NdA: lloré en su momento escribiendo este capítulo. No me odiéis mucho.
Antes de partir, Robb se despidió tres veces de ella. La primera fue en el lecho, donde la besó en todo el cuerpo y le susurró las palabras más dulces que había escuchado. La segunda en el Bosque de Dioses, y la tercera fue instantes antes de partir, cuando la besó largamente frente a las tropas para después darle un abrazo todavía más largo. Se arrodilló frente a ella, apoyando la frente en su vientre, y sólo entonces se marchó.
Lyra se encontró sola de pronto, con la única compañía de Viento Gris. El lobo no se había movido de su sitio las dos veces que Robb lo llamó, hasta que finalmente el muchacho decidió que sería mejor que se quedase allí con ella, para protegerla. Lyra lo agradeció.
Robb, Catelyn, Brynden, Dacey, Harrion... Todos estaban en aquellos momentos cabalgando hacia los Gemelos mientras que a ella la habían obligado a quedarse allí, en Aguasdulces. El nudo que llevaba días cerrándole el estómago se apretó.
Dedicó días a vagar por la fortaleza, siempre seguida de cerca por el huargo. Habían dicho a todos que ser Brynden Tully y lord Harrion Darel habían partido en una expedición para comprobar que todo estaba bien en las Tierras de los Ríos, y los cuervos no dejaban de llegar con mensajes falsos.
De vez en cuando llegaba uno de Robb, diciéndole que la echaba de menos y que lamentaba no haberla llevado con él, pero que era lo mejor para el bebé. Una de las cartas, que llegó una semana después de su partida, la preocupó. En ella nombraba a Jon Nieve, su medio hermano bastardo, señor de Invernalia en caso de que a su esposa o su heredero sufriesen algún daño. Lyra corrió a entregar la carta al maestre Vyman y reanudó su espera.
Nunca los muros de un castillo le habían parecido tan estrechos. Pasaba la mayor parte del tiempo en el Bosque de Dioses, mirando fijamente a los ojos del Árbol Corazón. De vez en cuando, Viento Gris aullaba, provocándole un violento escalofrío. Trató de distraerse retomando sus prácticas con el arco y así pasaba horas, siempre acertando la diana. Los callos de sus dedos, que ya se habían desdibujado, reaparecieron.
El lobo pasó una noche entera llorando y aullando. Lyra trató de acercarse a él, pero Viento Gris se revolvió hasta deshacerse de su contacto. Fuera, el viento azotaba los muros y silbaba entre las piedras. Lyra no pudo dormir, y estaba bien despierta cuando un jinete llegó pocas horas después del amanecer, jadeando y cubierto de mugre. Su caballo se desplomó muerto en cuanto el hombre desmontó. El maestre Vyman corrió a llamar a Lyra, quien se presentó en el Gran Salón en apenas unos minutos. No esperaron al resto de señores que habían permanecido en Aguasdulces. Lyra bajó corriendo las escaleras, seguida por el lobo, sujetándose el vientre y sin importarle el intenso dolor que sentía por todo el cuerpo; el jinete traía noticias de los Gemelos, de Harrion.
—Alteza —el hombre apenas podía hablar, pero aun así se inclinó ante ella.
—En pie —le ordenó sin miramientos—. Hablad —se puso en pie torpemente, sin mirarla a los ojos. Aquello era una mala señal.
—Traigo noticias de lord Darel, alteza. La rendición de los Gemelos era una trampa. Tras las bodas, durante el encamamiento de los novios, todas las fuerzas Frey cayeron sobre nuestros hombres. Lord Fellar Greenswamp llevaba días muerto y casi todos sus hombres habían sido asesinados por hombres Bolton, que se colaron en la fortaleza sin que nadie lo supiese. Lord Harrion Darel y ser Brynden Tully llegaron a tiempo de evitar una masacre.
El estómago de Lyra se había ido cerrando a medida que el hombre hablaba. Se atropellaba con sus propias palabras, pero cada una era como un puñal clavándose en su pecho. Sintió que las piernas le fallaban. Los señores comenzaban a llegar.
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The Lionhearted Deer | Juego de Tronos
Fiksi PenggemarReyes contra reinas. A la muerte del rey Robert Baratheon, Robb Stark no tarda en autoproclamarse Rey en el Norte, apoyado por la casa Baratheon gracias a su matrimonio con Lyra Baratheon, melliza del rey Joffrey. En las Islas del Hierro, tambi...