Capítulo 15: La Victoria de las Putas

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Tal y como habían previsto, llegaron a los Gemelos en dos días de azuzar a los caballos y a penas dormir.

Las noticias del avance de la guerra seguían llegando. Los Lannister estaban saqueando las Tierras de los Ríos en su viaje hacia el norte y habían conquistado prácticamente toda la zona.

Lyra llevaba sin dormir bien desde que partieron de Invernalia y amanecía cada día más cansada, con fuertes dolores de cabeza que la hacían tambalearse en su caballo. Fue por ello que, cuando al fin divisaron los Gemelos, Lyra permaneció en el campamento que comenzaba a alzarse mientras Robb, Catelyn, lord Karstark y Harrion acudieron junto a medio centenar de hombres a conversar con los emisarios de lord Walder Frey, cuatro de sus miles de hijos, a las puertas de la enorme fortaleza ubicada sobre el Forca Verde.

Lyra se tumbó en el lecho de su tienda en cuanto esta estuvo montada, en compañía de Eda y Dacey Mormont. Dacey era una muchacha tan alta como Joffrey y desgarbada que, según sus hermanas, se veía hermosa y grácil cuando bailaba enfundada en uno de sus hermosos vestidos con los colores de su casa. Tenía siempre los ojos entrecerrados y era una muchacha muy inteligente, al igual que Eda, y las tres habían forjado rápidamente una bonita amistad.

Aquella mañana se encontraba especialmente mal. Tenía náuseas, el pecho le dolía y abrir los ojos suponía todo un reto. Intentó entablar una conversación con sus dos acompañantes para distraerse de sus dolores y de lo que podrían estar hablando con los hijos del señor de los Gemelos, pero una nueva arcada le hizo volverse violentamente.

Entonces Dacey la tumbó de nuevo sobre las mantas y subió las telas de sus ropas hasta descubrir su vientre. Lo palpó con dedos que se sintieron expertos y su voz no vaciló al anunciar:

—Lyra, estás encinta.

Su única reacción fue abrir mucho los ojos. Eda se cubrió la boca con las manos por la sorpresa y, pronto, su rostro se curvó en una sonrisa emocionada. Abrazó efusivamente a Lyra, quien todavía no podía reaccionar. Poco a poco la muchacha volvió en sí, se recolocó bien sus ropajes y se pasó las manos por el cabello. Cuando al fin habló, lo hizo muy seria, mirando a los ojos a las dos chicas que la acompañaban.

—Nadie puede enterarse.

—¿Por qué no? —Eda parecía confundida mientras que, por su expresión, Dacey confirmaba que sabía por dónde se encaminaban los pensamientos de Lyra— Es una noticia maravillosa, lady Catelyn llorará de la emoción.

—Eda, prométeme que esto no saldrá de aquí —la tomó de la mano, mirándola a los ojos con fijeza—. Tengo intención de participar en la batalla contra mi tío Jaime y, si Robb se entera, jamás me lo permitirá.

—Lyra —intervino Dacey, sentándose junto a ella en la enorme cama de madera—, sé cuánto deseas entrar en batalla, pero es peligroso.

—No llevo ni una quincena de embarazo, eso seguro... —su mente viajaba a toda prisa por los miles de pensamientos que la asediaban— No ocurrirá nada si participo en la batalla. Cuando termine daré a Robb y Catelyn la noticia para acompañar la victoria.

El silencio se instaló entre las tres hasta que, finalmente, Dacey lo rompió:

—No diré nada. Lo juro por mi honor y el de la casa Mormont.

Lyra dedicó a la muchacha una sonrisa de agradecimiento y se volvió hacia Eda, que tenía el ceño fruncido y se miraba los pies.

—¿Eda? —la chica la miró, sonrojada bajo las pecas que cubrían suavemente sus mejillas— ¿Me prometes guardar el secreto?

—Está bien... —suspiró— Yo, Eda Darel, juro mantener el secreto. Lo juro por mi honor y por la casa Darel —musitó, imitando a Dacey.

Con una enorme sonrisa ocupando su rostro, Lyra la abrazó. Durante las horas que transcurrieron hasta el regreso de Robb, mantuvo una mano sobre su vientre, como si así se pudiese interponer entre ella misma y la pequeña vida que crecía en su interior.

The Lionhearted Deer | Juego de TronosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora