Una nueva debilidad

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"¿No?" Fue lo último gritó que oí de él, antes de que corriera hacia mi y me obligara a ponerme el anillo. Él siempre ha sido más fuerte que yo. No sé cómo no he salido con un hueso roto.

- ¡Harás lo que te diga porque me quieres y yo te amo! - buscando mi mano y jalándola, yo resistiendo pero el dolor me podía.

No sé de dónde saqué la fuerza, o por qué de la nada me vino él a la mente y cogí lo primero que encontré: el viejo teléfono de disco que conservaba porque podría ser buena arma en caso de intrusión...y sin más lo tomé y le golpeé y sin más cayó ahí, aventando el anillo, asustándome más por lo que había hecho. Me acerqué a moverlo y no reaccionaba. Saqué mi móvil, pensemos en llamar para que vinieran a por él pero no lo hice. Tenía demasiado miedo.

- David. No sé qué he hecho... - tratando de calmarme, de saber qué hacer, podía estar herido, podría morir...podría ser libre... Podría iniciar de nuevo.

"Sal de ahí, te veo en donde siempre"

Cogí todo lo que pude, lo metí en una mochila, cogí mi abrigo y...seguía ahí. La piedra blanca que había escogido. Sonreí emocionado y salí corriendo sin mirar atrás, jamás podría creer que soy valiente. Soy un cobarde que no logra dar más de un golpe sin que lo maten a palos, por suerte este había bastado para coger el ánimo para iniciar.

-:-

Leo corría por las calles transitadas, esquivaba a la gente, ignoraba sus miradas extrañada pe verlo correr, miraba hacia atrás esperando que alguien lo siguiera, pero nadie lo hacía, sólo era sus nervios, su miedo a...

- Calma - escuchó cuando chocó con alguien: Álvaro -, ¿pero dónde vas? - extrañado, viéndolo temblar -. ¿Estás bien? - buscándole la mirada.

- Lejos. Lo más lejos que pueda - mirando de nuevo al frente. Sintiendo sus pulmones calientes ardiendo, doliendo por el exceso de trabajo que les daba.

- Puedo acompañarte - deteniéndolo, pensando que sería un viaje corto a su casa o algún otro sitio.

- No. Yo... - apretando sus ojos -, me voy de Madrid yo... Sólo vine a despedirme... - volviendo a andar, pero Álvaro lo detuvo de nuevo.

Esos ojos grandes desbordaban desesperación y tanto terror que Álvaro lo hizo: lo dejó todo por ellos, no podría vivir sin volver a verlos.

- Te acompaño - insistió -. Dame un momento, deja voy...

- No tengo un momento - mirando hacia atrás, sintiendo el tiempo correr, agotarse.

Álvaro repasó sus bolsillos: cartera, móvil y llaves. Era todo lo que necesitaba -. Vale pues...te sigo - ayudándolo con su mochila, tomando su mano, a la que involuntariamente Leo se aferró. Corrieron por las sobras de los edificios. No sabía cómo ocultarse, no sabía sí caminar rápido, lento o qué hacer para que no lo notaran.

- Ahí - señaló un auto. Un chico moreno alto salió de este que extendió sus brazos.

- David - sintiendo los brazos de este rodearlo. Ahí por un momento se logró sentir seguro. Y su amigo, sintió alivio de saber que había llegado a salvo, así de peligroso era lo que hacia.

- Todo estará bien - sabiendo que eran mentiras, nadie sabía cómo iba a acabar esto -. Bueno. Venga. Que no tenemos mucho... - mirando a Álvaro.

- Está bien él... Es un amigo - tratando de controlar sus nervios en sus manos frías. Álvaro no tenía preguntas y no necesitaba respuestas. Estaba para Leo y lo que necesitara.

- Bien - asintió con una sonrisa a Álvaro -, entonces. Dos billetes. ¿Granada? - sacando su móvil.

- No. Sería el primer lugar al que iría - torciendo sus dedos.

- ¿Murcia? - volvió a negar - ¿Málaga? - ninguna opción parecía segura. Las opciones se acaban.

- Podemos ir a mi casa. Es en Alcalá de Henares... - sugirió Álvaro. Leo y David se miraron. Era una buena opción. Era demasiado cerca y así evitaban pasar por Atocha y un AVE rastreable.

- De acuerdo, entonces...coged el auto - dándole las llaves a Álvaro quién corrió al lado del piloto. Leo subió sus cosas y se despidió de David con un abrazo.

- Si nos volvemos a ver... - inició Leo. Esta relación le había hecho perder demasiadas amistades, menos la de David, quién siempre estaba ahí para Leo.

- Lo haremos. Calma. Apurad - recordó un abrazo más. Álvaro puso en marcha el coche -. Por favor. Cuídalo - deteniendo el coche, dirigiéndose a Álvaro.

- Con mi vida - eso bastó para que David quitara las manos del coche y dejarlo partir.

Antes de salir de Madrid, Leo tiró su móvil, no sin antes apuntar los números más importantes. Miraba por la ventana, sin decir nada. Ausente.

Chance My MindDonde viven las historias. Descúbrelo ahora