La adrenalina comenzó a fluir por sus venas en cuanto Kyron Mallow le colocó la última pieza de la armadura. El fuego arrancaba destellos blancos al metal negro, que lucía a relieve en el pecho su propio blasón. Al cinto llevaba a Flor de Invierno ya cubierta de brea y el cuerno que le había regalado lord Eddard; después del sueño de la noche anterior, no podía dejarlo allí.
Llevaba en la espalda un carcaj lleno de flechas. Tres de ellas eran las de su madre y el resto estaban impregnadas en brea por si podía prenderlas antes de disparar.
Lo primero que hizo al abandonar su dormitorio fue ir al de sus hijos. Las matronas los acercaron a ella pero no quería cogerlos con la armadura puesta; el metal estaba demasiado frío para su delicada piel. De modo que se inclinó sobre ellos y los besó largamente en la frente; ambos le entibiaron los labios. Junto a ella, Viento Gris rozó a ambos niños con el hocico; parecía haber decidido que iba a luchar con Lyra.
Sus señores la esperaban en el patio del Castillo Negro. Se asomó desde lo alto de las escaleras, donde Jon se situó junto a ella, y trató de recordar las palabras que había intentado aprenderse mientras Kyron le ponía la armadura.
—¡Señores, señoras del Norte y del Sur —paseó la mirada por los rostros conocidos de sus súbditos—, hoy marchamos en guerra contra lo desconocido ! ¡Nos enfrentamos a un enemigo del que pocos han sobrevivido, sí, pero nosotros estamos preparados! ¡Hoy combatiremos a la oscuridad con la luz, al hielo con el fuego! ¡Hoy derrotaremos a los demonios! ¡Hoy, mis señores, haremos historia! —Viento Gris aulló.
* * *
Llevaban horas cabalgando.
El ejército contaba con más de cincuenta mil personas, además de Wun-Wun el gigante, y provocaba el mayor estruendo que Lyra hubiese escuchado jamás. Si aquello no atraía a los caminantes, nada podría hacerlo.
Lyra encabezaba a las tropas con Viento Gris a su lado. A su derecha estaban Jon y Mance Rayder y a su izquierda Stannis; Melisandre había permanecido en el Castillo Negro, al igual que Tyrion, pues no eran guerreros. Tras ellos se desplegaba el mayor ejército que el Norte había visto jamás.
Habían decidido no montar campamento, pues Jon estaba muy seguro de que los caminantes no tardarían en hacer su aparición, de modo que el plan era esperar. El sol había comenzado a declinar cuando el último hombre detuvo a su caballo. Kyron Mallow se adelantó para entregarle un cuerno pequeño que hizo sonar tres veces. Veinte grupos de tres personas cada uno se separaron del núcleo; si alguien veía un caminante, soplarían sus cuernos una única vez.
El tiempo transcurría tan lentamente que hasta el viento parecía soplar más despacio. Lyra se volvió hacia Jon.
—No debe faltar mucho para el anochecer, deberíamos encender las armas.
—No. No sabemos cuánto tardarán. No podemos arriesgarnos a perder el fuego —Lyra asintió y se colocó de nuevo en posición.
Pasó el tiempo. En cuanto el sol comenzó a ponerse tras las montañas, los encargados de las hogueras encendieron varios fuegos que servirían para mantenerlos calientes y prender sus armas. Lyra no pudo evitar mirar la hoguera que Kyron había encendido frente a ella; era la más grande de todas.
Las llamas realizaban una hermosa e hipnótica danza frente a sus ojos, lanzando chispas en todas direcciones. Lucía tan fuerte que parecía que ni siquiera el viento más gélido podría acabar con ella. Lyra no podía dejar de mirarla. En el centro parecía estar formándose algo... Dos pequeñas figuras peleaban entre los troncos. Alzaban las espadas, las hacían chocar y de ellas salían chispas doradas.
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The Lionhearted Deer | Juego de Tronos
FanfictionReyes contra reinas. A la muerte del rey Robert Baratheon, Robb Stark no tarda en autoproclamarse Rey en el Norte, apoyado por la casa Baratheon gracias a su matrimonio con Lyra Baratheon, melliza del rey Joffrey. En las Islas del Hierro, tambi...