliza del rey Joffrey. En las Islas del Hierro, tambi...