Un gesto tierno

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- ¿Blas?, ¿a qué se debe esto? - preguntó emocionado. Jamás había despertado con el olor de café recién hecho y menos después de Blas, quién seguía en ropa interior.

- Hola, amor - dándole un sonoro beso. - ¿Qué pasa? ¿No puede tu novio prepararte el desayuno? - dándole en la boca una mora y luego un beso.

- Sí claro - aceptando el café que le daba, viendo que la vida podía ser perfecta con pequeños detalles.

Luego del desayuno, se puso con la limpieza de la cocina mientras Blas se arreglaba para salir. Otro viaje. Blas era un compositor de canciones; jamás había tenido un puesto de fijo en ninguna firma de música. Ahora, iba a Barcelona a intentar conseguirlo. Se habían conocido en una fiesta en Murcia, algunos podrían decir que de amor a primera vista y tras seis meses de tontear se hicieron novios y al año se habían mudado Madrid para vivir juntos, eso ya año y medio.

- Sabes - abrazándolo por detrás, recargando su barbilla en el hombro del castaño, logrando por un momento enamorarlo de nuevo -, creo que lo mejor será que dejes el ballet - separándose de inmediato y caminando al espejo, los toques finales antes de irse.

Hubo un largo silencio.

- Pero...

- Escucha - lo detuvo Blas -, después de que vuelva de Barcelona, tendré un trabajo fijo, así que ya no tendrás que...bailar - dándole un beso en los labios para callarlo -. Ya me ocuparé de ti. De los gastos del piso... De todo.

- Pero... - Él no bailaba por el dinero, sino porque le gustaba hacerlo y eso Blas lo sabía, porque perras, las que se dicen muchas no dejaba la danza clásica. Pero se sentía libre al hacerlo y que le pidiera dejarlo lo había tomado desprevenido, sin palabras para negarse a hacerlo, aunque bastaba una razón para no hacerlo: aún tenía algunos moratones que le dolían de la última discusión.

- Bueno. Nos vemos en unos días...

- Oye... - deteniéndolo, mordiendo su labio, temeroso -. Que...va haber una fiesta, va ir Tamy y yo...quería ir. Ya sabes. Acaba de mudarse y...tal - torciendo su dedos.

Blas odiaba que le hiciera esto, jamás había sugerido ir a una fiesta sólo, pero...cómo iba a dejar el ballet por él, podría darle la oportunidad de ir.

- Va ser mañana y...hace tiempo que no la veo y... - buscando razones para que le dejara ir -...

- Bueno - cediendo ante uno de los escasos deseos que tenía su novio -. Te llamaré sobre las veinticuatro a casa para saber que llegaste bien, ah - y antes de salir por completo del piso -, y usa el traje azul.

- Claro - sonriendo emocionado.

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